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Fundamentar - Artículos https://www.fundamentar.com Tue, 06 Jun 2023 19:59:59 -0300 Joomla! - Open Source Content Management es-es Cuidado con la curva https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6766-cuidado-con-la-curva https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6766-cuidado-con-la-curva Cuidado con la curva

Sabido es que en el tránsito urbano, cuando se conduce responsablemente, se llega a la curva frenando y se sale de ella acelerando. Podrá utilizarse la segunda o la tercera marcha, dependiendo de cada motor, pero es indudable que el ejercicio supone una básica noción del uso del tiempo. En política, fundamentalmente la de las ligas mayores, el recurso temporal es una herramienta que puede transformarse en un activo que define situaciones en un sentido o en otro. La ambigüedad es parte de esa razón de ser: decir sin decir del todo es una condición sine qua non de muchas estrategias.

Si una imagen puede valer más que mil palabras, resulta evidente que el acto del 25 de Mayo, donde se recordaba (entre otras tantas cosas) la llegada al poder en 2003 de un ignoto Néstor Carlos Kirchner, dejó múltiples señales que todos pudimos ver. Pero a veces, no todo lo que está expuesto refiere a la sustancia de las cosas. Coyuntura de un acto con la estela de 20 años de historia, pero con la enorme vigencia de un 2023 lleno de curvas y contra curvas. Sin, necesariamente, acelerar a fondo, pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

Sobre una Plaza de Mayo reducida en tamaño, con la épica que pueda aportar un día de lluvia y con un escenario que miraba a un cabildo que doscientos trece años atrás había repetido la imagen de un clima desapacible y un pueblo movilizado; Cristina Fernández de Kirchner en particular y el peronismo en general, se dieron el gusto (definitivamente constitutivo) de movilizar a varios cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos, interesados por la palabra de la lideresa más importante que estos cuarenta años de democracia supieron parir. Le pese a quien le pese y le guste a quien le guste. El convite dejó cuatro ejes insoslayables. Repasemos.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1661839360365305892

Uno. Una ponderación renovada. La Vicepresidenta volvió a insistir en la calle, con algo que cuarenta y ocho horas antes había señalado en un set de televisión: “que el actual gobierno, pese a las diferencias y discusiones internas, era infinitamente mejor que lo hubiera sido un segundo mandato de Mauricio Macri”. Usó al número que representa la medición en dólares del Producto Bruto Interno de 2015 comparativamente con 2019 y aportó los valores de 2022 como una verdad irrefutable. 

El dato debe ser pensado como una base desde donde interpelar a la ciudadanía, fundamentalmente a aquellos a los que se debe re enamorar si se quiere contar con alguna chance electoral para la tríada de fechas electorales (agosto, octubre y en lo que hoy parece como inevitable, el ballotage de noviembre); pero también como un parte aguas del que Cristina no puede escapar del todo, al haber sido la mentora fundamental de esta experiencia novedosa llamada Frente de Todos.

Dos. La centralidad de siempre. Ella será una referencia insoslayable en el armado de cara a lo que viene en el universo oficialista. Tanto en lo que parece ser una cada vez más confirmada PASO, como en las elecciones generales. Esto es así por peso específico propio, ese que se resume en que ningún dirigente del oficialismo o de la oposición, reúne tanta aceptación detrás de su figura. Como ejemplo basta un botón: no fueron pocos los funcionarios del gobierno que no reportan a ella en el día a día de la gestión, pero que sí se hicieron presente en la masiva convocatoria del jueves.

https://twitter.com/wadodecorrido/status/1661885600524382208

Tres. Sin bendiciones públicas. En línea con lo anterior y pese a ciertas ansiedades reinantes de algunos que vienen muy rápidos y que al decir de un tal Carlos “Indio” Solari están a tiro de que se les suelte el patín, la ex presidenta parece no moverse en la inmediatez de ciertas urgencias. Todo el mundo espera de su parte la nominación de un candidato, hecho que por ahora no llega, y que, irresponsablemente y a contramano de cierto espíritu general, este analista empieza a dudar de que llegue. Nos explicamos con dos argumentos.

Descartado el apoyo del cristinismo a Eduardo “Wado” De Pedro, cuestión que se ha hecho por demás de evidente durante este fin de semana largo, con pintadas y afiches en las calles más un video de lanzamiento del actual ministro del Interior y que se suma a su cercanía corporal en el escenario del jueves; vale preguntarse si ella no intentará ponerse por encima de la situación de una interna nunca deseada en su propio espacio. Como mojones valen recordar los intentos por derogar las PASO, y los persistentes intentos de lograr un candidato de unidad.

La historia suele demostrarlo. No resulta raro para cierto ABC de la política y por cierta práctica persistente desde los primeros tiempos kirchneristas, que un líder (lideresa en este caso) no apueste decidida y públicamente por un precandidato de la interna. “Vayan y jueguen” suele ser la mejor de las bendiciones que a veces reciben aquellos que quieren contar con el decidido apoyo del líder.

https://twitter.com/danielscioli/status/1662214568926666753

La presente especulación se explica desde la lógica de una Cristina Fernández de Kirchner que tal vez se imagine a partir de diciembre de 2023 como jefa insoslayable de la coalición de gobierno (si se triunfara en las generales) o de la oposición (si la derrota fuese el resultado que dispongan la mayoría de los argentinos).

En ese contexto deben sumarse a Daniel Scioli, quien insiste en su precandidatura, y a Agustín Rossi, quien prepara su lanzamiento vía streaming para este lunes 29 de mayo. Para completar el cuadro, quien debe comenzar a sentir cierto alivio es Axel Kicillof que, a diferencia de la opinión de Máximo Kirchner, no quería ir por el premio mayor que supone la presidencia, sino quedarse a disputar su reelección en la provincia de Buenos Aires, cosa que, todo parece indicar, sucederá en los hechos.

En resumen y planteando una pregunta de rigor dada la configuración actual del peronismo, ¿quién estaría en condiciones de discutir la centralidad de Cristina Fernández de Kirchner si ella estuviera frente al escenario de una derecha que, triunfante en octubre o noviembre, vendría por el plexo de derechos que ha sabido consagrar el peronismo a lo largo de la historia? En el horizonte no aparece ningún nombre con semejante peso específico. 

https://twitter.com/RossiAgustinOk/status/1662098563910840322

Cuatro. Hacerse cargo. Durante mucho tiempo, la actual oposición mediática y política parecía tener como único horizonte de crítica a la figura de la vicepresidenta. El “Cristina, Cristina, Cristina” se transformó en una chicana que se supo construir de este lado del mostrador. A la vez que se la detestaba, el amarillismo de Cambiemos (con todo el rigor de la palabra) la ponía en el centro de la escena como síntesis de todos los males. Un infantilismo político que sólo encuentra semejanza en la denostación permanente a la historia y esencia del peronismo.

De un tiempo a esta parte, cuando las diferencias en el oficialismo se hicieron más evidentes, y ante sus límites de gestión, la referencia al “Cristina, Cristina, Cristina” pareció mudarse de vereda. Florecieron sus exégetas, los que reinterpretaron la historia de la década ganada, los que tienen la “posta anticipatoria” de lo que serán sus movimientos políticos y los que construyen la imagen de una Cristina perfecta y sin errores.

A todos ellos pareció hablarles, también, el día jueves. Reconoció que la década ganada no había sido Disneylandia y ante la insistencia de su candidatura que no será (“una más y no jodemos más”) abrevó en un piadoso silencio. Cerró el discurso con una frase lapidaria también para los propios: “no exigirles a los otros, lo que uno no está dispuesto a realizar por uno mismo”, reversión en modo lluvia, de aquel tomar el bastón de mariscal que supo expresar hace algunos meses atrás, primero en una cena privada y luego de manera pública. Si fuera válida una reinterpretación comparativa, es como aquella madre que les dice a sus hijos que no le pidan más a ella y que salgan al mundo y maduren.

En la continuidad inmediata del acto, y de lo que pudo verse en redes y en algunas declaraciones televisivas, no fueron pocos (sí, tal vez los menos) lo que sintieron que, de cara al futuro, el acto no les había agregado demasiado. Tal vez la base de ese desasosiego radique en la insistencia de un cristinismo que maximizó al extremo la centralidad de la Vicepresidenta: más como una necesidad propia que como una estrategia dispuesta desde la conducción política.

También queda pendiente lo que ella ha sabido esbozar como el programa que debería discutir el oficialismo antes de que emerjan las candidaturas. Planteó varios lineamientos, con el agregado sobresaliente de la cuestión del litio y cómo pararse frente a eso. “No tener la concepción de Potosí”, donde los poderosos de turno engrosen sus ganancias con una dinámica extractiva que le otorgue migajas al conjunto de los argentinos, parece ser una buena síntesis.

