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Fundamentar - Artículos https://www.fundamentar.com Thu, 18 Apr 2024 08:18:23 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es El laboratorio y las expectativas https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6772-el-laboratorio-y-las-expectativas https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6772-el-laboratorio-y-las-expectativas El laboratorio y las expectativas

El calendario nacional y la voluntad política del gobernador Omar Perotti determinaron que desde este próximo domingo, los santafesinos debamos asistir una vez por mes a las urnas cuanto menos, hasta el mes de octubre. Con la secuencia de poco más de tres o cuatro semanas, realizaremos el sano ejercicio de la elección de los candidatos primero, y de las autoridades que nos gobernarán desde el 10 de diciembre, después. Si Julio trae memes a raudales, este electoral 2023 no podría estar ajeno y en Santa Fe aportará resultados que, a medida que pasan los días y las horas, muestran a la provincia como un laboratorio y como un ejemplo de aquello que, tal vez, pueda suceder a nivel nacional en algunas pocas semanas más. Mientras ello transcurre, las expectativas oficialistas parecen haber encontrado un cauce impensado hasta hace muy poco tiempo atrás. Recorrido por la previa de la primer posta electoral. Entre urnas y boletas únicas, pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

La semana política había comenzado en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, el domingo 9 de Julio, con la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. Para el peronismo en su conjunto, el acto forma parte de su ADN en la manera de entender el sentido del quehacer político: su construcción se desarrolló en tiempo récord con mano de obra argentina (empresas incluidas); en un escenario tan complejo para las cuentas públicas permitirá ahorrar varios miles de millones de dólares al año (todo depende de la variación del precio internacional del gas licuado); se transforma en un eslabón más que apunta a la soberanía energética y permite contrastar, de manera insoslayable, la gestión actual con lo sucedido en el período 2015 – 2019. No es poco.

Para oficialistas y opositores, buena parte de las expectativas estaban centradas en el reencuentro público, luego de cuatro meses, de las tres patas que han compuesto la conducción del ya extinto Frente de Todos. Como en esas reuniones familiares de fin de año, donde algunos parientes no se quieren del todo, pero que hay que asistir porque puede ser el último de una abuela ya entrada en décadas y problemas de salud, el dueto Fernández – Fernández decidió dejar de lado las rencillas de siempre, y trató de poner en valor aquella vieja máxima justicialista que impone que primero va la Patria, luego el movimiento y finalmente, los hombres. Aunque para ser correcto políticamente con los tiempos que corren, deberíamos decir “seres humanos”.

https://twitter.com/unionxlapatria/status/1678118823629651968

Al oficialismo “no le sobra nada” y ya habrá tiempo del pase de factura correspondiente en una hipotética derrota electoral, o de la vuelta de página si el 10 de diciembre Alberto Fernández le coloca la banda presidencial a un compañero. Cada uno de los tres protagonistas fue fiel a su estilo: Sergio Massa articulando un discurso de síntesis con la perspectiva de un candidato, Cristina Fernández de Kirchner yendo y viniendo con los recursos discursivos temporales, a la vez que obviaba a su compañero del binomio presidencial y Alberto Fernández poniendo bajo perspectiva todo lo realizado, con referencia al general Juan Domingo Perón incluida.

El acto tuvo la suficiente potencia como para que algunos partidarios del romanticismo político se quejaran de que el oficialismo había perdido una oportunidad para saltear la grieta, emular cierta racionalidad al modo uruguayo y convocar al conjunto de la oposición cambiemista. La respuesta no demoró en llegar al recordar que ninguna de las razones estructurales que posibilitaron la llegada del gas desde Vaca Muerta contaron con el apoyo opositor: ni la recuperación de YPF, ni con la gestión de lo realizado en los cuatro años de gestión macrista, ni con el apoyo al financiamiento vía impuesto a las grandes fortunas, ni con la aprobación de los presupuestos respectivos para su realización. Para Juntos por el Cambio el desarrollo energético argentino (y su potencial soberanía) no es más que una forma de tantas otras que permiten vincular negocios con el sector privado. La campaña electoral en ciernes, con sus propuestas siempre envueltas en un vistoso packaging, así permitirá demostrarlo.

Pero no conforme con esos cuestionamientos, vía redes y algunos inefables comunicadores, se intentó poner dudas sobre la calidad de la obra a partir de la velocidad temporal con que fue ejecutada. Dicen que del “ridículo no se vuelve”, y en esa permanencia circular que se termina haciendo constante, no son pocos los que una y otra vez apelan a acciones que confirman la vieja máxima.

El segundo hecho que refiere a las expectativas oficialistas de este tiempo, referenció en el pendiente y discutido acuerdo con el Fondo Monetario Internacional de cara al segundo semestre del año. Con el devenir de las semanas, el ministro de Economía ha comenzado a hacer público las instancias que no permiten llegar al acuerdo. Dejando traslucir que una de las razones se fundamentan en el tipo de devaluación que debería producirse a gusto de los prestamistas, Massa profundiza semana a semana, un discurso nestorista donde la expectativa final reside en la posibilidad de sacarse de encima al FMI, con el pago de saldos exportables para ganar independencia económica en el mediano plazo y, en ese sentido, los juegos de posicionamiento político abundarán en los días venideros.

https://www.youtube.com/watch?v=46vE8MepreU&ab_channel=T%C3%A9lam

En ese derrotero, donde un acuerdo será mostrado por el oficialismo como un triunfo político, economistas de la oposición fueron acusados de obstruirlo y no faltaron quienes pisaron el palito de la picardía massista y salieron a decir sin decir, que prefieren un escenario de inestabilidad tal que permita imponer las recetas de económicas de siempre: un ajuste potente es el sueño húmedo de todo neoliberal que se precie. No importa si en el medio se atraviesa un año electoral.

Y finalmente, el tercer dato económico que transitó la semana refirió al número de la inflación de junio que se conoció en la tarde del jueves. Emulando a un informe médico sobre la presión arterial, podríamos sintetizar el título con la “baja de la alta”. Seis puntos de inflación mensual no es un número que dé para muchos festejos, pero si política y economía son primos hermanos en esto de la construcción de expectativas, en un contexto donde la inflación no bajará a niveles óptimos de la noche a la mañana, no puede dejar de señalarse que la reducción del 8,4% de abril a este 6% de junio, supone un saldo a favor en el horizonte oficialista.

Simultaneamente, como síntoma y como expectativa, otra vez la oposición pretendió agitar viejos fantasmas que refieren a los retoques de los índices que informa el INDEC. La acción no parece muy novedosa y omite dos hechos irreprochables: que cuando el número daba con una tendencia hacia arriba el mismo no era denunciado y que todas las consultoras privadas, esas donde tanto gustan referenciar no pocos actores de la vida política, económica y empresarial del país, daban con una tendencia a la baja.

https://twitter.com/INDECArgentina/status/1679566414418526209

En todo este entramado, donde algunos hechos de la economía y cierta coordinación en la acción política muestran a un oficialismo cada vez más competitivo, aparece el domingo electoral santafesino, el cual podrá ser señalado como laboratorio y como ejemplo por tres razones evidentes.

Necesidad opositora. Con el antecedente cordobés de una derrota opositora que pocos meses atrás era impensada, Santa Fe aparece con la posibilidad real de que un triunfo pueda proyectarse a nivel nacional. La continuidad en el tiempo de sucesivas elecciones provinciales, donde en la mayoría de los casos han prevalecido los oficialismos, impone la necesidad de un “batacazo” que alimente algunas esperanzas.

Acuerdo con fórceps. La unidad de la oposición santafesina que encarna el “frente de frentes”, se transformó en el rejunte de un entramado que podrá ser nominado de cualquier manera pero sobre el que nadie podrá negar su flagrante antiperonismo. El acuerdo supuso tirar por la borda muchos años de gestión y de un tipo de discurso para buena parte de un socialismo en general y de un tal Pablo Javkin en particular, que en las grandes luminarias de la Reina del Plata, se trata de vender como parte de una progresía que ya murió. En un hipotético triunfo, el mensaje del domingo a la noche al conjunto nacional, será que todos deben unirse si quieren derrotar al peronismo.

Campaña virulenta. Más allá de los nombres propios de cada región, tanto a nivel provincial como nacional (no dejar afuera del análisis lo que sucede en CABA), la fuerza amarilla ha sabido construir una campaña que ha ganado en visibilidad pero al costo de una disputa de tal magnitud, que hace imposible imaginar cierto diálogo armónico para el corto, el mediano y el largo plazo entre los dirigentes que participan de la compulsa. Las acusaciones cruzadas por tener vinculaciones con el narcotráfico, por desconocer la provincia, por la presencia de candidatos discriminadores y su consiguiente renuncia a la lista de diputados y la falta de actitud para hacer lo que hay que hacer para “tener todo”, implica una distancia que pone serias dudas a que los números electorales que cada espacio alcance, puedan mantenerse en las generales de dos meses después.

Por todo lo expuesto, Santa Fe aparece como un laboratorio que también despierta no pocas expectativas en aquellos que dicen desear un cambio. Los puntos en común no son pocos. Y mientras el oficialismo nacional, paso a paso, comienza a encontrar un rumbo electoral que se sustancia en la cotidianeidad de la gestión y en los errores no forzados del otro lado, éste domingo 16, nuestra provincia ocupará el centro de la atención de la Argentina toda. Como muestra de ensayo y por lo que pueda venir. 

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 15 Jul 2023 17:08:43 -0300
La previa https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6749-la-previa https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6749-la-previa Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa

¿Calentamiento previo o inicio de campaña? La pregunta parece menor para un sistema político muy dinámico que desde hace unos cuantos años, no menos de 20, se ha distanciado de la baja del ritmo de algunas rutinas que supone enero. El primer mes del año nos obliga, más allá de vacaciones y descansos, a seguir mirando con atención el juego de la política. Si debiéramos encontrar una síntesis, por ahora podríamos decir que nombres propios hay pocos, pero lo que sobra es la actitud. Algunos dirigentes parecen prevalecer en la estrategia de los eternos arqueros suplentes: no se sabe muy bien cuándo le tocará defender el arco (si es que alguna vez le toca), pero por las dudas que el técnico lo necesite, se preparan para ser figura. Primer artículo de un 2023 que seguramente nos tendrá muy ocupados. Por ahora, con las patas en el agua y la vista en el ordenador, pasen y vean.

Alberto Fernández jugó de nestorista, y en la mañana del mismísimo primer día del año, anunció que iría por el juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Si algún supremo se predisponía a desayunar, en los preparativos de unas merecidas vacaciones (tanto buen servicio a los poderes fácticos de nuestro país, exige como compensación unos días de relax), mate en mano y con algún pedazo de pan de dulce sobrado del 31 a la noche, es probable que se haya atragantado.

La jugada no dejó de llamar la atención a propios y extraños, lo que quedó expuesto en las respuestas y lecturas iniciales de no pocos referentes nacionales. Si alguno (o alguna) imaginaba un año legislativo con poca visibilidad, a partir del juego bloqueante en el que insiste la oposición amarilla desde hace no menos de 12 meses (recordemos que el período de sesiones extraordinarias de 2022 fue casi inexistente), deberá revisar sus certezas a partir de una decisión política presidencial a la que poco le importa el resultado nominal final.

