La previsible derrota en las elecciones legislativas puso a Barack Obama contra la pared. Tras perder el control de la Cámara Baja y retroceder en el Senado, el Presidente deberá repensar su gestión de cara al 2012.
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El Partido Demócrata parecía a últimas horas de anoche uno de esos equipos de futbol al que le metieron cinco goles y pide la hora porque en cualquier momento se come el sexto. Los que conocen de humores futboleros saben que recibir cinco goles es durísimo, pero ya comerse seis es humillante. Y los demócratas estuvieron a nada de esa situación. Apenas un senador los salvó del "seis a cero".
Todo salió como se anticipaba en la previa. El control de la Cámara de Representantes cambió de manos y volvió al redil republicano. Cuando el nuevo Congreso inicie sus sesiones en enero, John Boehner será el nuevo presidente del cuerpo en reemplazo de Nanci Pelosi. Boehner es, además, la estrella en ascenso dentro del escenario republicano. Una estrella en el escenario de la redefinición del partido de la que hablábamos ayer. Este republicano de línea dura fue uno de los más feroces opositores del presidente Obama y su triunfo contundente fue una de las primeras malas noticias de la jornada para la Casa Blanca.
En términos absolutos, los demócratas perdieron sesenta bancas en relación a la anterior composición de la Cámara de Representantes. A esto se le suman la pérdida de seis senadores y de ocho gobernadores. Las únicas buenas noticias que recibieron fueron que, a pesar de las derrotas, no perdieron el control del Senado y que el candidato demócrata se impuso en la elección para gobernador en California, recuperando un distrito electoral clave de cara al 2012.
Un Trago de Tea Amargo
Como se preveía también, el rol del Tea Party fue fundamental a todo lo largo del país para apuntalar las victorias. La más simbólica de ellas fue, sin dudas, la de Rand Paul como senador por el estado de Kentucky por un contundente 58% de los votos. Paul ha sido una de las figuras de mayor exposición del Tea Party y provocó una de las más agrias controversias con la Casa Blanca cuando, en el día de conmemoración del asesinato de Martin Luther King (día feriado en Estados Unidos), celebró un acto del Tea Party en el mismo lugar donde el Dr. King pronunciase su histórico discurso "I Have a Dream".
Conocida la victoria de Paul, la mayor parte de los candidatos apoyados por el Tea Party, desde el Medio Oeste hacia el Pacífico (en donde los centros de votación cierran más tarde), aporvecharon el efecto de arrastre de votos y se alzaron con la victoria, sea para una u otra Cámara del Congreso.
Sin embargo, a esta marea de votos hay que hacerle un par de salvedades. Los candidatos más extremistas apoyados por el Tea Party tales como Tom Tancredo (candidato a gobernador de Colorado) o Christine O'Donnell (candidata al senado por Delaware) sufrieron aplastantes derrotas a manos de sus rivales demócratas. Recordemos que Tom Tancredo había abogado por bombardear la Meca para acabar con el problema del terrorismo, le pidió a Obama que se vuelva a su tierra natal en Kenia y llamó a Miami un "país del Tercer Mundo". Sus exabruptos le valieron una derrota por un 51 contra 37 por ciento. Mientras tanto, Christine O'Donnell, cuyo discurso iba desde de condenar la masturbación a prohibir la actividad sexual enteramente, sufrió una derrota por un 57 contra 40 por ciento de los votos. Esto puede ser entendido como una señal de los límites que la sociedad está dispuesta a tolerarle al Tea Party.
Hasta la Vista... Baby
Las elecciones a gobernadores también dejaron del lado republicano muchas sonrisas. Sus victorias les arrebataron ocho estados a los demócratas (entre ganancias y pérdidas). Y el dato más significativo fue que cinco de ellas se produjeron en estados del norte y el nordeste, que suelen ser tradicionales bastiones demócratas. Incluso en Illinois, el estado del Presidente, a estas alturas aún no está asegurada la victoria del candidato demócrata, Patrick Quinn, el cual aventaja a su rival republicano, Bill Brady, por apenas un 0.3% (poco más de 12.000 votos).
Sin embargo, la nota saliente es el retorno al campo demócrata de la gobernación de California. Esto marcará el inicio hacia el final de la gestión de Arnold Schwarzenegger al frente del estado. Habiendo decidido no presentarse nuevamente para ocupar el cargo, Schwarzenegger abrió las puertas para un posible retorno demócrata ante la carencia de una figura de peso en las filas republicanas. La decisión demócrata de apelar a una conocida figura política en el estado, Jerry Brown, quien con sus 71 años a cuestas, volverá a ocupar el cargo que ostentó durante ocho años en la década del setenta, fue determinante para la victoria.
No obstante, esta pérdida para los republicanos se vio mitigada por la victoria obtenida en el estado de Ohio, que en las pasadas tres elecciones presidenciales ha jugado un papel clave a la hora de inclinar la balanza del resultado final. El triunfo por un margen de tres puntos de John Kasich (50 a 47) fue un duro golpe para el Partido Demócrata que sabe del valor estratégico de este estado pensando en el 2012.
A Repensar Todo
Con los resultados puestos los análisis y las críticas no se hicieron esperar. Tal vez la palabra más utilizada entre la militancia demócrata haya sido "desilusión". Pero no con el resultado electoral, sino con la gestión de Obama al frente del gobierno.
"El tipo es un farsante" decían algunos sentados en un bar de Nueva York. "Necesitamos un Bloomberg (no Juan Carlos sino Michael, el millonario Alcalde neoyorkino), alguien que sepa cómo administrar", decía otro. "Toda esta nostalgia por Clinton es porque Obama es un llanero solitario, no le interesa la gente", aportada un tercero.
Un donante del Partido Demócrata, hombre de negocios de Kansas, le relataba a un columnista del New York Times, que había aportado 30.000 dólares a la campaña de Obama "y el tipo nada. Ni una nota de agradecimiento". Su lógica irritación se podría multiplicar por muchas más que piensan que el Presidente es demasiado vanidoso como para escribir una simple carta de agradecimiento o hacer alguna breve llamada telefónica de cortesía.
Luego de esta previsible derrota, Obama no podrá eludir el tomar algunas decisiones. Volviendo a las metáforas, está acorralado contra su propio arco en los temas de política doméstica y no logra meter ningún contragolpe significativo en política exterior. No son pocos los que afirman que sus críticas facilistas contra los banqueros codiciosos tienen que terminar, porque no convence a los propios y enardece a la derecha.
El análisis más difundido explica que el problema de la presidencia de Obama es que carece de "relato". No se sabe dónde quiere ir. Hoy el Presidente parece menos un apasionado agente del cambio que un frío calculador que se muestra inseguro de sus ideales más caros.
Si hubo algo que marcó su campaña electoral hace dos años y que sedujo a millones fue su audacia y su coraje. Sólo esos dos atributos lograrán devolverlo a la senda que conduzca a una posible reelección. Para ello deberá prescindir más de los tecnócratas y apelar más a laderos que ayuden a inflamar de nuevo la pasión que despertó en el 2008.
(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal
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