Pero el punto en cuestión es que tal vez hoy no se cuente con el tiempo material para la discusión interna de ese programa. La vecindad electoral apremia y tal vez, la única esperanza radique en que el mismo pueda discutirse de cara a la sociedad en el marco de la campaña inminente. Ante las presiones internas que le exigen ciertas definiciones, Cristina Fernández de Kirchner parece conducir a otra velocidad. Tal vez algunos, con sus pretensiones, no vean la curva que parece lejos y a la distancia.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 28 May 2023 09:36:09 -0300
No hay dos sin tres https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6765-no-hay-dos-sin-tres https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6765-no-hay-dos-sin-tres Las Tres Sombras de Godin

Resultados domingueros previsibles. El intento opositor de establecer algunas reglas mínimas para sobrellevar un proceso de internas sin que todo vuele por los aires, a la vez que reivindica la intentona de una nueva jugada cortesana en una provincia definitivamente esquiva a sus intereses. Una carta que se explica por sí misma aunque su autora reclame “comprensión de texto”, en un programa de televisión que alcanza niveles récord de audiencia para una señal de cable. Todas estas circunstancias explican buena parte del devenir político de los últimos días en una Argentina que, de a poco, profundiza su modo campaña. Revisemos.

Si ponemos el rewind (generación Z, abstenerse) y miramos a la distancia, el escenario parecía ideal: un gobierno con problemas evidentes de cohesión interna, datos de pobreza e inflación en alza y el desgaste que supondrían cuatro años de gestión. Cualquier consultor político que se precie y que resulte contratado para dirigir la campaña de un espacio opositor, se frotaría las manos ante el cúmulo de oportunidades imaginadas de cara al proceso electoral. Pero nada es tan lineal y sencillo en un país como la Argentina. Y las certezas que algunos parecían dar como definitivas unos pocos meses atrás, comienzan a desvanecerse de la misma manera que la idea de un otoño frío y seco.

La lógica que había surgido desde comienzos de año parecía más o menos sencilla para el mundillo de Juntos por el Cambio: con un oficialismo debilitado por las razones antes expuestas, sólo quedaba definir los nombres de quiénes serían los protagonistas encargados de devolver a la fuerza amarilla al gobierno de los argentinos. Pero pasaron cosas: su propia interna ha escalado a niveles casi desconocidos para el gran público, la figura de Javier Milei ha crecido de manera no prevista, y las elecciones provinciales, por ahora, no son (ni por asomo) lo que se esperaba desde el PRO.

En ese sentido, el proceso electoral de los estados subnacionales ya alcanza a un tercio de los mismos (ocho) y de las cuales pueden sacarse tres conclusiones: a diferencia de las legislativas pandémicas de 2021 prevalecen los oficialismos; excepto el caso de Jujuy, Juntos por el Cambio (o sus colectoras) ha sido ampliamente derrotado y Libertad Avanza, no se hace visible en las urnas.

Históricamente, en años de comicios por cargos ejecutivos, el sistema electoral argentino convive con dos escenarios paralelos que se retroalimentan entre sí: mientras se desarrollan las elecciones provinciales, la campaña nacional toma forma. Muchas veces de manera separada e independiente, pero en esta oportunidad, la falta de definición de las candidaturas, principalmente en el Frente de Todos, ha propiciado que cada votación sea puesta bajo la lupa de manera protagónica.

El dato original de este 2023 muestra al espacio opositor buscando respuestas por fuera de los límites que impone un proceso electoral: la definición cortesana que terminó obligando a Juan Manzur a bajarse de una candidatura a vice gobernador de Tucumán y a poner en lista de espera al deseo reeleccionista de Sergio Uñac en San Juan; ha tentado a algunos protagonistas a probar suerte en el máximo tribunal, negando lo que dicen las constituciones provinciales y con interpretaciones forzadas de la Carta Magna sancionada en 1853. Si ya se limitó el derecho al sufragio en dos provincias, algunos imaginan que tal vez pueda haber una tercera. 

https://twitter.com/insfran_gildo/status/1658635077843025920

Es el caso de la novedad de la semana, donde un dirigente opositor formoseño no tuvo mejor idea que presentar un amparo para que la Corte impida la candidatura del actual gobernador de Formosa Gildo Insfran. El litigante no tuvo el mejor de los viernes: una vez que el máximo tribunal le dio vista al Procurador, éste desestimó el pedido por considerar que los supremos no tienen competencia en el asunto. Por lo demás, si los cuatro de la calle Talcahuano decidieran repetir el espíritu de hace un par de semanas atrás, generarían dos hechos simultáneamente vergonzosos: un verdadero escándalo político y un aún más desechable antecedente jurídico dado que la Constitución de esa provincia, no impone límite de reelecciones y, además, deslegitimaría a un ciudadano que gobierna ese territorio desde hace, nada más y nada menos, que dieciocho años, elegido a través del voto ciudadano.

Ya no basta con judicializar leyes que son sancionadas de manera legítima por el Congreso de la Nación o decretos del Poder Ejecutivo que corresponden a su derecho de gestionar. A partir de algunas “primicias” que transcienden en la corporación mediática, buena parte del sistema político se empieza a preguntar hasta donde estará dispuesto a llegar el cuarteto de jueces supremos.

En nombre de la república y las alternancias parte de la política se vuelve a denigrar a sí misma, negando la esencia de la voluntad popular y buscando por fuera de ella lo que las mayorías no parecen otorgar.

En este contexto, los dos espacios más importantes siguen atravesando coyunturas disímiles a la vez que semejantes y que podrían ser sintetizadas en la existencia de profundos procesos internos, pero que empiezan a dar señales de cierto ordenamiento que imponga algunas reglas relativamente claras.

Para el caso del Pro, a pocas horas de haberse conocido los resultados en las provincias de Tierra del Fuego, La Pampa, Salta y San Juan, la conducción partidaria nacional intentó dar una señal hacia afuera, pero fundamentalmente hacia adentro, al decidir que el precandidato para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires será definido por un mix de encuestas y que en la provincia más grande del país, cada pre candidato presidencial llevará el suyo propio para la gobernación.

El espacio fundado por Mauricio Macri enfrenta un serio problema para la elección de CABA y que tiene nombre propio: Martín Lousteau. El actual senador cuenta con una buena proyección en las encuestas y nadie puede confirmar del todo que el triunfo interno del PRO esté asegurado. Llevar dos candidatos por el mismo partido suponía una partición del voto que sólo le convendría al creador de la tristemente célebre Resolución 125.

Del otro lado, en el Frente de Todos, y más allá de los reiterados argumentos del ministro de Economía Sergio Massa pidiendo unidad para una mejor gestión, la centralidad política de la semana le volvió a corresponder, por una doble acción, a Cristina Fernández de Kirchner. En primer término por la carta publicada en sus redes, el mismo día y unos minutos después que se celebrara el congreso partidario en el micro estadio de Ferro, donde se había pedido por una “Cristina presidenta”. En la misiva digital volvió a ratificar lo anunciado el 6 de diciembre, cuando se conociera el fallo condenatorio de la causa “Vialidad”, desistió de participar como candidata (para cualquier cargo) del proceso electoral de este 2023. El sacudón político para quienes habían activado el operativo clamor no fue menor.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1658585951789109250

El segundo hecho refiere a la presencia de la vicepresidenta, por primera vez luego de seis años, en un set de televisión. En esta oportunidad, en el programa Duro de Domar que alcanzó la friolera para un canal de cable, de casi once puntos de rating. Si a ese número le agregamos el seguimiento en redes y en diversos canales de You Tube, es probable que su presencia televisiva la hayan seguido no menos de 1.500.000 ciudadanas y ciudadanos: un número nada desdeñable para una supuesta muerta política que desde hace veinte años incide en el juego de las grandes ligas.

Más allá de las apuestas previas de muchos de sus partidarios, Cristina obvió las grandes definiciones que refieren a candidaturas. No fustigó al presidente y a sus funcionarios más cercanos (no es poco), reivindicó por primera vez en mucho tiempo a éste, como un gobierno infinitamente mejor que el de Mauricio Macri y se la notó sensibilizada cuando le tocó hablar de la situación de su hija y del recuerdo de su compañero Néstor Kirchner. Pidió salir rápido de ese lugar, y no se privó de hablar de un escenario de tercio electoral, tal vez su definición política más importante.

La ex presidenta confirma lo que muchos encuestadores han dejado traslucir desde hace algunos meses: ya no existe un escenario antitético de uno contra uno, donde Juntos por el Cambio y el Frente de Todos disputarían el premio mayor, sino que el supuesto libertario Javier Milei tallará de manera determinante en agosto y octubre. Según ella, si ya no son dos sino tres, la clave para el oficialismo pasa por llegar al ballotage. Los nombres propios, más allá de las ansiedades y las múltiples interpretaciones, te los debo. No falta demasiado para ello, pero por ahora, este analista supone que Cristina insistirá con la idea de un programa que aglutine al peronismo, pero que fundamentalmente, “re enamore” al electorado.

Y del otro lado, en parte, parecen haber recogido el guante. La convocatoria del presidente Alberto Fernández al acto del 25 de mayo que organiza el cristinismo, celebratorio de los veinte años de la llegada al poder del kirchnerismo, puede ser una buena forma de fomentar algunos puntos de encuentro que vayan más allá de un acuerdo de unidad o de la celebración de las PASO.