Si hay algo que enseña la práctica política que se desarrolla en este rincón del mundo, es que puede construirse masa crítica más allá de victorias o derrotas que, de alguna manera, pueden definirse como circunstanciales. El oficialismo tiene todas las de perder a la hora de poder eyectar del cargo a los cuatro supremos, pero en la previa del resultado final hay un proceso que puede ir mostrando como se han tejido (y se tejen) ciertas decisiones en el máximo poder institucionalizado de la Argentina. El trabajo de la comisión pertinente, podrá mostrar lo que tienen para decir los diversos protagonistas, principales y secundarios, de esa historia.

https://twitter.com/Diputados_Todos/status/1613891008940445705

Pero hay más. Porque la lógica no queda subsumida a lo que pasa en el edificio de calle Entre Ríos allí en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sino que interpela al conjunto de actores que, en muchos casos, desearían que el tema no exista en la agenda y optan por mirar al costado.

La decisión albertista muestra el estado real de las cosas en la oposición pero también en ese conglomerado llamado oficialismo. Para los primeros, el pedido de juicio político supone un avasallamiento de los valores más sagrados de la “república”. Lo ridículo del argumento es que el proceso se ancla sobre el mismísimo articulado de la Constitución Nacional: no hay convocatorias a movilizaciones masivas ni escraches, no hay enjuiciamiento mediático ni gritos desaforados. Sólo el apego a un mecanismo institucional previsto nada más y nada menos que desde hace, casi, ciento setenta años.

La oposición amarilla reproduce la práctica del tero que pone los huevos en un lado pero grita en otro: mientras vocifera por la falta de republicanismo, trata de ocultar con esa vocinglería, el escándalo que supone a un dependiente del mismísimo presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (y por obra y gracia de su enorme sabiduría y compromiso con el país, del Consejo de la Magistratura) asesorando a un ministro de Justicia de un estado subnacional, que tiene un pleito en ese mismo tribunal contra el estado nacional, sobre cómo debe litigar para que se falle en determinado sentido.

Los hechos resultan tan escandalosos como impunes, al punto de que no se ha conocido opinión alguna del asesor en cuestión (mano derecha del propio Horacio Rosatti) y sólo se ha logrado un pedido de licencia del funcionario implicado (Marcelo D’alessandro) del que el propio Horacio Rodríguez Larreta pretende hacernos olvidar entre juego de tejo en playas bonaerenses y fotos montadas de un supuesto surfista experimentado.

Por el lado del oficialismo el pedido de juicio político a la Corte también parece haber sorprendido a varios. Desde el silencio más sonoro (valga el oxímoron) de una vicepresidenta que nada ha comentado en las últimas semanas, pasando por algunas voces de apoyo del cristinismo más granado, hasta llegar al “no coment” de unos cuantos gobernadores peronistas; la especulación política parece haber prevalecido: algunos para no reconocer en Alberto Fernández cierta lucidez (recordemos que al presidente se le ha reclamado insistentemente desde sectores ahora silenciosos, no dar ciertas batallas más allá de triunfos o derrotas), otros porque tienen algún pleito pendiente en los cajones de algún escritorio del cuarto piso del edifico de calle Talcahuano y los más porque prefieren desarrollar sus exitosas carreras políticas sin hacer grandes olas (si usted querido lector, estimada lectora, piensa en el caso del algún gobernador de una provincia del centro del país, es parte de su afiebrada psiquis).

Con todo, y teniendo a la costa atlántica como destino político principal, la primera quincena de enero se va con un éxito de temporada y con varios actores barajando y dando de nuevo. Si la Unión Cívica Radical aparece algo desdibujada entre puestas en escenas de estilo “beatle”; le va en paralelo una Patricia Bullrich a la que cada vez le cuesta más ocultar su relación política con el desterrado Gerardo Milman; un Rodríguez Larreta cada vez más torpe y un Mauricio Macri que sin decir públicamente que será candidato, disfruta (y se ilusiona) con el deterioro político de sus viejos laderos.

https://twitter.com/GerardoMorales/status/1611769087767580674

En el mientras tanto, Sergio Massa, que aspira a una baja sustancial de la inflación en unos pocos meses, dice “a mí no me miren”. Sabe que, en un contexto de crecimiento económico, apalancado en el sector industrial y en el comercio, con el lastre de una sequía que afecta de manera evidente al sector primario, el 5,1% de diciembre no es un dato que enamore a nadie. Si ese número bajara al tres, otro sería el cantar diría mi abuela, y allí habrá que ver qué desea el tigrense y cómo lo evalúa el conjunto del peronismo.

Daniel Scioli, por las dudas se muestra en Mar del Plata, esa ciudad que tanto lo referencia, y el dúo de los Juanes, Schiaretti – Urtubey, juegan al juego de las fotos y se sacan una diciendo que van por el espacio anti grieta. Desde su escasa visibilidad política allende sus lugares de origen, tendrán que ponerle bastante nafta al auto, gastar unas cuantas millas de pasaje de avión y recrear relaciones varias con lo más granado del poder mediático porteño, si es que quieren pasar de la anécdota política de un “tirito” electoral para transformarse en un espacio político que acumule algo de cara al futuro mediato.

Para no ser menos, Javier Milei, que aparece como uno de los más decididos a formar parte del entramado electoral 2023 como candidato a presidente, también padece su propia interna con el inefable Carlos Maslatón, que pasa de comentar los partidos de la Scalonetta en Qatar, con dichos de un despegue económico notable de la Argentina incluido, al anuncio vía redes de un supuesto desafío al hombre que ha hecho del insulto un ejemplo de ciertas construcciones políticas de este tiempo y que demostró, con su silencio sobre lo ocurrido en Brasil el último domingo, un ejemplo de los valores democráticos que lo inspiran.

El juego de las candidaturas sigue abierto. En el oficialismo, por los problemas de gestión y por la falta de una coordinación política que, más temprano que tarde, en algún momento deberá llegar. En la oposición cambiemista porque la interna no resuelta a partir de no haberle puesto nombre y apellido al fracaso del período 2015 – 2019, supone que todos tienen el derecho a “estar”. En el camino, parece haber aparecido la discusión digna de un juicio político a una corte que cada vez se asemeja más a la vergüenza menemista de finales del siglo pasado. El resultado está cantado, pero en el desandar de este tiempo inicial, iremos descubriendo y confirmando quien es quien en este juego. No es poco para un año electoral. Más allá de los nombres propios. Más allá de ciertas urgencias.

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 14 Jan 2023 11:09:45 -0300
El banquito y el ring https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6748-el-banquito-y-el-ring https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6748-el-banquito-y-el-ring El banquito y el ring

El recordado Ringo Bonavena, hombre guapo tanto dentro como fuera del ring, con veleidades de artista pero con la enorme sabiduría de los hombres sencillos y de barrio, supo decir que “cuando suena la campana, te sacan el banquito y te quedas solo”. A esa lógica parecen responder los movimientos políticos de la última semana del año de las dos principales figuras institucionales del país. Con escenarios y estilos distintos, pero con un vértice común, un sistema de Justicia putrefacto, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner generaron un par de hechos que marcaron la agenda del sistema político en su conjunto. Queridos lectores, estimadas lectoras, no esperen balances anuales ni mucho menos. No encontrará aquí resúmenes de este 2022 que nos deja, ni nada que se le parezca. Primero porque el calendario anual poco tiene que ver con la finalización de los procesos políticos; y segundo, porque nuestra cotidianidad resulta lo suficientemente atractiva para caer en algunas redundancias. Pasen y vean. Están todos y todas invitados.

Alberto Fernández jugó al factor sorpresa y el lunes dio a conocer vía redes, la decisión que había tomado durante el fin de semana respecto del fallo cortesano que favorece a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en materia de coparticipación federal en el tema de seguridad.

Recordemos que la semana anterior, un conjunto de gobernadores habían insistido en desconocer el fallo judicial, ya que le resta fondos al resto de las provincias y afecta a cualquier atisbo de federalismo sobre el que se constituyó al andamiaje institucional argentino. El combo venía armado con la recusación de los cuatro jueces que integran la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La jugada parecía demasiado riesgosa para el poco rédito que podía esperarse. La Corte es el último peldaño de apelación del país y más allá de que un pedido de recusación resulte jurídicamente posible, se da por descontado que cualquier tipo de revisión cortesana no se saldría de los fundamentos que se conocieron hace un par de martes atrás.

En definitiva, ante un pleito que involucraba al Estado nacional contra uno subnacional, el no cumplimiento de una decisión judicial expone a su máximo responsable, a quedar a tiro de una denuncia penal. Los muchachos y muchachas le golpeaban la espalda al presidente, le tenían el saco para la pelea, pero cuando sonaba la campana, todos mirarían para otro lado. Una cosa es una disputa política y otra muy distinta terminar con un juicio por intentar una quimera judicial.

https://twitter.com/alferdez/status/1607377552040935424

Sabrá Alberto Fernández si ese fue el espíritu que lo llevó a tratar de romper con el clima político que se había creado post reunión con los gobernadores, pero debe decirse que la propuesta que hizo conocer a la sociedad a través de redes, resultó de una agudeza política digna de destacar ya que, a la vez que no incumple el fallo, no altera el presupuesto (el monto que supone el cumplimiento de lo dispuesto por los cortesanos, no está incluido en el presupuesto 2023), emite papeles de un valor nominal muy bajo (con lo cual Horacio Rodríguez Larreta no podrá hacer el uso que había imaginado para su candidatura presidencial), utiliza la misma forma de pago que estos jueces convalidaron para las deudas con San Luis y Santa Fe, mantiene el reclamo por la recusación de los cuatro jueces y le pasa la pelota al Congreso Nacional con el tratamiento de una modificación a la Ley de Presupuesto.

En el cristinismo, la jugada fue vista como un nuevo caso Vicentín. La propia vicepresidenta no se privó de dejar alguna frase para la chicana política (“agrupación amague y recule”) en su discurso que dio en la inauguración del polideportivo Diego Armando Maradona en la ciudad de Avellaneda. La comparación parece injusta, ya que en política, no tiene mucho sentido insistir con escenarios de una derrota institucional segura, aunque nos asista la razón.

La pregunta la dejamos por aquí: ¿un gobierno debilitado, por factores de poder internos y externos, por errores propios y virtudes ajenas, puede hacer una acumulación política desde un lugar perdidoso? No sirve el ejemplo de un tal Néstor Kirchner promoviendo la recusación de la Corte del menemato desde la debilidad del 22% de los votos, ya que en aquellos tiempos, vaya detalle, el Congreso Nacional tenía una composición que permitía imaginar la posibilidad concreta de un juicio político a Julio Nazareno y sus acólitos.

Es también la propia Cristina Fernández de Kirchner la que decide no subirse al ring de ciertas peleas. Inteligentemente, unas semanas atrás reconoció que más allá de los deseos, una hipotética candidata con una condena en primera instancia, no era el mejor ejemplo para (ya que estamos charlando en términos boxísticos) la pelea de fondo del año próximo.

En el discurso del miércoles algunos parecieron entender que volvía sobre sus pasos y que ahora iba a intentar incidir sobre el juego político venidero. Eso es falso. Nadie se sube a un lugar del que nunca se bajó. Lo dijimos en este mismo espacio hace algunas semanas atrás: por historia militante, por compromiso con el espacio que supo construir y por la densidad política que representa su figura, la vicepresidenta va a incidir en lo que viene más allá de las candidaturas, aunque el cristinismo de paladar negro no se resigne y trate de reinterpretar cada frase en un sentido o en otro. No se trata de una canción de Patricio Rey sobre las que hay que tratar de “descular” ciertos enigmas: se trata de una decisión política ya tomada y sobre la que parece no tener retorno.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1607857178488061954

Ese desasosiego del cristinismo obedece a un pecado original: haber hecho, en el último tiempo, la construcción política del pleno, esa de jugarse una única ficha a una candidatura que vuelva a tener a “la jefa” como un parte aguas ya no del peronismo, sino del electorado en su conjunto. Debe reconocerse: cuando el pleno se acierta puede ser la mejor de las sensaciones, pero cuando se falla, el ánimo de desamparo resulta definitivo.