Eran dos provincias condicionadas por decisión cortesana y algunos pretenden que ahora sean tres. Cerrábamos 2022 con la hipotética disputa entre peronistas y cambiemistas para las elecciones presidenciales de este año, pero apareció un nuevo protagonista que, ahora parece ser, nadie quería del todo. Multiplicidad de actores, complejidad de perspectivas. Nadie la tiene del todo fácil.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 21 May 2023 08:55:42 -0300
Woodoku https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6763-woodoku https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6763-woodoku Woodoku

En el juego del Woodoku, al que este analista confiesa ser aficionado, la gracia consiste en llenar casilleros que nos van asignando más puntaje. En un tablero de ochenta y un cuadrados, pequeñas piezas de hasta cinco bloques deben ir incorporándose en línea para, una vez completado determinado sector, sumar puntos a la vez que dejamos el espacio libre. De alguna forma, una analogía con los tiempos que comienzan a transitarse en la política argentina en general y en la santafesina en particular: mientras se acerca el tiempo de las definiciones y el tablero de operaciones, candidaturas y resultados electorales comienza a despejarse, vale descubrir quiénes son los que, verdaderamente, podrán sumar algo al gran juego de este ya avanzado 2023. La primera semana de mayo, otra vez, fue rica en matices que bien valen unas líneas al respecto. Pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

El federalismo argentino que consagra la Constitución Nacional sancionada en 1853, habilita a que cada provincia elija sus propios sistemas electorales y de representación en tanto y en cuanto, ellos no sean contradictorios con lo dispuesto en la Carta Magna en cuanto a valores y principios. Eso supone la posibilidad concreta de que cada Estado subnacional elija la unicameralidad o la bicameralidad legislativa, la representación por cupos más o menos acotadas, su propio sistema de votación, su instrumento y las fechas de las elecciones, decisión ésta última que en la mayoría de los casos depende de la voluntad política del gobernador. Conviven así en la Argentina, multiplicidad de variantes que complejizan los abordajes.

En ese contexto hay dos consecuencias inalterables en el tiempo. La primera refiere a la tendencia, podría decirse que natural de parte de gobernadores y candidatos, a “alambrar” las provincias para que lo nacional no complique la coyuntura de esos territorios. La segunda radica en la innumerable cantidad de medios, analistas y hasta dirigentes políticos que ven como una señal de debilidad de los oficialismos nacionales, que los mandatarios provinciales elijan desacoplar los comicios locales de los federales (en este 2023 son dieciocho). Basta echar un vistazo en los procesos de las últimas décadas para comprender que lo que para algunos es debilidad, refiere en realidad a una práctica definitivamente asentada.

Ese entramado, que se visualiza en el conjunto de veinticuatro sistemas electorales provinciales más el nacional, impone, en años electorales, la convivencia de un paralelismo que a veces puede resultar, para algunos, desgastante: mientras la mayoría de las provincias suelen elegir a sus autoridades con varios meses de anticipación, la elección nacional queda más cercana al proceso de recambio de autoridades de cada 10 de diciembre de los años impares.

Para sumar confusión a aquellos ciudadanos desprevenidos a los cuales no le interesan estos asuntos, el sistema político en su conjunto (dirigentes, partidos, comunicadores y analistas), suele tomar cada resultado comarcal como un anticipo de lo que sería la elección nacional. Los que peinan canas recordarán aquel viejo caso de una elección en Perico, provincia de Jujuy, durante 1997, donde el menemismo que había resultado triunfador intentaba proyectarlo a la totalidad del país, luego de una magra cosecha de votos en el total país.

De alguna manera, este tablero de Woodoku que comienza a activarse se proyecta en dos sentidos: en el de las propuestas y en el de los resultados. Para el primero de ellos la semana que pasó fue rica en episodios.

https://twitter.com/mariuvidal/status/1654257899823087617

A nivel nacional, en Juntos por el Cambio, más concretamente en el PRO, la noticia más importante fue la decisión de María Eugenia Vidal de bajarse de una pre candidatura a presidenta que había anunciado algunos meses atrás. ¿Novedad? Definitivamente, no. Quienes siguen esta columna semanal y nuestra participación radial en AM1330, sabrán que hemos relativizado aquel lanzamiento de la ex gobernadora de Buenos Aires.

Las razones sobran pero podrían sintetizarse en tres: su mala gestión en la provincia de Buenos Aires, su escasa visibilidad como diputada nacional en los dos últimos años y la existencia de nombres internos previamente instalados como los de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, con otra espesura y bagaje político. Por lo demás, es de dudosa efectividad el estilo madre sobreprotectora, impoluta y abnegada, en tiempos de un partido que profundiza públicamente su viraje a la derecha, tapando bajo la alfombra de la protección de la corporación mediática, la violencia que subyace en ciertas propuestas.

No menos relativa es la posibilidad de que la renunciante pueda aparecer como la síntesis de la interna partidaria que la ubique en una candidatura única para la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero habrá que esperar. Los caminos de la política argentina son, como los del Señor, inescrutables.

Por el lado de los supuestos libertarios, no dejó de llamar la atención la decisión de su máximo referente, de no sostener ninguna candidatura provincial más allá de los cuatro casos de CABA, Buenos Aires, Tucumán y La Rioja. Los magros resultados electorales conseguidos hasta aquí, los que se proyectan en las inminentes elecciones de este fin de semana y la escasa visibilidad de los que pintan como propuestas comarcales libertarias de mediano plazo, forzaron la decisión de Javier Milei de evitar un armado nacional que le impondría otras condiciones.

Ante esto, no fueron pocos los analistas que pusieron el eje en los límites que eso puede representar en la candidatura presidencial del hombre que fantasea con una dolarización. El problema es estructural: desde un bloque con unos pocos diputados propios, más allá de cierta propalación mediática, sin estructuras partidarias que sostengan una candidatura a lo largo y ancho del país (o por lo menos en las provincias más pobladas), resulta muy difícil institucionalizar una propuesta.

Algo de esto entendió Mauricio Macri en su momento cuando parió Cambiemos a partir del acuerdo con la Unión Cívica Radical. Los territorios también siguen siendo importante en la política del siglo XXI, aunque a veces algunos crean que en los medios y las redes está la verdad final de las cosas. Las luces de la Reina del Plata pueden enceguecer: una elección nacional requiere de una vocación de poder que intrínsecamente supone salirse de ciertas seguridades inmodificables.

Pero si hablamos de situaciones sin variantes, el Frente de Todos a nivel nacional parece llevarse las palmas. No son pocos los dirigentes que comienzan a pedir públicamente un encuentro entre los popes del espacio a fin de ordenar el proceso electoral que, a no dudarlo, ya comenzó.

Más allá del diálogo de las segundas líneas para ese encuentro, no dejó de llamar la atención la  afirmación de un experimentado y gatuno periodista porteño que anunció la “primicia” de una Cristina candidata presidencial. Al no haber correlato de ningún tipo, el tema quedó relegado al micromundo de la política y de las redes. Si el comunicador se comió una operación o actuó de operador, sólo él lo sabe, pero al respecto cabe decir que, a lo largo del tiempo, la vicepresidenta ha sabido mantener un estilo donde no suele adelantar decisiones de ningún tipo, con o sin impacto, vía off the record. Uno imagina que a esta altura de los acontecimientos, no cambiará de formas.

El tiempo de definiciones no se reduce a lo comentado hasta aquí. Más allá de los vaivenes y dudas en CABA y en la provincia de Buenos Aires, tanto para oficialistas como para opositores, en Córdoba y Santa Fe también empiezan a individualizarse los nombres propios. Mientras en la provincia mediterránea estamos a poco menos de 24 horas del cierre de listas, por estos lares queda una semana para que descubramos, quién va con quién en este juego del poliamor político. 

Por lo pronto, Carolina Losada confirmó el día lunes su precandidatura como gobernadora, la cual vendrá acompañada de Federico Angelini como vice, hombre de estrecha confianza de Mauricio Macri y cercano a Patricia Bullrich (¿pedirá también él, licencia en la conducción partidaria?). Su presentación al mejor estilo PRO, por imagen escenográfica, discursiva y hasta de vestimenta, tuvo un segundo acto que la llevó a afirmar que, en caso de ser gobernadora, vivirá en Santa Fe. Se le podría regalar un aplauso si no fuera porque la Constitución Provincial ya lo consagra como una obligación.

No tardaron en recordárselo desde lo más granado del sistema político santafesino, opositores internos incluidos, a quienes les respondió “sin querer queriendo” al decir del Chavo del 8, que ella llegaría al poder sin tener vínculo alguno con la narco criminalidad. No se supo, públicamente, qué pudo haber afirmado algún precandidato nacido en Hughes, aunque podemos suponerlo, junto con la idea de una interna que en ese espacio parece que será subidita de tono.