No se termina de entender por qué desde el cristinismo se jugó esa ficha dorada. El escenario no es muy disímil de lo que ocurría en 2019. Si los límites de hace 43 meses impusieron la necesidad de elegir a un moderado sobre el que no pocos se sienten desilusionados porque no fue lo que ellos pretendían que fuera (grave error que suele ocurrirnos a los militantes: confundir deseo político con realidad); si el techo bajo de Cristina tenía como resultado consiguiente e hipotético, un triunfo que no necesariamente le permitiría gobernar en los términos que ella lo deseaba; si el electorado argentino viene eligiendo a candidatos que habitan la ancha avenida del medio, porque no gusta de ciertas estridencias a la hora de la acción política (los casos de Pablo Javkin y Omar Perotti, por estos arrabales del mundo, resultan un buen ejemplo); hay en todo ello un error de enfoque mayúsculo. Pero cuidado, más allá de ciertas desorientaciones, y de que no se haya armado ningún “kilombo” cuando la tocaron, Cristina no está jubilada ni mucho menos.

En este contexto, con un  peronismo algo atribulado, sale la tercera pregunta de rigor: ¿se puede construir una candidatura presidencial en unos pocos meses? La historia reciente del Frente de Todos parece indicar que sí. Más allá de quién decida serlo, deberá entender que, además de la mejora de los indicadores socio económicos, adentro del ring, viene el paquete de una mafia judicial, política y periodística de proporciones. Esa misma que, en plena interna visceral, entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, no se priva de tener representantes muy activos de cada uno de los lados de esa grieta.

Desterrada la idea de halcones y palomas (deseamos que desde este lado algunos dirigentes asuman el concepto), Marcelo D’alessandro es al jefe de gobierno porteño, lo que Gerardo Milman es a la actual presidenta del PRO. Con pruebas contundentes de la pertenencia a una mafia, mientras del primero se espera sobre la mañana tempranera de viernes su renuncia, por vinculaciones muy estrechas con un asesor del presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Horacio Rosatti; al segundo lo pasaron a cuarteles de invierno a partir de su vinculación con el intento de magnicidio sobre Cristina Fernández de Kirchner, pero también por tener armada una red apócrifa de asesores y aportantes. Habrá que ver cómo actúa el mundo amarillo frente al pedido de los legisladores del FDT, para que el ex vice ministro de Seguridad de la Nación sea expulsado de la cámara por inhabilidad moral.

El 2022 va concluyendo. Como siempre, la política argentina se mostró activa, dinámica y a veces perturbadora. Se han traspasado barreras que muchos argentinos creíamos que nunca se pasarían. Aquel acuerdo suscripto hace 39 años, el que suponía cierto respeto por las formas y el fondo de las cosas, ha comenzado a crujir. Con precandidatos que prometen “bala” como gran solución al problema de la inseguridad, con dirigentes que miran al costado en un intento de magnicidio, con la violencia mediática a un click de distancia, con una región como Rosario azotada por crímenes y atentados (ahora a medios); el ánimo no resulta el mejor para los festejos.

Queda el mundial como regocijo, y desde la individualidad que supone este grupo de trabajo, la satisfacción de más de 50 análisis publicados, más allá del cansancio, de vacaciones o imposibilidades varias. Podemos seguir diciendo en lo que creemos, desde nuestra pequeñísima verdad relativa, pero desde el inoxidable honor de seguir siendo fieles a nosotros mismos. Vaya el deseo del mejor de los años para lectores y lectoras. Salud! (en siete días nos volveremos a encontrar).

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Fri, 30 Dec 2022 22:46:40 -0300
En partido https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6728-en-partido https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6728-en-partido En partido

Hay que salir a pelear,
hay que salir a luchar.
Hay que volver a encontrar,
todas las cosas divinas,
defender el lugar.

Fito Paez

En la lógica de los deportes, sobre todo en esos que nos gustan a los argentinos, en muchas ocasiones, en algún momento del desarrollo del juego se presentan situaciones en donde el que parece encaminarse a una segura y a veces dolorosa derrota, por determinadas circunstancias entiende que apareció una oportunidad de empardar las cosas y de que no todo está perdido. Va de suyo la importancia de la cuestión psicológica en los deportes de elite y también en la práctica amateur, pero un gol casual en un 2 a 0, un par de triples seguidos en un caliente partido de básquet o la posibilidad de quebrar el saque en el tenis, supone un aliciente que pone “en partido” a los vapuleados. Tal vez de esa manera pueda sintetizarse la semana política que acaba de concluir en el país, donde un alegato judicial que parecía estar construido para un fiscal que podía (y debía) florearse, terminó siendo un instrumento de una construcción política que hasta hace unos pocos días (tal vez horas), parecía improbable. De eso se trata nuestra última columna de agosto. Repasemos.

La semana comenzó con la expectativa de qué tipo de pena solicitarían los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola en la llamada causa “Vialidad” a Cristina Fernández de Kirchner y al resto de los implicados en la misma. Luego de nueve días continuados de un alegato que, a diferencia de lo que pasó con toda la sustanciación del juicio, contó con una cobertura permanente de la cadena nacional de medios hegemónicos de la Argentina, el dato de doce años de prisión y la inhabilitación perpetua para el ejercicio de cargos públicos para la actual vicepresidenta, sirvió como argumento de celebración para buena parte del llamado círculo rojo macrista, sus voceros comunicacionales y sus funcionales dirigentes partidarios.

La voracidad procesal quedó demostrada en la decisión del Tribunal en cuestión, quien le denegó la posibilidad de la ampliación de la declaración indagatoria que pidió la principal acusada para el día martes, a partir de una serie de argumentaciones efectuadas por el dúo Luciani – Mola.

https://www.youtube.com/watch?v=aNtbi1tSiWo

A partir de ello, Cristina Fernández de Kirchner se ocupó de dar a conocer aquello que no se le permitió en sede judicial. Vía redes, y durante no menos de 90 minutos, por enésima vez ocupó el centro de la escena política del país. El argumento opositor de que su alocución no fue jurídica sino política, además de parecerse a un pretexto adolescente, esconde el hecho de que buena parte del proceso resulta del segundo tipo antes que del primero.

El alegato fiscal tiene dos consecuencias: una referida a lo estrictamente judicial y la otra de raíz política. En la primera de ellas, y de acuerdo a lo expresado por Luciani, la presidenta de entonces no podía desconocer lo que sucedía en la obra pública de Santa Cruz, ya que la supuesta relación corrupta entre funcionarios y empresarios estaba fundada en un tipo de asociación ilícita de la que Fernández habría sido la jefa.

Esto depara varios análisis conexos. El primero es que el cúmulo de supuestas obras no realizadas y de atraso o sobreprecios en las que sí se realizaron (base del argumento judicial) fueron desmentidas por los propios testigos que aportó la fiscalía.

El segundo es que una organización estatal que ponga en funcionamiento cualquier tipo de obra pública, si uno de los funcionarios desarrolla un hecho de corrupción, resulta sospechosa de estar conformada en un modo de asociación ilícita. En ese sentido, la respuesta de un tal Miguel Angel Pichetto, ex candidato a vicepresidente de Mauricio Macri, afirmando que un gobierno democrático, con todos los organismos de control funcionando, nunca puede ser acusado de esa figura legal; habla por sí solo del desvarío del fiscal futbolista.

El tercero es que no aparece en las supuestas tres toneladas de prueba (Luciani afirmando que los expedientes fueron efectivamente pesados se parece más a un bufón de la corte antes que a un digno funcionario judicial), ninguna vinculación entre Lázaro Báez y Fernández de Kirchner. Ni carta, ni mensajes de texto, ni mails, ni depósito en dinero en cuentas nacionales o del exterior, cruzadas o propias. Nada. Rara asociación ilícita formada sin el ejercicio de ningún tipo de vínculos.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1562394416752517120

El cuarto, y como broche final, lo cierra el hecho de que en el alegato se aportaron elementos de otras causas que nada tenían que ver con este juicio y que, además, habían sido desechadas por otras instancias judiciales. No son pocos los que afirman sobre la prohibición de este procedimiento en un alegato final, que, según los expertos, debe presentarse como una especie de síntesis de las pruebas demostradas en el juicio.

Ese cúmulo de elementos le dio carnadura a la respuesta política que se consolidó en los días venideros. Más allá de los intereses judiciales de la propia acusada, no fueron pocos los dirigentes que entendieron que la jurisprudencia que dejarían asentada los argumentos de Luciani ponen en riesgo cualquier decisión de derecho administrativo que se tome desde todo tipo de organización estatal.

Desde hace tiempo, la consigna “si la tocan a Cristina, qué kilombo se va a armar”, funcionaba como una definición política de sus partidarios. Del otro lado de la grieta, en muchas ocasiones, se ponía la mirada en un tono burlón, lo cual se parecía a una provocación sin sentido. La respuesta inicial se conoció en la noche del martes: primero como reacción a esa decena de “vecinos” de Recoleta donde tiene su departamento porteño la vicepresidenta, que se movilizaron cacerola en mano para celebrar el pedido de condena de Luciani y el segundo como muestra de apoyo que se extendió al conjunto de las provincias argentinas.

Ciudadanos y ciudadanas, integrantes de múltiples organizaciones sociales y políticas de todo tipo o sin pertenencia a ningún espacio, supieron movilizarse de cara a defender a una dirigente que sigue siendo una referencia insoslayable. Ese fenómeno que empezó a consumarse, se vinculó al conjunto de todo la dirigencia oficialista (y en algunos opositores) que en algunos casos por convicción y en otro por la fuerza irremediable de los hechos, se sumó a la ola de apoyos.

La respuesta política e institucional del peronismo deviene en un reordenamiento impuesto por su propio ADN: desde su nacimiento en aquel mítico 17 de Octubre de 1945 que perseguía la liberación de su líder, pero además por comprensión ideológica histórico – conceptual que da por hecho que el conflicto es inherente a cierta cotidianidad. En esta coyuntura puntual, Lawfare mediante, el oficialismo movió sus fichas: no sólo por lo que pudo reflejarse en redes sino, y esto es fundamental, por lo que pudo verse en las calles.

https://twitter.com/p_justicialista/status/1562822350508158976

En el Frente de Todos nadie pareció resultar indiferente. Al apoyo de los 500 intendentes de días pasados, se sumaron dirigentes de distinto peso en el respaldo a Cristina Fernández pero también, de alguna manera, como autodefensa de cara al futuro.

Incluso Omar Perotti, descontador de sueldos de docentes, estatales y trabajadores de la salud, algo impropio y vergonzante para un dirigente político que se autodefine como peronista; y más allá de su militancia equilibrista inconmovible, se vio obligado a brindar un apoyo a través del comunicado emitido por el Partido Justicialista. Con la tibieza de siempre, pero, debe reconocerse, mal no le ha ido hasta ahora con sus modos. Huelga decirlo.