En el otro sentido del llenado de casilleros del tablero entra el de los resultados que se sucederán este domingo en tres provincias argentinas: La Rioja, Jujuy y Misiones. En las tres, a contramano de lo que sucedía con las elecciones en tiempos de pandemia y de acuerdo a los datos previos, prevalecerían los oficialismos.

En la primera de ellas se da por descontado el triunfo de Ricardo Quintela. La duda radica en si, efectivamente, Martín Menem, candidato que ha sido apoyado públicamente por Javier Milei, logra desplazar a Juntos por el Cambio al tercer lugar, lo cual no sería una buena noticia para la coalición conformada por radicales y amarillos.

A poco más de 700 kilómetros de allí, en la provincia de Jujuy, con un peronismo partido en tres y mientras la izquierda aspira a ocupar el segundo lugar, todo parece indicar que prevalecerá Carlos Sadir, ministro de Economía de la administración que conduce Gerardo Morales, quien espera una victoria contundente que le permita proyectarlo de manera más decidida en el plano nacional, en un contexto donde su pre candidatura no ha ganado en espesura política.

Cruzando el país en sentido oeste – este, Misiones confirmaría el triunfo de Hugo Passalacqua, ex gobernador, hombre de Carlos Rovira, quien parece tener la provincia lo suficientemente amurallada como para el seguir siendo un jefe político que prevalece desde hace veinte años. De todas formas, los partidos deben jugarse y ninguno está ganado de antemano.

Los múltiples tableros electorales comienzan a completarse. Con pre candidaturas de los distintos espacios que, probablemente y por primera vez desde su implementación a nivel nacional, disputen elecciones PASO con resultado incierto; pero también con datos definitivos en provincias argentinas que, al final del mes en curso, habrá aportado el resultado de poco menos de la mitad de las mismas. Una foto que merecerá ser revisada, pero que no necesariamente sirva de adelanto de lo que pueda suceder en el país entre agosto y octubre de este año.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 07 May 2023 11:51:04 -0300
Intenciones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6762-intenciones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6762-intenciones Intenciones

La cama en el dormitorio, el inodoro en el baño y las ollas en la cocina. Ese orden básico y elemental que aplicamos para nuestras vidas, también debería ser terreno de la economía y de la política. Pero es sabido que los potenciales del deber ser y la realidad en un país como el nuestro, casi nunca van de la mano. "Pasan cosas", al decir de un ex presidente, y esta última semana de abril no fue la excepción, ya que abundaron las acciones que reflejan el intento de ordenar una coyuntura que, con la honrosa excepción de un outsider, no viene con viento a favor para nadie. Repasemos.

En el fin de semana anterior nos preguntábamos si, efectivamente, la corrida cambiaria había cesado. Rápidamente, el día lunes comprendimos que no. El dólar ilegal rozando los $500 del día siguiente fue un título que la corporación mediática no quiso perderse del todo, pese a que nunca alcanzó ese número.

A partir de allí el oficialismo pareció reaccionar. Con un conjunto de declaraciones que incluyeron un hilo de tweets del ministro Sergio Massa (la más emblemática fue la de la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau), pero también, y fundamentalmente, con decisiones económicas que tenían una sustanciación política, la especulación que elevó $100 la cotización en unos pocos días, pareció ceder.

La fuerte intervención del Estado en el valor de los dólares financieros; el anuncio coincidente con el Fondo Monetario Internacional de que se está revisando el acuerdo suscripto en marzo de 2022 (el equipo del ministro viaja a Washington); la reactivación del swap con China para el pago de importaciones en yuanes, con la posibilidad de evitar la utilización de algo más de U$D 1000 millones; el aumento de las tasas de plazo fijo y la amenaza de la ampliación de denuncias penales a sectores que hacen su enero con la especulación (que no son precisamente cuevas); parecieron ser suficientes para frenar la corrida y hacer que la cotización se retrotraiga unos $30. El negocio ya estaba hecho en un contexto donde a la hora de tomar decisiones gubernamentales, siempre debe elegirse por el menos malo de los caminos.

El apoyo oficialista a Sergio Massa fue lo suficientemente extendido como para demostrar que el tigrense, más allá o más acá de su hipotética candidatura, representa el último umbral que el peronismo no debe dejar que se traspase, si aspira a contar con alguna chance de ser competitivo en las elecciones de agosto y octubre de este año.

Ese sostén también incluye al cristinismo, espacio en el que a inicios de la semana, muchos de sus habituales interlocutores, políticos y mediáticos, tenían una gran expectativa de que la presentación del día jueves de Cristina Fernández de Kirchner en el Teatro Argentino de La Plata, se transformara en el puntapié inicial de la nominación de algún candidato. Incluso, los más exultantes (nunca falta gente con imaginación y entusiasmo en justas y proporcionales dosis) la imaginaban autoproclamándose. Nada de ello ocurrió.

El encuentro tenía mucho de simbólico por el lugar ya que fue el escenario de anuncios de candidaturas del pasado, por la fecha (elección de 2003) y tenía como excusa el lanzamiento de la escuela de formación política Néstor Kirchner. La invitación en la previa a lo más granado de la dirigencia del Frente Renovador y a la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, quien la semana anterior dio señales de ir por una disputa interna en la provincia de Buenos Aires, reflejaba que el tono no resultaría hostil hacia el interior del oficialismo.

La vicepresidenta volvió a ocupar el centro de la escena con un método que, indudablemente, la hace sentir muy cómoda. Se movió a sus anchas, expuso durante más de dos horas sin recurrir a lectura de ningún tipo, mostró datos en pantallas que, indudablemente, guarda en su cabeza; no se privó de retar a los propios (“cuando dije que cada uno debía tomar el bastón de mariscal no era para usarlo para pegarle a algún compañero”); hizo algún recorrido por la década ganada pero, aquí la novedad, habló de problemas nuevos que requieren otras soluciones. El caso del aumento del empleo registrado pero con salarios que han quedado debajo de la línea de pobreza, es un buen ejemplo de ello.

Más allá de los detalles, dos conclusiones parecieron prevalecer luego del acto: trató de mostrarse como la ordenadora del tiempo electoral que viene en el justicialismo y subió, desde el comienzo, al ring de la disputa política a Javier Milei.

La primera conclusión se resume en que no sólo brilló por su gris de ausencia la nominación de alguna candidatura, sino que pareció importarle poco las diferencias de ir por unas elecciones PASO o por un renovado proceso de unidad de donde surjan los nombres propios. Lo trascendente debería ser ir por un programa de gobierno que le de coherencia al tiempo que viene. Da la sensación que en el pedido de lo que debería venir en el futuro, subyace lo que falta en el presente y que le ha generado tantas diferencias visibles y no visibles, al oficialismo.

Al diputado poco afecto al trabajo legislativo lo nominó como un discípulo de Domingo Cavallo, poniendo bajo la lupa las consecuencias de lo que dejó la convertibilidad en la Argentina de comienzos del milenio y trazando una línea comparativa con los límites y efectos desastrosos que acarrearía una dolarización en el país. Puso ejemplos de Estados independientes que aplicaron las medidas, su realidad actual, y marcó palmariamente la inviabilidad de la propuesta para un país de desarrollo medio como el nuestro.

Queda la duda si la nominación del (supuesto) libertario responde a que, efectivamente, el crecimiento de su figura ya alcanza a territorios donde, históricamente, el peronismo en general y el kirchnerismo en particular eran “intocables” y por lo tanto se trata de retomar un diálogo más aceitado con esa porción del electorado o, si la estrategia cristinista de evitar nombrar a lo más granado del mundillo PRO, obedece a bajarle el precio a una fuerza que está envuelta en una interna cada vez más intensa. La respuesta, como cada fin de semana, querides lectores, deberán buscarla ustedes como forma de tarea de trabajo práctico (sin fecha de entrega). Si este analista debiera arriesgar una hipótesis, da por sentado que hay un poco de cada uno de los argumentos, sobre todo y si tenemos en cuenta que algunos encuestadores comienzan a plantear un escenario electoral de tercios.

De la vereda amarilla de enfrente, respondieron con un encuentro entre los popes del partido en la casa de San Isidro del ex ministro de trabajo Jorge Triacca. La reunión fue sintetizada con una imagen que se parece mucho a aquellas fotos familiares de comienzo del siglo XX donde la posición de los cuerpos, la ropa elegida y los gestos de cada rostro no tenían nada de natural.

Aquí también subyace la idea del encuentro para tratar de ordenar un proceso electoral interno que no sólo viene amañado para la disputa presidencialista sino que se extiende al conjunto del país, donde, en un formato de regla de tres simple inversa, a medida que los procesos electorales de las provincias se acortan, las diferencias se profundizan. Del par de elecciones que se produjeron hasta aquí, desde Juntos no pudieron mostrar ningún triunfo contundente que les permita afirmar, vía propaladora de la corporación mediática mediante, que "la gente” vuelve a elegir el cambio.