El propio presidente de la Nación se hizo visible en el tema. Fustigó  los postulados que suponen los fiscales. Visitó algún medio de “la corpo” y dio nota a algún medio amigo. Es cierto que una frase que no cae bien terminó siendo el argumento de aquellos que en la previa, (desde el propio oficialismo) se quejaban de esa visita, y que, de alguna manera, pareció darles la razón. Pero eso es sólo lo que subyace en la superficie.

Si hay algo que el resultado de 2015 dejó asentado, que unos cuantos parecieron reconocer entonces y no pocos parecieron olvidar por estos días, es que no alcanza con hablarle a los propios. La disputa política o la batalla cultural (conceptualícelo como usted quiera estimado/a lector/a) se dan en todos los frentes. Y esto no resulta así porque los más elementales manuales de comunicación política lo digan o porque seamos inocentes pensando de que, en tiempos de grietas viscerales, podrá convencerse de algo distinto a quien está del otro lado de la pantalla o del receptor. Esto es así porque a la burla, la falta de respeto y la mala información se le responde de frente y poniendo en valor todo aquello que se construye políticamente. Si somos mejores, también debemos demostrarlo jugando de visitantes. Bien por el dirigente que se anima a ir a TN pese a todo. Mal por quedar embarullado en una declaración que sirvió para sacarla de contexto.

https://twitter.com/alferdezprensa/status/1562817617756299264

Del otro lado, en Juntos por el Cambio, la reacción inicial al alegato de Luciani pareció de festejo en nombre de la república, las instituciones y “coso”. Se pareció (y lo es) a una defensa corporativa que, a partir de las declaraciones presidenciales, derivó en un nuevo pedido de juicio político que intentó mostrar una unidad que hace rato no existe.

El comentario de Elisa Carrió afirmando que fue espiada por la Policía Federal que conducía Patricia Bullrich, la negativa de Facundo Manes a firmar el pedido de juicio político a Fernández, el silencio inicial y las respuestas oscilantes de Mauricio Macri respecto de la promiscua relación entre José López, su “hermano de la vida” Nicolás Caputo y su compañero de la otrora comisión directiva de Boca Juniors Jorge Sánchez Córdova, a la sazón director del Banco Finansur, entidad de donde salió parte del dinero de los bolsos del ex funcionario y que Cristina Fernández denunciara con inestimable agudeza; demuestra, una vez más, que más allá de cierta protección mediática; en la oposición amarilla las cosas no están ordenadas ni mucho menos.

Y todo volvió a cambiar en la mañana del sábado cuando la calle donde se domicilia Cristina Fernández apareció vallada por la policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, impidiendo que los partidarios de la vicepresidenta se movilizaran hasta la puerta de su casa. La brutalidad política de Horacio Rodríguez Larreta, se entronca de manera directa con la ignorancia de clase que porta el fiscal en cuestión.

¿Acaso imaginaban que a un movimiento político que ha sufrido fusilamientos, proscripciones, destierros, desapariciones y derrotas políticas fenomenales pero que siempre se ha sabido reconstruir, lo iban a sojuzgar un juicio amañado y unas vallas de hierro defendidas por un centenar de policías? ¿Acaso suponían que a la lideresa más importante desde la muerte del General Juan Domingo Perón hasta nuestros días, podrían condicionarla con elementos tan básicos?

https://twitter.com/horaciorlarreta/status/1563693248027283462

La presentación sin preguntas del Jefe de Gobierno porteño en la noche del sábado, el parcial acompañamiento de dirigentes de su propio espacio, y si se quiere, la expresión corporal de algunos de ellos demostraron más temprano que tarde, que las consecuencias de algunas provocaciones no son gratis para sus ideólogos. ¿Fin del sueño presidencialista para el funcionario de PAMI en tiempos de la Alianza? Pregunta para la almohada.

En “Salir al sol” la canción del epígrafe que supo componer Fito Páez, en algún párrafo pide “conéctense de una vez y van a ver que es posible”. Algo de eso subyace en la respuesta que el peronismo pergeñó en las calles y que va más allá de cierta institucionalidad. Si en algún momento de la semana se pensó en una gran convocatoria que sintetice el apoyo a Cristina Fernández con cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos en el epicentro que supone la Plaza de Mayo, por ejemplo en un 17 de octubre, en las últimas horas prevaleció la idea de una movilización permanente. Como una forma de reencuentro interno, como una muestra al conjunto de la sociedad y como una respuesta inequívoca a cierta derecha que en su delirio conceptual, supone que una victoria en 2023 le daría un cheque en blanco para cualquier forma de desordenamiento de nuestras vidas. Sin haberlo construido tan claramente en la previa, el oficialismo está en partido. Y vaya sino. El condimento político y épico ya lo tiene. Sólo debe corregir un par de variables macroeconómicas. No es poco precisamente. Tampoco es imposible.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 28 Aug 2022 11:05:08 -0300
Mano y contramano https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6648-mano-y-contramano https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6648-mano-y-contramano Mano y contramano

Es tan chiflado y obnubilado,
¿qué puede ser?
Tan caprichoso y novedoso
¿qué puede ser?
Bombas de aquí, para allá
Puede ser, es irreal

Carlos “Indio” Solari

La política como actividad y la búsqueda del poder como su herramienta, pueden ser justificadas en la búsqueda de un nosotros mejor. Pero no puede dejar de admitirse que vivimos tiempos “raros”, donde en muchas ocasiones, parte de la oferta electoral opositora se centra en la reducción de derechos, mientras que los oficialismos que, contando con el manejo de los recursos del Estado, no logran hacer pie en la satisfacción de una propuesta que seduzca a las mayorías. Este fenómeno de avanzar en sentidos opuestos (que no es exclusivo de nuestro país), bien ha quedado sintetizado en la semana que se está yendo. Repasemos.

Habrá que suponer qué están diciendo los focus groups, metodología de recolección de datos tan afecto a las huestes amarillas, pero queda cada vez más a la vista, que la derecha argentina, compuesta por la suma de Juntos por el Cambio y la figura de Javier Milei (todavía no le da la estatura política para ponerle nombre a un espacio institucional), ha decidido mostrarse tal cual es. Cotidianamente leemos, miramos y escuchamos una serie de propuestas que reflejan un conjunto de pensamientos y argumentaciones que a muchos los han sacado del closet.

Apalancados en un deteriorado humor social (para lo cual recomendamos la lectura del libro “La rebeldía se volvió de derecha”, de Pablo Stefanoni), y que tiene, en el caso argentino, la referencia más relevante pero para nada exclusiva de una inflación del 60% anual; las voces del conservadurismo argentino se disputan un espacio que supone una escalada de propuestas que en ocasiones resultan ridículas, en otras impracticables pero que tienen la misión básica de actuar como globos de ensayo, método ya impuesto por el vidrioso y ahora poco visible Marcos Peña Braun (“si pasa, pasa”) cuando ejercía como Jefe de Gabinete de Mauricio Macri.

Sólo de esa manera pueden entenderse una serie de declaraciones de los últimos días, las cuales reflejan una falta de solidaridad y empatía social que se sostienen en el desoír las consecuencias que tendrían ciertas decisiones que desean tomar en caso de llegar a ser gobierno: Patricia Bullrich reconociendo que en caso de ser presidente cerraría los ministerios de Salud y Educación (entre otros); su segundo, Gerardo Milman, afirmando que la obra social PAMI debería ser cerrada y entregada a las prepagas y Horacio Rodríguez Larreta declamando a los cuatro vientos, con acto oficial incluido, la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas, nos permiten imaginar sus hipotéticas presidencias, a la vez que nos interpelan sobre el aquí y ahora, ya que declaraciones y acciones de este tipo, resultaban impensadas algunos años atrás.

Bien conocía esos límites el ex presidente Macri cuando en el medio de un debate presidencial prometió no restringir ningún derecho adquirido en la etapa kirchnerista. Lo que vino después resulta una historia harto conocida.

En el medio también hubo tiempo para la risita provocadora y sintomática de los empresarios más poderosos del país en la reunión anual de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), protagonizada esta vez por otro Braun, Federico, dueño del supermercado La Anónima, empresa extendida a lo largo y ancho de toda la Patagonia, cuando ante una pregunta de Ricardo Kirchsbaum, jefe de editores del diario Clarín, sobre cómo enfrentaba esa firma la inflación, afirmó, muy suelto de cuerpo y con una sonrisa ancha en su boca, “remarcando”.

https://twitter.com/alferdez/status/1534245562069008386

También hubo tiempo, como tan bien lo definiera Andy Warhol hace más de 50 años atrás, para los 15 minutos de fama de varios opositores con la aprobación en diputados del proyecto de la Boleta Única, que supone su utilización en un formato similar al que se utiliza en la provincia de Córdoba. Más allá de las puestas en escena, de las celebraciones y de que el instrumento de votación elegido tiene el gravoso ingrediente de que, en provincias con más de cinco integrantes a los cargos de diputados, oculta parte de la lista de candidatos, todo parece indicar que en el 2023 no habrá modificación de ningún tipo. De lo trascendido en las últimas horas, algunos se animan a afirmar que el proyecto ni siquiera sería tratado en comisiones en el Senado de la Nación.

La foto que imaginaban (o imaginan) en los sectores opositores de la derecha, con la funcionalidad que supone el acuerdo con cordobeses y santafesinos que integran el Interbloque Federal, de visualizar a Cristina Fernández de Kirchner derrotada en el Senado de la Nación y un Alberto Fernández obligado a poner en práctica el veto que tan bien supo utilizar su antecesor; tal vez termine velada antes de lo que muchos desean.

Y si hablamos de fotos que a no pocos sorprendieron, la imagen de última hora del viernes, en el lanzamiento en Gerli de la supuesta candidatura presidencial de Javier Milei, muestra que una cosa son los sets de televisión, lo cual, bien articulado, te puede servir para obtener una candidatura legislativa en una ciudad como Buenos Aires y otra muy distinta el armado y consolidación de un proyecto político que se proyecte al conjunto nacional, sin ningún tipo de anclaje territorial. Sólo a un (o una) advenedizo se le puede ocurrir organizar un evento al aire libre, de noche y con temperaturas que rozan el registro de menos que cero.

https://twitter.com/RossiAgustinOk/status/1533176868156936192

Del otro lado, en un sentido inverso, el oficialismo comenzó la semana intentando superar más temprano que tarde, la minicrisis que supuso la salida del ahora ex ministro Matías Kulfas, con el nombramiento de su reemplazante Daniel Scioli y de Agustín Rossi al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), dos hombres que seguramente le darán otro vuelo político al gobierno.

En materia de números, en la semana se conocieron un par de datos que deben ser ponderados. El primero, conocido a través del Ministerio de Trabajo de la Nación, informa sobre la buena performance de parte de la macroeconomía donde el empleo registrado volvió a subir, alcanzando una mejora del 3,61% desde el mes de marzo de 2021. Si se quiere, refieren a cuestiones que competían al eyectado Kulfas. En paralelo con ello, sus declaraciones en sede judicial referidas a la cuestión del gasoducto Néstor Kirchner, tratando de eliminar cualquier sospecha de corrupción sobre el tema, reflejan que el saliente funcionario podrá ser un excelente técnico, pero terminó resultando un muy mal cuadro político.