Además de la inminente (y evidente) renuncia de María Eugenia Vidal a una precandidatura presidencial que nunca levantó vuelo, el otro dato destacado que surge de este tiempo PRO, es la dificultad de Mauricio Macri de poder prevalecer como un primus inter pares al interior del partido que creó a su imagen y semejanza.

Y ante esto queda una digresión que debería leerse como nota al pie. En el anuncio del ex presidente de bajarse a una candidatura, no fueron pocos los que parecieron tentarse ante la comparación por la semejanza de lo realizado por Cristina Fernández de Kirchner en mayo de 2019. Nada más alejado de la realidad: mientras esta última mantiene la centralidad de su poder que genera la expectativa del conjunto del peronismo, el ex mandamás de Boca Juniors no puede imponer los criterios de selección de la vida interna del partido. Además, mientras la vice presidenta hace caso omiso al reclamo de su sector para que sea candidata (cualquier aparición en las boletas de agosto y octubre sería bienvenida), el hijo de Franco no es reclamado por nadie para que se postule. Fin del comentario anexo.

Si el clima interno adolece de calma y empatía, el anuncio de José Luis Espert de intentar integrar Juntos por el Cambio trajo más ruido de lo esperado, más allá, valga la paradoja, del silencio proista. La bienvenida de radicales y lilitos a un hombre que hasta hace pocos meses atrás defenestraba a la coalición refleja la contraposición de intereses: el economista e insultador serial llega para rapiñar parte de un electorado bonaerense donde nadie se puede poner de acuerdo del todo y donde la tensión se traslada al conjunto de municipios y partidos. En sintonía con ese deterioro, el crecimiento de Milei abre un espacio de incertidumbre que no alcanza solamente al peronismo en su conjunto. Otra vez, y si ese escenario de tercios se confirma, nadie puede estar seguro de qué lugar del podio ocupará cada quien.

Dos máximas populares tal vez resuman la semana: “al chancho nunca se lo come antes de cazarlo” y “el camino del infierno está lleno de buenas intenciones”. Póngale, querido lector, estimada lectora, el nombre propio a cada una de ellas y disfrute de un buen domingo y del mejor de los días del trabajador y de la trabajadora que se pueda. “Salú”…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 30 Apr 2023 11:04:14 -0300
¿Lo que viene? https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6760-lo-que-viene https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6760-lo-que-viene ¿Lo que viene?

"Compren venda' nueva', que hay momia e' la justicia
De justa tiene poca, se viste de codicia
Hay mucho medio pelo con el ego amarillista
Matarían a un hermano por ser tapa de revista"
Wos - Que se mejoren

“Lo que viene, lo que viene, lo que viene”, anunciaba el relator icónico de los '90, y todos suponíamos que en ese excelente programa al que los porteños y habitantes del conurbano bonaerense podían acceder libremente, y que en el resto del país los futboleros debíamos pagar para ver, venía lo mejor. A partir de algunos hechos producidos en la primera semana del mes de abril, vale preguntarse si lo que viene en el próximo tiempo político en la Argentina, es peor de lo que hemos vivido en la coyuntura de los últimos años. Pasen y vean, antes que el amarillismo nos tiña a todos. Sean todos y todas bienvenidos.

Dos hechos de la semana anterior disparan el título de este artículo: los golpes lanzados contra el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni y los comentarios desprovistos de toda empatía humanista de un par de periodistas (?) contra la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner y su hija Florencia Kirchner, desde un canal de televisión que no son pocos los que afirman que tiene como uno de sus principales accionistas al ex presidente Mauricio Macri.

Los hechos pueden resultar verdaderamente disímiles entre sí, pero tienen el hilo común de estructurarse sobre las bases de la violencia, física y mediática. En el primero de los casos todo se sintetiza más o menos así: un asalto en un colectivo, en el conurbano bonaerense, de madrugada, donde los habitantes de ese micro mundo sólo pueden ser trabajadores que seguramente van por un empleo mal pago y que termina de la peor manera con el chofer asesinado. A partir de allí el justo y lógico reclamo de seguridad de los colectiveros, con paro incluido. Bronca que se acumula e impotencia que no cede.

Sergio Berni ha construido su carrera política en los márgenes de lo bizarro y del perfil del funcionario que camina el territorio. Sus métodos no son precisamente los mejores, pero, a decir verdad, por el tiempo que sobrevive en la función pública, primero como secretario de Seguridad del segundo mandato de Cristina y luego como ministro de Axel Kicillof, el hombre se supo ganar un lugar de supuesta consideración.

Sus métodos de gestión por momentos bordean lo payasesco. Sabrán recordar los rosarinos el show montado en el año 2014 (hoy se cumple un nuevo aniversario) con aquella primera llegada de fuerzas federales para reforzar una seguridad que empezaba a dar señales de desmadre en la región, o la relación que supo construir con la ex intendenta de la ciudad Mónica Fein, baile chamamecero mediante.

A partir de la experiencia del Frente de Todos, no se privó de ser crítico, públicamente, del presidente Alberto Fernández, renegó de su condición de kirchnerista y en algún momento hasta fantaseó con una candidatura presidencial que tuvo el mismo vuelo que el de una rana salida fuera del agua. Siempre supo ufanarse de su conocimiento de la calle. Fue agresivo con pares, cerca de la misoginia con la ex ministra Sabrina Frederic y ha sabido entender que la gestión no se hace en un escritorio sino, otra vez, caminando el territorio. Rara avis de un funcionario que siempre pareció flotar como un electrón libre de ciertas jefaturas políticas. Es probable que tal vez por ello se haya ganado el resquemor de no pocos colegas y el silencio solidario de estos días.

Pero esta vez parece que le falló el termómetro ya que salió al encuentro de los choferes que reclamaban por seguridad y fue recibido de la peor manera. “Yo vengo a poner la cara” afirmó el militar retirado, y da la sensación que con eso ya no alcanza, sobre todo cuando hay vidas en juego. Algo de eso también vivieron en carne propia el gobernador de Santa Fe Omar Perotti y el intendente de Rosario Pablo Javkin, cuando en el año 2021 se hicieron presentes en una marcha que también pedía por lo mismo que los trabajadores de la línea 620.

Más allá del personaje en cuestión, nada justifica la violencia, aunque puedan entenderse ciertas reacciones. El problema no está exclusivamente allí, sino también en el abordaje que el sistema político (y en él también quedan incluidos los medios. Perdón David Easton) le dio al hecho. Desde el silencio inicial hasta pasar por ciertas justificaciones en los golpes recibidos de alguien que estaba indefenso, no pocos dirigentes y opinadores parecieron mirar para el costado.

El hecho pareció ser la representación de ciertos límites que no deberían cruzarse. Y aquí viene la segunda pregunta de ocasión: ¿fue una piña a Berni o fue una piña, como les gusta decir a muchos analistas que nos quieren hacer creer que orinan agua bendita, a “la política”?

Quedó flotando en el ambiente la opción B: que el horno no está para bollos, que existe un cansancio social que se basa en la idea de frustración y que la política discute cosas que a la sociedad no le interesan. Efectivamente, inflación, inseguridad y pobreza no son factores que pasen desapercibidos para una ciudadanía donde muchos de sus habitantes no resignan sus legítimas aspiraciones de tener una vida digna.

No faltaron las comparaciones con el 2001. Pero el "que se vayan todos” fue otra cosa. Excepto algunos casos esporádicos de dirigentes políticos echados de cines o restaurantes, el enojo de ese tiempo no se transformó en una violencia física como la que hemos visto en el último tiempo, intento de magnicidio a Cristina incluido. Si en aquel momento la dirigencia política en su conjunto era cuestionada, el que se fueran todos suponía la infantil ilusión de que lo que viniera, por el sólo hecho de ser nuevo, sería mejor. En esa coyuntura no existió la tentación de antaño de recurrir a las fuerzas militares, y sin haberse ido casi nadie, la Argentina pudo salir de aquella crisis a partir de ser muy cuidadosos con la idea de la violencia como solución de fondo, al punto que las muertes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán obligó al presidente interino Eduardo Duhalde, a adelantar el llamado a elecciones.

Hoy, eso no parece estar tan claro. La violencia ejercida contra Berni y su posterior relativización de parte de buena parte del sistema político, se entronca directamente con la pedrada al despacho de la vicepresidenta en el Senado de la Nación y con su intento de magnicidio que, algunos, ilusoriamente, suponen que se agota en la banda de Los Copitos.

Cierta violencia política puede y debe ser entendida y comprendida cuando la protagonizan ciudadanos o ciudadanas supuestamente hastiados. Pero nunca compartida ni justificada. La actitud de buena parte de la oposición parece ir en otro sentido, apalancada en un engranaje que, insistimos, no es nuevo. Se construyó desde hechos supuestamente menores como las tapas de la revista Noticias que mostraba el goce masturbatorio de una dirigente política a la que se detestaba y llega hasta las “novedades” de esta semana: piñas y patadas contra un ministro y violencia verbal, otra vez, contra Cristina y su hija.