El segundo dato refiere a los problemas de financiamiento que ha tenido el Estado argentino al haber caído la cotización de los bonos en nada más y menos que un 10% en las últimas 72 horas. No parecen casuales las declaraciones de algunos referentes del PRO respecto de la posibilidad concreta de que, en caso de ser gobierno, dejar de financiarse con bonos a mediano plazo. Si a eso se le suma la permanente cruzada en contra de la emisión, imagínense ustedes querides lectores cuál sería la solución opositora para enfrentar obligaciones. La palabra “ajuste” comenzará a sobrevolar en el ambiente.

https://twitter.com/alferdez/status/1533975325113303040

En una semana de silencio de críticas de los cuadros medios del cristinismo (que tal vez tendríamos que celebrar), el oficialismo puso proa a dos proyectos que deberán ser tratados en el Congreso de la Nación y que vienen ganando minutos audiovisuales y centimetraje (que antigüedad) en los diarios: el de “renta inesperada”, que ya recibió las consiguientes críticas de esas almas de cristal que nuclea la ya mencionada AEA y la ampliación de números de jueces de la Corte Suprema que cuenta con el aval de un buen número de gobernadores, al que faltó a la cita, otra vez, el oficialista (?) Omar Perotti y que, como no podía ser de otra manera, fue cuestionado por buena parte de la corporación judicial que bien supone, que otros números en la conformación cortesana, podría cambiar drásticamente el actual escenario que le da vida.

Con el correr de las semanas podrá verse en qué medida el oficialismo puede construir algunos consensos que, aunque resulten circunstanciales, sirvan para imaginar una sociedad un poquito más justa, donde los que se han visto beneficiados enormemente, por un hecho como la guerra entre Rusia y Ucrania, tributen más, y para que, cuatro señores sentados en sus cómodas poltronas dejen de contar con recursos de poder desmedidos.

La frutilla del postre le cabe a la presencia de Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas. Con escasa intención de meternos en el análisis internacional, digamos que el primer mandatario sintetizó en ocho minutos, buena parte de los problemas que alcanzan a la región.

https://twitter.com/CasaRosada/status/1535025800235335683

Su reclamo casi fuera de protocolo sobre la imagen gráfica del evento que omitió la presencia de las Malvinas, su reactualización de aquella definición doctrinaria de Juan Domingo Perón que se sintetizaba en la díada “unidos o dominados” y la referencia de la complicidad del gobierno de Donald Trump en el crédito que el Fondo Monetario Internacional le otorgó irresponsablemente a un desvencijado gobierno macrista, le dieron al presidente una centralidad que no pasó desapercibida. La respuesta de las últimas horas de un tal Horacio Rodríguez Larreta, que de cualquier manera intenta subirse a una carrera presidencialista que por momentos parece no despegar, hablando de “falta de coherencia” en el discurso, supone un modo más, el enésimo, de los sentidos opuestos, de mano y contramano que oficialistas y opositores han emprendido.

El quehacer político de varios de los nombrados más arriba resulta, tan obnubilado y chiflado, que nos permite preguntarnos qué puede ser lo que le está dando sentido a ciertas coyunturas. Bombas de aquí y de allá. Discursos enceguecidos que, de alguna manera, suponen la eliminación del otro. No es una mera canción de un afiebrado poeta del rock. Es la amenaza hecha y derecha de las derechas. Y es el intento de un gobierno que disputa su eficacia por caminar en un sentido inverso. Más allá de los errores no forzados de un lado y de otro, la disputa se sintetiza en esos términos: más o menos derechos para todas y todos. Las máscaras han comenzado a caerse. Sólo queda estar atentos.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 12 Jun 2022 11:15:05 -0300
En su salsa https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6633-en-su-salsa https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6633-en-su-salsa En su salsa

Mientras el oficialismo convive con los límites que impone la gestión y las diferencias que han quedado expuestas desde setiembre de 2021, profundizadas por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la derecha argentina empieza a dar señales cada vez más claras y evidentes de qué tipo de gobierno desea conducir en caso de ganar las presidenciales del año próximo. Más allá de las internas, que son también a cielo abierto, la semana que culmina fue pródiga en algunas definiciones que merecen ser revisadas. Repasemos.

La derecha argentina se aglutina en el conjunto que supone el espacio de Juntos con el flamante agregado de la figura de Javier Milei, quien ha sabido ganarse un lugar en la atención pública, a fuerza de las recurrentes invitaciones de programas de televisión por cable y que con un discurso que lo ubica en el extremo político, se ha convertido en legislador de la Nación.

Esa derecha que se dice protagonista del siglo XXI, pero que cuando se le presta atención a su derrotero político (con las variantes del caso), representa valores decimonónicos, se imagina con reales posibilidades de un triunfo electoral. Esto se ancla en tres factores determinantes: a) un tiempo social donde soplan vientos tan extraños que lo que resulta en su esencia conservador, se muestra a la vista de todos como transgresor y transformador; b) el momento político de un oficialismo que no termina de saldar una interna persistente y que genera un enorme desgaste cotidiano y c) en el hecho de que supo construir un núcleo duro de pertenencia que se articuló más allá del enorme fracaso de la gestión macrista y que se sostuvo por la radicalización operada entre 2017 y 2018, cuando el triunfo legislativo primero y la devaluación después, operaron en la necesidad de mantener lo propio, dejando de hablarle a “todos” los argentinos. A ello se sumó la llegada de la pandemia (marzo de 2020) que puso la agenda pública en otro lugar, evitando la incomodidad de que no pocos dirigentes rindieran cuenta de la gestión que sucedió al kirchnerismo.

Los tres espacios que componen la derecha argentina, que, aunque nos cueste aceptarlo, llegaron para quedarse, esta semana produjeron novedades dignas de mención.

https://twitter.com/UCRNacional/status/1530369173573885953

La Unión Cívica Radical, con sus internismos a cuestas, referenció nuevamente a la Convención como ese espacio institucional que le permite mostrarse como un partido con todas las formalidades que a cierta partidocracia le gusta referenciar y que se sostiene en el tiempo. Lo que ha empezado a despejarse con algunas decisiones de última hora y con la elección de Gastón Manes como presidente convencional, es que su hermano y socio comercial Facundo, intenta mostrarse como un segundo precandidato presidencial que se sume a lo que ya definido públicamente Gerardo Morales. Algunos, demasiados optimistas, van por más, e imaginan al neurocirujano como único precandidato que represente una especie de síntesis radical sobre el que el centenario partido debería recostarse en lo que será una inevitable PASO, allá por agosto de 2023 con el Pro.

Ahora bien, mientras ese internismo se canaliza y se declama unidad en la Convención, también debe decirse que no sale de ese espacio ya que, por ejemplo, al interior del bloque de la Cámara de Diputados, las divisiones siguen a la orden del día. Y, por otro lado, el partido fundado por Leandro N. Alem, no parece superar el umbral de esas discusiones, sin mostrar demasiadas propuestas a la sociedad, de qué harían en caso de ser gobierno a partir del 10 de diciembre del año que viene.

Quien sí se animó a mostrar algunas cartas fue el propio Horacio Rodríguez Larreta quien, en un par de ocasiones, brindó definiciones que lo alejan de ese perfil de “paloma moderada” que ha intentado mostrar al cabo de su proyección política. En primer término, definió que no respeta (y nunca lo hará) al presidente Alberto Fernández, a partir de las diferencias que han surgido en las gestiones de ambos. Luego confirmó que, en caso de llegar a la primera magistratura, intentará gobernar en acuerdo con el 70% de la representación política de los argentinos, lo cual supone excluir el 30% restante que tributa en el kirchnerismo. Rareza uno: extraño el caso de republicanos que se imaginan a sí mismos como tales, pero que en el devenir de su construcción política, no respetan al adversario y se imaginan gobernando sin la representación que supone un espacio con varios millones de votos en su haber.

No conforme con esto fue por más. Anunció que propiciará una reforma laboral y una reforma jubilatoria, sueños húmedos de una dirigencia empresarial que cuando le va bien pide reformas que, a la larga, generan tal nivel de exclusión social que termina yendo en contra de sus propios intereses y que, cuando a partir de esas medidas el deterioro es evidente, pide un Estado activo que lo saque de la crisis. Esta historia, de algún modo, resulta recurrente y circular, repitiéndose una y otra vez, desde hace, por lo menos, un siglo. Rareza dos: más extraño el caso de pedir reformas laborales en contextos donde el desempleo ha bajado al 7% y la actividad económica bate algunos récords dignos de mención.

https://twitter.com/Ambitocom/status/1528727648054022144

Del otro lado, quien en algún momento fue su jefe político y con quien el actual jefe de gobierno porteño mantiene una relación de idas y vueltas que se resumen en la sobrevivencia política de ambos, también conocimos declaraciones televisivas. En una nota en el programa que conduce la inefable Viviana Canosa (tratamos de ser sutiles), Mauricio Macri afirmó que su gobierno empezó a decaer cuando le tiraron toneladas de piedras a la casa de gobierno. Evidentemente el ex presidente no tiene la más mínima autocrítica real de lo que ha sido su gestión. Con esas y otras declaraciones que van en el mismo sentido, confirma el por qué le fue como le fue, hablándole, en definitiva, al ciudadano que representa la figura, si se quiere, del analfabeto político. Sólo así, en la apelación a cuestiones emocionales, se pueden entender esos dichos.

El error macrista fue interpretar que un buen resultado electoral como el de 2017, representaba un cheque en blanco para hacer cualquier cosa. En ese contexto debe enmarcarse la reforma jubilatoria a fin de ese año, sancionada sin el más mínimo consenso opositor y debiendo sumar a ello el marcado deterioro social que trajo aparejada la devaluación de junio de 2018.

Para tener una renovada proyección política, Macri necesita (al igual que Patricia Bullrich, que de alguna manera sería quien tomaría la posta de esa representatividad) operar sobre una especie de trotskismo de derecha, haciendo que el viejo oxímoron de “cuanto peor mejor”, le habilite un deterioro en las expectativas del actual oficialismo y sus votantes de 2019 y un fortalecimiento de buena parte de ese núcleo duro que conserva el PRO desde 2015.

Pero, ese camino, de alguna manera enfrenta un riesgo tangencial ya que en un escenario de marcado deterioro social, con un peronismo que no haya sabido cumplir con el contrato electoral que le fue encomendado, nadie puede garantizar que esa onda expansiva no pueda alcanzar al ex presidente de Boca Juniors, que el último domingo le debe haber dejado una mueca a mitad de camino de satisfacción y disgusto, ya que el campeonato xeneise empodera, indudablemente, a sus detractores políticos que habitan el club de la rivera porteña.

Ese riesgo alcanza al resto de los contertulios que componen el espacio de Juntos, pero potencia de alguna manera, al otro integrante de esta tríada, Javier Milei, quien, en la semana que está terminando y a partir del horror que supone el crimen de 21 personas en una escuela texana, no tuvo empacho en reconocer que la libre portación de armas es una opción que le resulta viable.

https://www.youtube.com/watch?v=CKVdMJIdwX8

De tan claro, lo de Milei ya resulta una obviedad: desde su enojo ficticio le habla a los enojados reales. Y en el devenir va tejiendo alianzas al interior del país ya que la política, aún en tiempos de redes y virtualidades también se construye en el territorio, y es por ello que empezó a mostrarse con algunos referentes que bien valen mencionar.

Para muestras, dos botones: se supo que la fulgurante estrella política asistirá en algunos días a un acto en Tucumán con Ricardo Bussi, hijo del represor y asesino tucumano (de quien fuera su asesor en el Congreso de la Nación); y días atrás nos enteramos que en nuestra región logró un acuerdo con José Bonacci, ex concejal, experimentado hombre en conocer todos los vericuetos del sistema electoral santafesino, titiritero de variadas marionetas políticas, creador de cuanto sello partidario pueda imaginarse, fundador del Partido del Campo Popular, de UNITE  y personaje político que en algún momento estuvo cercano a Alejandro Biondini. Que el estimado lector y la querida lectora saque sus conclusiones de cómo se vinculan libertarios estos outsiders de la política. Es indudable que Dios nos cría y el viento nos amontona.

Agosto de 2023 está lejos, pero no tanto. En tiempos políticos, económicos y sociales complicados, aquellos que quieran protagonizar el tiempo que viene, deberán exponer cada vez más claramente sus ideas. Esta semana que pasó, por las razones que expusimos líneas más arriba, la derecha argentina se mostró en su salsa: el radicalismo con su internismo a cuestas, Rodríguez Larreta endulzando oídos empresariales, Macri jugando al yo no fui y Milei reconociendo que las miserias de la sociedad norteamericana, esa que le garantiza la tristemente célebre segunda enmienda de portar armas, resulta una aspiración en sí misma. Todo ello quedó a la vista. Estamos avisados.

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 29 May 2022 11:19:06 -0300
El protagonismo de los excluidos https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6572-el-protagonismo-de-los-excluidos https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6572-el-protagonismo-de-los-excluidos Javier Milei y Patricia Bullrich

A poco más de diez días de las elecciones legislativas generales, resultado que marcará el pulso de la política argentina del próximo bienio 2021 – 2023, la primera semana de noviembre trajo algunas novedades que sirven para confirmar que el proceso electoral en curso, ha tenido algunas características que lo distinguen. Si es el resultado de lo que en materia de humor social dejó la pandemia de manera circunstancial o si, responde a situaciones que llegaron para quedarse, es una cuestión que sólo el tiempo confirmará. Por ahora, aportemos algunos elementos para clarificar la idea. Repasemos.

Más allá de los resultados que dejaron las PASO y de los que puedan dejar las del domingo 14 de noviembre, hay tres elementos que distinguen a estas legislativas de 2021 y que van por fuera del análisis de la acción de gobierno (lo cual merecería otro recorrido): el fracaso de las encuestas, un protagonismo político repartido entre candidatos y referentes que por diversas razones no pudieron (o no quisieron) serlo y las profundas divisiones al interior de Juntos por el Cambio que no resultaron óbice para obtener un claro triunfo electoral en setiembre.

Lo hemos venido marcando desde mediados de setiembre, una vez conocidos los resultados del domingo 12: nadie previó los números finales. Desde el gobierno se imaginaba la posibilidad concreta de mantener una fidelidad del electorado que rondara alrededor del 40% de los votos nacionales (siempre por encima) y que, teniendo en cuenta los efectos del Covid sobre la población, más el hecho “natural” para el sistema político argentino, donde, en cada elección legislativa el voto resulta mucho más repartido entre múltiples fuerzas, era poco probable mantener el 48% de los votos de 2019.

Todo ello resultaba apalancado por la multiplicidad de estudios de opinión que establecían una victoria oficialista que, si bien no serviría para celebrar con un espumante burbujeante, permitiría darle cierta previsibilidad al oficialismo.

Nada de ello ocurrió, y Argentina se subió a un escenario mundial donde, en no pocos países, las encuestas previas no alcanzan a anticipar adecuadamente ciertos resultados.

¿Errores de medición por la forma de recolección de datos? ¿Voto oculto? ¿Decisión ciudadana tomada en el mismísimo cuarto oscuro lo cual hace realmente imposible recolectar el dato previo? Tal vez ninguna de estas situaciones resulte excluyente, y nos enfrentemos al peso cada vez más significativo de cada una de ellas, pero lo cierto es que, esa incertidumbre sigue campeando por estos lares. Sirva como ejemplo la multiplicidad de estudios (¿u operación política?) que por estos días pululan en redes y portales de todo tipo. Mientras unos nos dicen que los resultados se mantendrían más o menos inalterables como hace siete semanas, otros nos cuentan que en algunas provincias el oficialismo derrotado, cuanto menos, acortaría ventajas.

Lejos estamos desde esta columna de desprestigiar y desdeñar los estudios de opinión que en muchos casos se realizan con el rigor académico respectivo. Decimos que las fallas de las últimas mediciones resultan, de alguna manera, la base de cierta incertidumbre y de allí ciertas lógicas políticas que pueden resultar confusas.

La semana tuvo, como referencia insoslayable en la realidad del mundillo de Juntos por el Cambio, el protagonismo de algunos actores que, de alguna manera, habían intentado ser excluidos del proceso electoral en curso. Hemos comentado, sobradamente, que la disputa por el armado de las listas había dejado a Horacio Rodríguez Larreta como claro ganador del proceso. En los casos de CABA y de la provincia de Buenos Aires, Mauricio Macri había tenido que conformarse con colocar en lugares expectantes a sus hombres y mujeres más leales y en el resto de las jurisdicciones más importantes del país, lejos estuvo la posibilidad de confluir en listas de unidad. El resultado: en todas las provincias han prevalecido dirigentes que se opusieron a las huestes del ex presidente.

Pero ello no obsta a que Macri siga teniendo protagonismo. Por un lado, por el peso de lo judicial, que lo pone en el centro de la escena a partir de la causa que en Dolores investiga el Juez Martín Bava, dado el espionaje contra los familiares de los 44 marineros del ARA San Juan, y que esta semana lo tuvo como referencia ineludible al presentarse ante el tribunal y en el ingreso a la sede judicial no se le ocurrió mejor idea como “acto reflejo” que tirar al piso un micrófono de la señal de cable C5N. Resultó tan bochornoso el hecho, que en una publinota realizada por el siempre indignado Jonatan Viale, el ex presidente tuvo que ensayar una forma de disculpa y tanto las organizaciones como ADEPA (dueños de diarios) y FOPEA (foro de periodistas que se dicen defensores de la libertad), ambas afines a todo lo que supone el derrotero macrista, salieron a cuestionarlo en sendos comunicados. Como diría mi abuela: “como estará la cañada, que el chancho la cruza al trote”.

https://www.youtube.com/watch?v=yJPAIwnlcVk

Por el otro lado, Macri también se las ingenió para hacerse visible al reconocer en Javier Milei, ese esperpento violento y sectario al que los argentinos deberíamos prestar mucha más atención como fenómeno político a consolidarse, como un hombre que tiene sus mismas ideas económicas. El mensaje tiene una visible doble vía: a la vez que lo condiciona al propio libertario, ya que éste salió a reconocer que tres semanas antes de las elecciones se habían reunido para hablar de economía, por otro lado, da una fuerte señal hacia la interna amarilla que disputa clientela política con el recién llegado al Partido Libertario, quien con sus hilarantes definiciones sobre el concepto de casta, no hizo más que confirmar la enorme vigencia del teorema del fallecido Raúl Baglini que establecía que el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder. Milei aún no ha sido electo diputado, pero ya empezó a dar señales de alguna forma de racionalidad política. Sólo basta revisar, Google mediante, qué decía el libertario de la figura del ex presidente boquense.

La otra referente que en la semana tuvo su cuota profundizada de visibilidad política fue la actual presidenta del Pro a nivel nacional Patricia Bullrich. Ninguneada por los dos líderes del espacio, que le negaron la posibilidad concreta de participar de una interna en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con su consiguiente enojo posterior, decidió “caminar” el país en apoyo de los candidatos propios y en su rol de autoridad partidaria.

En ese contexto, fue en la ciudad de Salta que se preguntó si “Cristina Fernández había planificado una cirugía porque no quería estar en el estrado cuando se conozcan los resultados de las elecciones del domingo 14”. Teniendo en cuenta que la razón de ser de la cirugía refería al riesgo de un hipotético tumor maligno que finalmente no fue, la bajeza declarativa de la presidenta de uno de los principales partidos de la oposición, no tiene la más mínima justificación. El “Viva el cáncer” de los 50’, o el “por algo será” de los 70’ se reeditan irremediablemente en pleno siglo XXI, confirmando que la estupidez humana no sabe de rangos políticos, etarios ni de clase. Que ningún dirigente opositor, ni comunicador, ni filósofo o en su defecto humorista devenido en opinador mediático serial, hayan hecho alguna referencia al asunto, muestra que para muchos de estos republicanos de cotillón, la idea del respeto y de cierto declarativo solo valen cuando se trata de los propios.

Más allá de los enojos circunstanciales, el trío Macri – Bullrich – Milei representan parte del mismo fenómeno. El último de ellos expresa la brutalidad visceral de un sector de la Argentina que siempre ha existido (queridos lectores y lectoras, todos tenemos amigos o familiares fascistas y violentos), y los dos primeros en su cercanía, reflejan el intento de una sobrevida (y fortalecimiento) política ante el hipotético e incipiente estrellato de Horacio Rodríguez Larreta.

Esta es la novedad del presente proceso electoral: una fuerza política que llega con sólidas expectativas de alcanzar un triunfo trascendente pero atravesada por una interna que, durante dos años, ha sido lo suficientemente bien resguardada para cumplir con dos objetivos básicos: hacer olvidar el desastre económico y social de la gestión 2015 – 2019 y ser alternativa real de gobierno para 2023. El éxito en lograr esos objetivos dependerá, una vez más, de lo que decida el pueblo argentino en apenas una semana. Y luego, habrá que hacerse cargo.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 07 Nov 2021 09:21:52 -0300
Tiempo de salida https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6522-tiempo-de-salida https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6522-tiempo-de-salida Tiempo de salida

El tiempo me enseñó que con los años,
se aprende menos de lo que se ignora.
El tiempo, que es un viejo traicionero
te enseña cuando ya llegó la hora.

El tiempo me enseñó que la miseria,
es culpa de los hombres miserables,
que la justicia tarda y nunca llega,
pero es la pesadilla del culpable.

Tabaré Cardozo

“El tiempo no para” cantaba el malogrado Cazuza, allá por mediados de los noventa. Su bellísima canción, algo así como un grito de guerra, bronca y pedido de auxilio en la ola conservadora que gobernó el mundo sobre finales del milenio pasado, y que tan bien reversionó Bersuit Vergarabat, hablaba, entre tantas otras cosas, de pasado, de presente y de futuro. Si algún macrista de paladar negro, suponía que a su líder se le terminarían los problemas el 10 de diciembre de 2019, podemos decir que no sólo ya han pasado los suficientes meses para confirmar su error, sino que, la semana que acaba de culminar, muestra, como nunca, los límites que puede enfrentar un dirigente político cuando sus acciones del pasado cobran una resignificación aleccionadora. Repasemos.

El fin de semana anterior, horas después de que entregáramos nuestro artículo de cada semana para su edición, se conocía el dato que comenzaba a ordenar las piezas de ajedrez del tablero de la política porteña. Una aclaración para el dormido que nunca falta: le ponemos atención a lo que pueda suceder en el devenir de Buenos Aires porque de lo que allí sucede, sobre todo en el Pro, tiene evidente proyección sobre el resto de las piezas que inciden en el escenario nacional.