Ese malestar y desasosiego social, supuestamente se estaría canalizando en la figura de Javier Milei que llegó, entre otras cosas, para complicar la fortaleza electoral de Juntos por el Cambio. Fascista en los hechos, machirulo de formación, vago por naturaleza (revisen su inasistencia crónica al trabajo parlamentario), no son pocos los encuestadores que empiezan a dar como consolidado un escenario de tercios donde la figura de este libertario versión siglo XXI vendría en ascenso.

Milei ha sabido construir las dosis justa de violencia para transformarse en la opción política de no pocos ciudadanos: los suficientes como para hacerlo diputado. Desde los discursos mediáticos, hasta llegar a la forma en que se ha mostrado en los recorridos durante y post campañas electorales, la eliminación del otro es una opción más que concreta. No hay opción de debate político. Por eso, por ejemplo, su silencio a partir de los hechos del 1º de setiembre en La Recoleta y del último lunes a Berni.

Una adenda como al pasar. En el sentido de lo expuesto, el jefe de Libertad Avanza complica las chances electorales de Juntos por el Cambio a partir de la apropiación de una acción y una locuacidad política que le disputa el territorio lindero más afín a Patricia Bullrich. En la foto compleja que supone entender las PASO de la derecha, teniendo como principales protagonistas a Horacio Rodríguez Larreta, Bullrich y Milei (cuesta imaginarse a María Eugenia Vidal siendo de esta partida), los escenarios pueden variar de acuerdo a quien se imponga en esa interna. De ganar el jefe de gobierno porteño, ¿los partidarios de la ex ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa (hablando de castas políticas perpetuadas) fluirán con su voto hacia el armado libertario? De prevalecer la presidenta del PRO ¿limita las opciones de Milei para las elecciones de octubre? Preguntas que en pocos meses serán respondidas.

El aire aparece viciado y turbio. Y en ese contexto vale preguntarse si el tiempo político que viene, hará que la violencia fundante de Los Copitos en las cuatro décadas de democracia, llegó para quedarse (lo de Berni vendría a confirmarlo) o si, ambas situaciones, resultarán esporádicas. Aunque las víctimas hasta ahora hayan estado de un solo lado, el riesgo es grande. “Prefiero decirte esto, antes que tu displicencia”, cierra Wos. Y con eso ya tenemos bastante.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 09 Apr 2023 18:37:04 -0300
La sobrexposición de los halcones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6755-la-sobrexposicion-de-los-halcones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6755-la-sobrexposicion-de-los-halcones La sobrexposición de los halcones

Cierta pereza del análisis político circulante, ha llevado a la utilización errónea de la conceptualización diferenciadora de “halcones y palomas” cuando se trata de explorar el modelo dirigencial del Pro. Si bien la díada resulta aplicable para otras latitudes de la cual puede reconocerse deudora (el ejemplo de la partidocracia estadounidense resulta evidente), desde esta columna sostenemos desde hace tiempos indefinidos, que esa diferenciación es falsa.

Esta semana que pasó, con los hechos que han tomado estado público a partir del juicio político a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el cual se sustancia ante la Cámara de Diputados, pudo confirmarse otra vez que el mundo amarillo, lejos está de la diferencia entre pájaros verdaderamente predadores y pájaros que el ser humano ha elegido como símbolo de la paz. Connivencias escandalosas entre funcionarios de distintos poderes, internas feroces y la impunidad política como marca en el orillo, definen este comienzo de año electoral definitorio en el universo de Juntos por el Cambio. Pasen y vean. Son todos y todas bienvenidos.

Como bien leemos en halconpedia.com, “las diferentes especies de halcón varían considerablemente en sus técnicas de caza. El halcón peregrino, como ya se ha explicado hace muy buen uso del vuelo en picada. Otros halcones, como los halcones de la pradera, tienden a preferir las persecuciones. Los halcones sacres suelen volar cerca del suelo y también, bastante a menudo, realizan persecuciones. Pueden ser muy agresivos y son totalmente temerarios”. De acuerdo a la observación científica, se reconocen unas 25 especies de halcones de acuerdo a morfología y zona donde habitan. En el principal bloque opositor argentino, no estarán tan atomizados, pero ciertas prácticas que desde hace tiempo salen a la luz, reflejan una práctica predadora sobre parte del sistema político.

Dos certezas sobrevolaron desde el anuncio del juicio político a los supremos. La primera es que probablemente al oficialismo no le den los números para eyectar de sus cargos a los cuatro jueces y la segunda es que, con el devenir del proceso, se irían descubriendo un sinnúmero de hechos que pondrían en serio cuestionamiento el accionar de lo que Cristina Fernández de Kirchner bien ha definido como el 'partido judicial' y su relación con el bloque Pro.

https://twitter.com/horaciorlarreta/status/1628771672093511683

El día jueves se presentaron ante la comisión pertinente los jueces federales Alejo Ramos Padilla y Sebastián Ramos. El primero a cargo del Juzgado Federal de La Plata y el segundo del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 2 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “Ramos vs Ramos” había preanunciado en un título algún medio escrito y acertó definitivamente en el desarrollo posterior de los acontecimientos. Mientras el primero desnudó una serie de complicidades que intentaron afectar su buen nombre y honor, el segundo negó cualquier relación de cercanía con el ministro de Seguridad porteño (en uso de licencia) Marcelo D’alessandro. La revelación posterior de unos chats donde se lo escucha a ambos en un trato verdaderamente cercano, llegaron para desmentir al funcionario judicial que archivó en feria y de manera express la causa abierta sobre el funcionario porteño a partir de los audios filtrados con Sergio Robles, mano derecha del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti.

Encuentros en el “club” y entrega de autos de parte de D’alessandro a Ramos vienen a complementar el cuadro que muestra a funcionarios judiciales integrando institutos de formación solventados con fondos de la comuna porteña. Que una de las profesoras sea la jueza encargada de investigar el intento de magnicidio con la vicepresidenta, sostenido con fondos de una empresa perteneciente a una familia muy cercana a Mauricio Macri, para algunos parece ser una casualidad sin mucho recorrido. Para nosotros parece una causalidad que refleja que, más allá de los modos, los halcones son halcones.

En el contexto de esa visceral disputa interna amarilla, y mientras Horacio Rodríguez Larreta nada dice de la escandalosa relación de su ministro con los funcionarios judiciales, su equipo de comunicación, a comienzos de semana hizo circular la versión de que el miércoles se daría a conocer en redes el video donde se anunciaba su pre candidatura a la presidencia de la nación. Sin conocerse muy bien el por qué, la “buena nueva” se produjo el día jueves. En el medio, María Eugenia Vidal, que se muestra insistente con su proyección como candidata (aunque no se termina de descubrir a qué) mostró una típica imagen de campaña vía Twitter, donde se la ve junto al ex presidente Macri, inaugurando sus oficinas de cara a este electoral 2023.

El video del jefe de gobierno porteño parece partir de una correcta idea conceptual inicial, ya que juega con las siempre impactantes imágenes patagónicas que muestra un camino que se inicia como síntesis de dos senderos que llegan a él. Como referencia a su supuesta idea anti grieta no puede negarse cierta originalidad, aunque el producto de nivel cinematográfico tiene tres problemas: 1) confunde la función de un faro sobre una costa marítima, 2) refiere a la extensión de la Ruta 40 que, supuestamente, recorrería toda la Argentina, cuestión equivocada ya que Tierra del Fuego y las Islas Malvinas no están alcanzadas por la mítica ruta y 3) el pre candidato aparece sólo en el medio de semejante inmensidad y poco desenvuelto frente a las cámaras, rígido y leyendo el teleprompter.

Desde lo discursivo, no deja de llamar la atención que en el intento de apropiación del discurso anti grieta, el ex jefe de PAMI incluya al propio Macri al afirmar que “aquellos que se han beneficiado con la grieta son unos estafadores”. Difícil de creer al acting en tanto y en cuanto hasta hace unas pocas semanas Rodríguez Larreta viajaba a Villa LA Angostura para reunirse con el ex presidente, territorio donde al hijo de Franco le gusta jugar de local.

https://twitter.com/mariuvidal/status/1628408830685069320

Ni lerda ni perezosa, Patricia Bullrich, a sabiendas de que su rival intentaría ocupar el centro de la escena política, se ocupó durante toda la semana de esmerilar el pretendido perfil dialoguista de Larreta. Lo acusó de tibio, instaló en agenda la discusión por el uso de las pistolas Taser y referenció la idea de estafa desde los problemas sociales que enfrenta el país.

En un punto, ciertas discusiones de la oposición cambiemista parecen enfrentar el desafío de instalar posiciones que en los hechos, no existen. Bullrich acusa de tibio a su competidor que afirma que si llega a ser gobierno dialogará con todos menos con el 30% que representa el kirchnerismo. La ex ministra refiere al aumento de planes como uno de los grandes problemas del país, pero resulta que durante la administración que ella integró en el período 2015 – 2019, los planes crecieron exponencialmente de la mano del aumento de la pobreza. Ventajas de tener a la corporación mediática de tu lado.