El día sábado, la ex ministra y actual presidenta del partido, Patricia Bullrich, anunciaba que no participaría (como candidata) del proceso electoral en ciernes. Su derrota política (y la del sector sobre el que Mauricio Macri decidió recostarse políticamente una vez concluido su mandato), no podía resultar más evidente. Horacio Rodríguez Larreta, ahora sí, se mostró como un dirigente con algunos atributos que lo pueden proyectar en la pelea grande. Su capacidad de negociación con propios y extraños y la inestimable utilización de una serie de recursos que supone la administración de la ciudad más rica del país, terminaron poniendo en jaque la intentona de “La piba” de imponer su nombre como cabeza de lista en un esquema de unidad o la posibilidad siempre declamada de ir a una interna en las PASO que se avecinan.

https://twitter.com/PatoBullrich/status/1411418698603245572

Nada de ello pasó y, como en la leyenda del zorro que cuando no llegaba a las uvas declamaba “no importa, están verdes”, la reducidora de sueldos de jubilados y estatales tuvo la peor respuesta política que pueda darse: aquella que sale desde el despecho. Afirmó que, a sabiendas de que ganaría la elección interna, no participaba de ella dado que el desgaste que eso generaría, pondría en una situación de debilidad extrema a la principal fuerza opositora del país. Para confirmar su enojo, el anuncio fue complementado con un video que la muestra llegando a un encuentro con vecinos donde ella es más reconocida que el propio alcalde porteño. En fin, de desaires está lleno este mundo injusto.

La derrota fue absolutamente clara. El diálogo previo entre Macri y María Eugenia Vidal donde ésta desoía el pedido del ex presidente de competir en provincia de Buenos Aires, el alineamiento de Carrió con la figura de Rodríguez Larreta y el diálogo entre “Mauricio y Horacio” con el consiguiente viaje del ex presidente a Europa, habían sido señales lo suficientemente importantes para no subirse a una disputa que tenía, para el sector más duro del macrismo, bastante de riesgo antes que de certeza política.  

Pero si el presente le dio a Macri una muestra de que ya nada es lo que era, algunas noticias de estos días, y que vienen de un pasado lejano, golpearon en la línea de flotación política del ex presidente.

La primera de ellas no se circunscribe a su exclusiva figura, sino también al consorcio empresarial que supo construir Franco Macri y que tiene como cara visible al segundo de los hijos, Gianfranco. La quiebra del Correo Argentino dispuesta por la Justicia, va de suyo que tiene una implicancia “comercial” de proporciones ya que hablamos de desguazar una empresa, sin muchos activos, a los fines de que los acreedores (entre ellos el Estado nacional) cobren una deuda de 6.000 millones de pesos. El punto en cuestión es que ya se ha planteado el pedido formal de parte del procurador Carlos Zannini de ir sobre los bienes de los garantes, en este caso Socma (Sociedad Macri), orgullo y emblema de aquel italiano calabrés que supo congraciarse con el poder y construir un imperio de proporciones, de la mano de la Patria Contratista.

Pero el mayor impacto es, antes que nada, político.

Por un lado, interpela a la Justicia argentina. Resulta legítimo preguntarse porqué una causa de una “mera” quiebra, puede dilatarse veinte años. ¿Se autoevalúan los sectores judiciales implicados que permitieron que se llegara a esta situación? ¿Creen, en serio, aquellos referentes que plantean que el Poder Judicial debe auto depurarse, sin injerencia de los otros dos poderes, que le hacen algún tipo de favor a la “República” que dicen defender? Difícil que el chancho chifle, diría mi abuela.

Y, por otro lado, muestra la mala lectura que hace de la cotidianeidad política Mauricio Macri. A falta de un Jaime Durán Barba que lo asesore, el primogénito de Franco dio alguna señal previa de lo que se vendría después, cuando vía Facebook, publicó una carta denunciando una serie de persecuciones que no son tales. Veinte años litigando, el intento de pagar una deuda (que al comienzo del pleito no era reconocida) varias veces menor, la absurda e impúdica postura de estar de los dos lados del mostrador, tratando de cerrar un acuerdo que, afortunadamente, fue valientemente denunciado por la fiscal Gabriela Boquín en 2016, no parecen ser, precisamente, las muestras de una persecución.

Por redes, desde Europa, tratando de mostrarse como un líder de la derecha latinoamericana, insistiendo hasta la grosería política al afirmar que, es peor el populismo que el virus Corona, quien se ha llevado la vida de 4 millones de seres humanos en todo el planeta, Macri se muestra cada vez menos empático con aquellos que, sin ser sus enemigos políticos, no forman parte de su núcleo de pertenencia ideológica más cerrado.

La segunda cuestión que el pasado trae como resaca y para lo cual, de alguna manera, deberá dar explicaciones, refiere al escándalo suscitado a partir de la denuncia del gobierno boliviano, que refiere sobre el apoyo con armas y (parece que también con) fuerzas de seguridad e inteligencia del Estado argentino en el golpe de Estado que sufrió Evo Morales. En un capítulo que recién se inicia y que involucra a varios funcionarios de primer nivel del macrismo gobernante de aquel entonces, de confirmarse la denuncia con las consiguientes consecuencias políticas, judiciales y legales que ello podría acarrear, habrá que preguntarse en qué medida Mauricio es Macri y en qué medida es Blanco Villegas.

Habrá que empezar a reversionar aquella máxima de Néstor Kirchner que afirmaba que Mauricio es Macri, cuando intentaba simbolizar en una frase, la pertenencia a una forma de vivir de los negocios del (y con el) Estado.

Si las elites argentinas se consolidaron como tales, desde la Campaña del Desierto para acá, a sangre y fuego, avalando todo tipo de violaciones a los derechos humanos, dando apoyo sistemático desde lo económico, lo político y lo no político que supone la eliminación del otro que se transforma en enemigo, a aquellas fuerzas que se opusieron a la irrupción, estabilidad y perdurabilidad de los movimientos populares, tuvieran el signo partidario que tuvieran, sería legítimo preguntarse (otra más y van…) cuán distintas resultan esas acciones de lo que se denuncia que sucedió en Bolivia. ¿Estamos en presencia de un nuevo Plan Cóndor, esta vez desarrollado por gobiernos que han sido legitimados por el voto popular? Si es así, estamos a las puertas de una crisis de proporciones tales que el articulista no se anima a conjeturar.

Hace unos cuantos años, el genial Canario Luna, nos cantó que el “tiempo es un viejo traicionero que te enseña cuando llegó la hora”. En versos escritos por el no menos genial Tabaré Cardozo, también nos dijo que la Justicia nunca llega, pero que es la pesadilla del culpable. Algo de esto parece haberse reflejado esta semana que pasó y parece señalar un destino inexorable para alguien a quienes muchos argentinos miraron esperanzados. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.  

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 11 Jul 2021 10:06:17 -0300
La rayuela, el miedo y las elecciones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6511-la-rayuela-el-miedo-y-las-elecciones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6511-la-rayuela-el-miedo-y-las-elecciones La rayuela, el miedo y las elecciones

Y a veces tengo miedo de morir,
y a veces tengo miedo de nacer
y a veces ya no sé por qué razón (temer)
le temo al miedo.
Podría estar aquí o estar allá
vivir en un jardín o en un corral
el monstruo que me mata, me mata, me mata,
vive adentro.

La Portuaria

A riesgo de ser nominado como grupo de riesgo (y asumiéndolo), en el lejano tiempo de nuestra infancia, donde la calle era aliada y no la enemiga pública en la que la convertimos durante este siglo XXI que habitamos, lo lúdico era (como en todos los niños) el centro de nuestras vidas.

El siempre presente fútbol, la guerra en una plaza que poco tenía de la prolijidad del actual Parque Irigoyen, pistas de autos dibujadas en las veredas, bajar los frutos de los paraísos que luego nos servían como munición para algunas “disputas” que se definían con esas armas letales que se construían a base de ruleros y globos; eran parte de nuestra cotidianeidad barrial.

Pero había uno que sobresalía especialmente, dado que, en aquellos tiempos de machismo irreductible, jugarlo habilitaba a poner en duda la hombría del niño que lo practicaba: la rayuela. No hace falta, queridas lectoras, queridos lectores, que explique las características del juego, sólo diré que representaba todo un interesante desafío físico pulular de base en base, con una pierna para luego agarrar algún elemento del suelo. En los tiempos políticos que corren en la Argentina, buena parte de la oposición (no contando solamente en ella a dirigentes partidarios), salta de tema en tema, de indignación en indignación, tratando de tomar algo del piso que le fue esquivo en 2019 y que corre riesgo de volver a serlo en 2021. Y aquí sí debemos una explicación. Repasemos.

Lo hemos dicho hasta el hartazgo en estos más de trece meses de pandemia: se hicieron denuncias de infectaduras, de atentados contra la libertad, de inocular con veneno a la sociedad, de vacunatorios vip, de que La Cámpora administraba las dosis, de que la adquisición de Sputnik V era parte de una relación casi enfermiza de Cristina Fernández con Vladimir Putin, de que los menores de 60 años no serían vacunados hasta el 2022, de que si Pfizer, que en enero nos habría provisto de 14 millones de dosis, hubiera pedido el territorio de Las Malvinas deberíamos haberlas entregado, de que faltaban vacunas de primera dosis, de que la relación con el laboratorio nacional que produce la AstraZeneca en el país era parte de una estafa, de que EE.UU jamás nos mandaría vacunas que le sobran, de que los operativos para ir hasta Moscú son caros, y ahora, en la última perlita de los últimos días, de que faltaban segundas dosis de las que produce el Instituo Gamaleya y que las vacunas colocadas en los brazos de los argentinos, se vencían.

En fin, un largo derrotero de falacias que han sido desmentidas por la realidad, sistemáticamente, una a una. En la mayoría de los casos (y debo confesar que hice un recorrido bastante acotado de los delirios pandémicos de este período) las afirmaciones carecían de argumentación y de fundamentos sostenidos por la ciencia. En todos ellos, parte de esa oposición y su estrecha vinculación con la corporación mediática hicieron el resto. Se ha recurrido al miedo como forma de construcción política. Se viene jugando a todo o nada. Y se instala, en algunos casos de manera perversa y en otros de manera errónea, la falsa idea de que las elecciones de setiembre y noviembre son definitorias y de que se juega el destino de la Patria ya que estamos a siete diputados de ser Venezuela o Nicaragua, según el interlocutor que lo plantee.

Que los sectores opositores agiten ese fantasma es entendible por las razones que venimos explicando en esta columna desde el mismísimo 10 de diciembre de 2019: su imposibilidad absoluta de mostrar algún logro de gestión en los cuatro años que administraron el país. Ahora bien, que sean los propios sectores oficialistas que habiliten ese mismo enfoque es un error de proporciones que tiene dos condicionantes. Uno, palpado en la historia reciente del país, cuando a partir de la derrota de medio término en las elecciones de 2009, se configuró el Grupo A en el Congreso con un claro perfil opositor y pese a ello, dos años después Cristina Fernández obtuvo una victoria impensada en la noche del 28 de junio de 2009.

El segundo condicionante refiere a los límites del juego del todo o nada ya que, como en la vida misma, jugar un pleno sólo sirve para el devenir de un casino, y no para el trajinar de la administración de un país. Construir imaginariamente derrotas o victorias definitivas en tiempos que no lo son, supone un error de enfoque que compra la línea discursiva de sectores que, de manera ya no tan sutil, comienzan a instalar la idea de la deslegitimación electoral.