Tampoco se demoró demasiado Macri al bendecir el lanzamiento de Rodríguez Larreta. Lo hizo desde su supuesto perfil de empresario capitalista, amante de la competencia porque, supuestamente, esa actitud ante la vida nos hace mejores, dando por sentado que el PRO tendrá finalmente una elección PASO para definir a sus candidatos. En el texto, referenciando su rol de fundador del espacio, el ex presidente profundiza el perfil que parece haber adoptado en el último tiempo: sin descartar su propia candidatura alienta a todos a que se candidateen. Un primus inter pares que, seguramente, al no ser candidato, tratará de incidir de la manera más firmemente posible en el armado de listas y, en el caso de que la oposición llegara al poder, en la integración de los futuros equipos ministeriales.           

En este sentido, oficialismo y oposición tienen un punto de coincidencia. Más allá del reciente lanzamiento de Daniel Scioli, las indefiniciones de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, muestran un escenario donde por ahora queda mucho por resolver. El conjunto de Juntos por el Cambio no es la excepción.

Desde hace más de diez años, la actual oposición encarnada en la derecha argentina, supo, desde la mentira y la sobreprotección mediática, mostrarse como dialoguista, portadora de la idea elemental de consenso y, supuestamente representante de un republicanismo liberal que reivindica las formas antes que el fondo.

Cuando le tocó ser gobierno, también supo instalar y recrear un sistema de connivencia y promiscuidad con un entramado judicial que aún sigue vigente y que, de alguna manera, el juicio a los cuatro supremos, trata de demostrar. En el camino, la tercera virtud que podemos reconocer para el cumplimiento de sus intereses, les hizo creer a unos cuantos, que en su seno radican diferencias entre halcones y palomas. Las detenciones ilegales a opositores del pasado y la consiguiente complacencia del conjunto cambiemista, las afirmaciones de que nada debe dialogarse con el kirchnerismo, la actual defensa corporativa sobre un Poder Judicial con alta dosis de putrefacción y las “promesas” de cómo gobernarían a partir de diciembre de 2023, reflejan que la diferencia entre halcones y palomas responde más a una referencia autocomplaciente antes que a un dato de la realidad política. Esta semana, nuevamente quedó demostrado. ¿No será hora de salir de nuestra zona de confort conceptual? Tal vez así podamos entender lo que nos espera del futuro mediato.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 26 Feb 2023 11:23:25 -0300
Construcciones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6753-construcciones https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6753-construcciones Construcciones

"Para construir un bello sueño es preciso, además,
ser lo bastante espabilado -cuando se da vuelta la fortuna-
para salir de entre las ruinas y hacer otro inmediatamente."

Para construir un bello sueño - Joan Manuel Serrat.

La semana trajo un abanico de novedades que dan por confirmado que el año electoral ha comenzado. Cambios en la jefatura de gabinete a nivel nacional, la “novedad” de la supuesta jubilada Elisa Carrió que anunció su pre, pre, pre candidatura a la presidencia de la Nación (no hay error de tipeo) y la salida del tercer ministro de Seguridad en Santa Fe en el lapso de dos años, le pusieron al sistema político, más calor del que de por sí trae Febrero. Octubre está en el horizonte y todos intentan construir su plataforma de despegue. Con distintas herramientas y métodos. Pasen y vean. Sean todos y todas bienvenidos.

El comienzo de la semana llegó con  una novedad que el presidente Alberto Fernández se guardó para sí mismo: en Tucumán confirmó la salida del Jefe de Gabinete Juan Manzur para hacerse cargo de la campaña electoral en su nuevo rol de candidato a vice gobernador de Osvaldo Jaldo.

Con la salida del sanmiguelino se produce la retirada de un hombre que, a sugerencia de Cristina Fernández de Kirchner, dejaba la gobernación tucumana para darle mayor espesura política a un gobierno que atravesaba una tradicional crisis luego de una dura derrota electoral. De paso, su arribo representaba un guiño para el conjunto de gobernadores peronistas, siempre muy activos a la hora de reclamar más peso en la toma de decisiones del ámbito nacional.

Poco de ello sucedió. La figura de Manzur se fue desdibujando con el correr de los meses, quedando atrapado en la vorágine de la administración que implica una Jefatura de Gabinete.

La noticia no dejó de tener impacto político y a partir de allí comenzó la habitual danza de nombres. Juan Manuel Olmos, actual segundo del tucumano, hombre de confianza del presidente y con diálogo aceitado con todos los sectores del justicialismo; Daniel Scioli un todo terreno que ha tenido la enorme virtud de mostrar siempre un espíritu político propositivo y Agustín Rossi, hombre de indudable referencia en el peronismo nacional desde 2005 hasta aquí; fueron los que han aparecido nominados.

Pese a que, hasta la mañana del sábado, aún no hay confirmación oficial, todo parece indicar que el santafesino cuenta con todos los boletos para la llegada a lo que sería el cargo más importante de su recorrido político.

Si Fernández optara por su designación, elegirá antes que nada a un militante. Rossi puede ser eyectado de un cargo ministerial de cierta relevancia y en pocos días estar sentado en una charla con vecinos de un barrio rosarino asolado por la pobreza y/o la violencia narco. Ha sabido reinventarse para seguir siendo protagonista en el plano nacional, mantiene buen diálogo con todos y resulta un hombre respetado por la militancia peronista que le reconoce un recorrido de lealtad y trabajo permanente.  

Si la llegada de Manzur se justificaba por las razones antes expuestas, situación que no se plasmó en los hechos, a partir del hipotético nombramiento del hombre nacido en Vera, puede esperarse una efectiva cristalización de ese deseo no alcanzado desde setiembre de 2021. Y eso será así, más allá de los gustos del algunos sectores o dirigentes.

El que no la ha tenido todas consigo en un momento donde debería estar mucho más dedicado a la construcción política de su candidato Roberto Mirabella, fue el gobernador santafesino Omar Perotti.

A tener que tragarse lo que puede ser el “sapo” del Chivo, (no olvidar nunca que la relación entre un jefe de gabinete y los gobernadores es estratégica para cualquier aspiración política de un oficialismo), se le agregó un nuevo pedido de renuncia a un ministro de Seguridad de la provincia. El tercero en poco más de dos años para ser más precisos.

Dicen, los que dicen que saben, que el detonante para echar a Rubén Rimoldi, radicó en el brutal asesinato del joven Lorenzo “Jimi” Altamirano en la mismísima puerta de ingreso del club Newell’s Old Boys. Las características del crimen, lo poco que ha podido mostrar la policía en materia investigativa hasta el momento y el anuncio ministerial de medidas judiciales que no se produjeron, aceleraron el proceso de salida de un ministro que había sido nombrado hace apenas seis meses, y que el mayor recuerdo que dejará, será el de haber protagonizado un papelón institucional con una subalterna, en sede parlamentaria, sobre la que no tenía conducción política alguna.

Perotti empieza a actuar con una lógica futbolera típicamente argentina: esa que muestra a los presidentes de los clubes que tienen problemas con el descenso y que cada cuatro meses cambian de director técnico, no aceptando que ciertos procesos llevan tiempo y, fundamentalmente, que los jugadores no se caracterizan por su habilidad deportiva. En Santa Fe la policía es parte del problema, y el que así no lo entienda estará partiendo de un error de base.

https://twitter.com/MCorach/status/1623498460178575360

El problema de Perotti, además de haber sido elegido para solucionar los problemas de sus comprovincianos, es que prometió “Paz y Orden” en 2019 como idea fuerza de campaña. Y de ciertos slogans no se vuelve tan fácilmente cuando se está en la gestión.

La pelea con Aníbal Fernández, definitivamente inconducente, esconde algo de verdad de ambas partes. Si bien las otras provincias no tienen el problema que se ha transformado en el drama de Rosario, cierto es que a situaciones especiales le corresponderían respuestas institucionales especiales y que no alcanzan con el cambio de nombre ministerial ni tampoco para que el control federal se circunscriba al centro rosarino.

Y además, como si todo esto fuera poco, el problema no es nuevo. Tiene más de una década de vigencia y si a alguien lo dejara tranquilo poner una fecha, habría que anclarla en el asesinato de Martin “Fantasma” Paz, a la luz pública, en una mañana sabatina en la zona de Entre Ríos y 27 de Febrero. A Perotti se lo puede acusar de ineficiente y de cierta negligencia, pero ciertas connivencias deben buscarse en otro lado.

Leer y escuchar a algunos dirigentes con responsabilidades políticas en la década anterior, sin sonrojarse y sugiriendo lo que el gobierno actual debe hacer, se parece y mucho, a una hipocresía hecha y derecha. Valga las cercanías y los acuerdo políticos frentistas.

https://twitter.com/maxipullaro/status/1623791753940676609

Jueces involucrados en serias sospechas, funcionaros judiciales eyectados de sus cargos, investigaciones que se mantuvieron en el seno de los tribunales ordinarios cuando debían ser sustanciadas en el fuero federal, punta de ovillos de denuncias que no se profundizaron y que alertaban sobre cierta connivencia con un sector de la política, son el combo previo a lo que hoy vive Rosario, demostrando que con fotos “supremas” no alcanza.