Primero fue Mauricio Macri, quien sembró dudas en una entrevista ante dos periodistas de TN, sobre el resultado electoral de 2019. Esa construcción discursiva en la voz del ex presidente tiene, a su vez, tres factores que le juegan en contra. Es una burda mentira, ya que no se explicaría, por ejemplo, porqué el kirchnerismo siendo oficialismo permitió su triunfo en 2015, y cómo logró instalar el fraude siendo Juntos por el Cambio quien había coordinado las elecciones de 2019.  A su vez, demuestra su incapacidad manifiesta para entender los resultados electores y, además, lleva consigo una alta dosis de soberbia que se emparenta más con su pertenencia de clase (que jamás entendió la lógica del pueblo argentino) antes que con un dirigente lúcido que acepta las verdades definitivas de los votantes.

https://www.youtube.com/watch?v=7WuMrZy0Myg

En esa entrevista ante el canal del Grupo Clarín quedó claro que el ex presidente ya no es la estrella de otrora. Haber hecho el sano ejercicio de la repregunta de las periodistas demostró, una vez más, la escasa capacidad de Macri para salirse de los discursos pre moldeados. La semana se refuerza con la continuidad de la novela de las candidaturas de Juntos por el Cambio, fundamentalmente en el Pro, donde Horacio Rodríguez Larreta no termina de aceptar los planteos macristas en el reparto territorial y en la confección de listas, dejando un espacio abierto para la posibilidad concreta de una interna que, según se dice públicamente, nadie desea del todo.

En esta vuelta de tuerca de usar al miedo como recurso, también apareció la inestimable ayuda de un grupo de intelectuales (parece que el Grupo Aurora murió nonato), que identifican un escenario de incertidumbre y de intento de deslegitimación a lo que puedan decidir los argentinos, que preocupa. En la carta, no aparece ni una sola palabra de autocrítica por haber apoyado a un gobierno que empeoró todos los indicadores sociales y económicos del país. Refieren al aumento de la pobreza como un elemento que tiene como responsabilidad exclusiva a la administración de Alberto Fernández sin poner bajo real valor lo generado por la pandemia ni, lo que sería su mayor aporte, el reconocimiento de la situación de indefensión en la que quedó el país luego de la administración amarilla.

De alguna manera, la carta comentada, actúa, una vez más, como reversión política de los erradores seriales de la economía que anuncian vientos de cola y cataclismos económicos desde el mismísimo 25 de mayo de 2003.

https://twitter.com/LongobardiM/status/1408449738047905796

Desde aquella famosa publicación de Claudio Escribano sub director del diario La Nación, que afirmó que, a partir de la llegada de Néstor Kirchner al poder, Argentina había decidido darse gobierno por un año, pasando por las reiteradas muertes políticas de Cristina Fernández, hasta llegar a la desaparición definitiva del kirchnerismo, han sucedido una variedad de hechos que demostraron, que presagiar en política se parece más a un juego de conciencias con una alta dosis de autoestima, antes que a intelectuales que saben desglosar los elementos de la realidad. La antítesis de alguna manera, con un tal Horacio González, quien en su ciclo vital hizo realidad aquella vieja aspiración gramsciana del intelectual orgánico, habiéndose transformado en un formador de miles de discípulos que aprendieron a valorar su agudeza, su complejidad política y calidez humana, resulta obvia.

En los procesos electorales la exageración es parte del combo de dimes y diretes con los cuales convivimos a diario y no está mal acostumbrarse a ello como ciudadanos maduros y responsables que portamos, afortunadamente, casi 40 años de democracia sobre nuestras espaldas. Pero el miedo, como la tristeza que pretenden inculcarnos en nuestro día a día desde hace 76 años, es un factor que no opera sólo por el mero interés de imponerlo. En estos tiempos se intenta construir sobre la base de un posible resultado electoral que, como ha sido recurrente en la Argentina, a varios, les costará aceptar y entender.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 27 Jun 2021 10:16:07 -0300
La política y la Ceiba https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6508-la-politica-y-la-ceiba https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6508-la-politica-y-la-ceiba La política y la Ceiba

Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir,
y al fin andar sin pensamiento.
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento
Después... ¿qué importa el después?
toda mi vida es el ayer
que se detiene en el pasado.
Eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado,
como un pájaro sin luz.

Virgilio Expósito – Homero Expósito

En los comienzos de Tablada, allí en la manzana que linda con el estadio del querido Central Córdoba, terreno que originariamente fuera de los socios de ese hermoso proyecto llamado Vigil y que luego fuera donado a la Municipalidad de Rosario, hace muchos años, alguien tuvo la feliz idea de plantar una hilera de Ceibas (vulgarmente llamado Palo Borracho) que, además de brindar un particular paisaje, tienen un fruto que, con el paso del tiempo, en su maduración, ofrece varios espectáculos dignos de ser apreciados: de su forma ovoidal emerge una fibra algodonosa que deriva, finalmente, en una hermosa flor de múltiples tonos. El paso del tiempo y la llegada del otoño, actúan en su beneficio. En la política de la argentina opositora de estos días, como en la ceiba, la maduración que supone la cercanía del cierre de listas, permite apreciar de qué están conformados ciertos espacios políticos. Pero lo que emerge no es, precisamente, la belleza de la ceiba. Repasemos.  

Lo primero que debe decirse es que la interna de Juntos por el Cambio resulta (siendo benevolentes) cuanto menos “amplia”. No sólo está atravesada por lo que podría entenderse como la natural diferencia entre el Pro, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, sino que con la excepción de ésta última fuerza, donde la uninominalidad de Elisa Carrió resulta excluyente, radicales y amarillos quedan atravesados por un doble proceso simultáneo: hacia el interior de cada espacio y dentro de la alianza. Cada uno con sus matices, cada uno con sus bemoles.

En el espacio Pro, Mauricio Macri ha comenzado a entender, por fin, que no las tiene todas consigo. Las diferencias con Horacio Rodríguez Larreta comienzan a salir a la luz, sin privarnos de algunas operaciones mediáticas dignas de leer y releer.

Al ex presidente lo define una debilidad estructural que se refleja en varios aspectos: tiene un techo de penetración electoral muy bajo, por momentos da la sensación que no entiende el momento político, social y sanitario que no sólo vive la Argentina sino el planeta en su conjunto y no se percibe muy bien si quiere o no ser candidato en estas elecciones que se aproximan. Para el domingo de las PASO faltan algo así como tres meses, pero para el cierre de listas unas pocas semanas. No parece ser el mejor presente para la figura de un ex presidente.

Como si no bastara con los límites que le imponen los cuatro años de su gestión, esta semana intentó competir con la desdichada frase de Alberto Fernández de algunos días atrás y el jueves afirmó que no entendía cómo una gripe un poco más grave de lo conocido hasta ahora, podía quitarnos el sueño. La comparación con el negador fascista que gobierna Brasil resultó inmediata. Por otro lado, mientras Fernández partía de un enfoque erróneo para explicar un fenómeno migratorio de hace siglos, Macri mostraba toda su falta de empatía con nada más y nada menos que las víctimas y los familiares de los casi 90.000 muertos que produjo la pandemia en la Argentina.

Su pedido de disculpas y aclaración vía Twitter 24 horas después confirmó dos verdades inapelables de la calle: que la explicación de la estupidez resulta más gravosa que la estupidez misma y que callado, el ex presidente, se defiende mejor.

https://twitter.com/mauriciomacri/status/1406017044244533248

Del otro lado, quien fuera su delfín político y sucesor en la jefatura del gobierno porteño, se frotaba las manos. Enfrascado en profundizar su perfil de dirigente nacional, dicen los que dicen que saben, que empezó a tallar en la conformación de supuestas listas de candidaturas legislativas en las distintas provincias. Un ejemplo sería la convocatoria para tentar con la candidatura a senador a Miguel Torres del Sel en la provincia de Santa Fe, quien la habría desechado. En realidad, lo que sucede, y que muy pocos afirmaron públicamente, es que el ex Midachi tiene en su espejo retrovisor una condena firme de la Justicia electoral por desmanejos de la campaña 2012 lo cual no lo convertiría precisamente, en el candidato más potable. Debería ajustar el nivel de información el Jefe de Gobierno porteño a fuerza de no cometer errores innecesarios.

En la semana que pasó, comenzaron a mostrarse las primeras cartas de supuestos candidatos que quieren irrumpir en el escenario político del 2021. Empieza a resultar cada vez más evidente la recurrencia a caras conocidas para ofrecerle candidatos a la sociedad. Lo que subyace, en el fondo, es que, para algunos sectores, la política sería algo así como aquello que se practica entre elecciones. La falta de proyectos que supongan militancia y trabajo territorial, combinado con el siempre redituable sistema de Boleta Única, coadyuvan para que los “famosos” digan que “salen de su zona de confort y bajen al barro para dar una mano”.

El proceso se parece al fenómeno del perro mordiéndose la cola. A la vez que se declama la importancia de los partidos, la política sería un problema porque no escucha al ciudadano. Pero entre elecciones muchos dirigentes se dedican a la superestructura: atraídos por las luces de los medios y de Buenos Aires, poco contacto fungen con los ciudadanos que deberían y dicen representar. No hay construcción de espacios comunes que vayan más allá de la rosca circunstancial. Y cuando llegan los tiempos pre electorales, se recurre a figuras que se han hecho conocidas por ser críticos del “sistema”, sin ningún compromiso ni de forma ni de fondo, con aquellas estructuras que les regalan, necesitadas, el espacio.

Como sucede en los tiempos posmodernos del futbol que (a veces) padecemos, sólo importa el resultado. Si pierden, se vuelven a su mundo “privado” (que no lo es tanto) sin rendir ninguna cuenta precisa del porqué de la derrota. Y si ganan, quedan enmarañados en esas mismas estructuras que cuestionaban desde sus púlpitos impolutos, con lo cual el problema de la representación fallida de la política no sólo se mantiene, sino que se agrava.

Los santafesinos en general y los rosarinos en particular asistimos a dos ejemplos en la semana que pasó. Por un lado, Mario Barletta convocando a una pre candidatura para el Senado (cómo degradan cargos algunos personajes) a una periodista que trabajaba hasta hace horas en Buenos Aires; y por el otro, el oficialismo rosarino “lanzando a la calle” a otra cara conocida que, hasta hace semanas se distinguía en su trabajo mediático por el cuestionamiento sistemático de todo aquello que tuviera que ver con la organización de los trabajadores.

https://twitter.com/barlettamario/status/1405233233101524996

Doble e interesante parábola la del intendente rosarino quien, nacido y criado políticamente en los movimientos estudiantiles, termina convocando a una figura famosa para que, según se dice por lo bajo, encabece la lista de concejales y, además, nos cuente a quien queramos escucharlo, que el mejor homenaje a Manuel Belgrano sería garantizar la presencialidad escolar. Que los niveles de contagio estén seis veces por encima de los indicadores sugeridos es un tema, parece, menor. Parafraseando a quien alguna vez fuera su referencia política de rigor, “una alianza a la derecha, por favor”.

El neoliberalismo, el del cuatrieño 2015–2019, el de la década del ’90 y el de la dictadura militar, siempre intentó enseñarnos que primero había que saber sufrir para después gozar de los beneficios del derrame que llegarían para todos. Los hermanos Expósito nos siguen emocionando con la idea de después amar y al fin andar sin pensamientos, con las promesas vanas que se escaparon con el tiempo. Entiendo perfectamente la idea del amor perdido en la belleza de su letra y su melodía, pero déjeme contarle querido lector, querida lectora, que algunos dirigentes hablan sin pensar, que sus dichos hace rato se esfumaron con el fracaso de su accionar. Varios de sus mayores exponentes hicieron gala de todo ello en la semana que pasó. Sería bueno que nosotros no lo olvidemos.

(*) Analista político de Fundamentar

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 19 Jun 2021 19:55:09 -0300