En el medio, Pablo Javkin, que luego de tres años ni siquiera ha dado inicio a la solución de algunos de los problemas más importantes de Rosario (transporte público, estado de las calles, etc.), en el intento de construcción de su precandidatura a gobernador, trata de mostrarse como la voz de los vecinos de una ciudad sobre la que poco hicieron sus antiguos socios políticos para que, efectivamente, no resultara estigmatizada. Por momentos su rol parece quedar opacado al de un mero comentarista de la realidad. Lo que no se comprende del todo es por qué, teniendo un plan para la inseguridad (como decía tener en la campaña de hace cuatro años) y teniendo un diálogo relativamente fluido con el gobernador, eso no se ha aplicado en el control policial de la calle. Cosas que este analista no alcanza a “descular”.

Y si hablamos de socios y socias supuesta y antiguamente progresistas de Javkin, no dejó de llamar la atención en el plano nacional, la afirmación de Elisa Carrió auto postulándose para competir por la presidencia de la Nación. Todo tan verificable como el humo que la sequía de La Niña nos legó.

La oriunda del Chaco busca incidir en la formación de listas que coloque a su alicaída Coalición Cívica en ciertos lugares expectantes del espectro de Cambiemos. También la incidencia en ciertas definiciones previas a los procesos electorales, supone una idea de construcción. Aunque en el caso de Carrió eso se parece bastante a una contradicción en si misma.

Las preguntas del cierre refieren a si el oficialismo tendrá margen para espabilarse y construir un nuevo sueño. Si una oposición jugando al desgaste permanente no resulta funcional a todo aquello que se declama como deseoso. ¿En qué punto ciertas construcciones no son funcionales a la destrucción de sueños y derechos? Todo está por verse. Todo está por construirse.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 12 Feb 2023 10:31:34 -0300
Antón Pirulero https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6750-anton-pirulero https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6750-anton-pirulero Antón Pirulero

Antón, Antón,
Antón Pirulero,
cada cual, cada cual
atiende su juego,
y el que no, y el que no,
una prenda tendrá.
(Anónimo)

Huelga decirlo, pero para quienes pasamos la barrera que suponen las cinco décadas de edad, fuimos criados con una serie de canciones infantiles que no se caracterizaban siempre por el sentido de lo colectivo o de lo diverso. Antón Pirulero (dejamos aquí un interesante post que viene a zanjar la cuestión de si es “Antón” o “Al Don”), siempre resultó una creación que hacía gala de un marcado individualismo ya que, si cada uno no atendía su juego, tendría una prenda.

Podría afirmarse que estas líneas pueden servir de excusa para evitar una necesaria sesión de psicoanálisis, pero lo real y concreto es que, cuando se observan algunos posicionamientos políticos del oficialismo nacional (y provincial), uno no puede dejar de observar cómo perseveran ciertas lógicas individuales antes que las del conjunto. Promediando enero, la ausencia de un liderazgo que aglutine resulta cada vez más evidente. Capítulo número mil de un proceso que transforma a la idea de la diversidad en un juego donde prevalecen las mezquindades de los distintos protagonistas. Pasen y vean. Están todos y todas invitadas.

Desde hace unas cuantas semanas Alberto Fernández aparece más activo en temas y regiones que había dejado de abordar en el pasado no tan lejano. Comenzó el año con el anuncio del inicio del proceso de juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha recorrido un par de provincias, y ha dado a conocer una serie de videos donde, a la vez que cuestiona la gestión macrista, realza lo hecho por su administración en este tiempo. Los últimos spots se parecen, y mucho, a los de un presidente/candidato: discute con cierto decir opositor, muestra un futuro cercano de esperanza y fogonea una autovalorización que el macrismo parece destinado a esmerilar.

La estrategia presidencial se ancla en una temporada turística récord, de argentinos que vacacionan en el país pero también de aquellos que se corren hasta Brasil; en una gestión económica conducida por Sergio Massa que evitó el abismo y pone cierta perspectiva en una baja real de la inflación; en una actividad industrial que en algunos sectores muestra los mejores números desde hace quince años; en un conjunto de obras estructurales que son vitales para el tiempo que viene y en un protagonismo regional que se complementa con el éxito lulista de octubre de 2022. Si toda esta hiperactividad obedece al deseo íntimo presidencial de ir por la reelección o de evitar el vacío de poder sintetizado en la historia de un pato rengo, es algo que sólo Alberto Fernández y el tiempo (fundamentalmente) podrán definir.

https://twitter.com/alferdez/status/1616534217072017428

Cristina Fernández de Kirchner por su parte, aparece cada vez más determinada a mostrar el comportamiento mafioso de buena parte de la justicia federal que anida en Comodoro Py y que, en esta semana, volvimos a tener un ejemplo de su eficaz accionar cuando el juez Sebastián Ramos decidió archivar (en menos de dos semanas) la causa contra el ministro de Seguridad y Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Marcelo D’alessandro, por los audios que lo involucraban en una relación bochornosa con Silvio Robles, el jefe de asesores de Horacio Rosatti. La vicepresidenta sigue mostrándose muy lúcida para reflejar la red de complicidades que operan en ese antro llamado tribunales federales y el día viernes advirtió de que están llevando a la institucionalidad argentina a un callejón sin salida.

La gran pregunta para este 2023 es si esa lógica política mueve el amperímetro electoral. Con una inflación del 95% para el año que pasó, con una expectativa (con todo el viento a favor) de bajar ese número al 60% para los próximos doce meses, queda la duda persistente si la sociedad en su conjunto pone en valor esa justa disputa que lleva adelante la dirigente peronista con más votos.

https://twitter.com/CFKArgentina/status/1616437324421668864

Sergio Massa por su parte tuvo una semana con matices. Al anuncio de la recompra de deuda por U$s1000 millones, medida que le permitió quitar presión a un dólar ilegal que había aumentado casi un 10% en muy pocos días, le siguió una sobreexposición de su figura que recibió el cuestionamiento del multimedios más poderoso de la Argentina. Algunas cosas no parecen casuales: desmontar una pequeña corrida cambiaria tiene sus costos, para Massa incluido.

La situación es clara: el gobierno articula poder como puede, con medidas de distinto tipo y, excepto honrosas excepciones, no aparece un conjunto de dirigentes que le ponga el cuerpo al asunto. Si al presidente se le pedía audacia para emprender disputas que de antemano se sabían perdidas (el juicio a la Corte es un claro ejemplo de ello), hoy, no aparecen muchas de esas voces bancando la parada. Si retoma una siempre necesaria y sana costumbre de recorrer el país, vale preguntarse cuántos son los dirigentes locales que están dispuestos a acompañarlo en la recorrida.

Para muestra basta un botón decía mi abuela, y en la semana que pasó los santafesinos tuvimos un buen ejemplo de lo dicho en el párrafo anterior. El gobierno nacional anunció una partida de $1300 millones para la provincia de Santa Fe para paliar los efectos de la sequía. Rápido de reflejos, el diputado Roberto Mirabella, hombre de estrechísima confianza del gobernador Omar Perotti y uno de los dirigentes que suenan como delfín del primer mandatario provincial para sucederlo en el cargo a partir de diciembre de este año, se ocupó vía Twitter de agradecer pero a la vez señaló una crítica por la ausencia de un plan integral. Uno lee el mensaje y no entiende bien si lo escribe un oficialista o un opositor.

https://twitter.com/mirabellarob/status/1616162172190474245

En ese ejemplo menor, insignificante si se quiere, radica parte de una pregunta que parece rondar en ciertos ámbitos que no son, precisamente, los que componen el famoso y nunca del todo identificado círculo rojo: ¿Quién defiende al gobierno?, y ampliando la perspectiva, ¿Quién defiende al peronismo en su conjunto?

Si, unos quinientos supuestos empresarios que dicen gustar del riesgo inversor capitalista, actúan en tándem con la Embajada de los EE.UU. y salen a cuestionar un pedido de juicio político contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación, instancia jurídica consagrada en la mismísima Constitución Nacional, luego de que la propia oposición argentina haya presentado una veintena de juicios políticos al presidente de la Nación y nadie se ofendiera demasiado; y sólo se escuchan unas pocas voces que se paren frente al dislate de una embajada metiéndose en asuntos internos, cabe preguntarse el porqué de un silencio nacional y popular tan atronador.

El Frente de Todos surgió como producto de la urgencia que suponía sacarse de encima el lastre que representaba para el país la continuidad de un gobierno como el de Cambiemos en el período 2015 – 2019. La inteligencia de Cristina Fernández de Kirchner fue determinante y la idea de la “unidad en la diversidad” pareció sintetizar un espíritu de época que, con el surgimiento de los problemas más importantes de la gestión, no pareció prevalecer.

En el después no hubo una construcción que permitiera “pasar de pantalla”. ¿Falta de generosidad o de amplitud de los principales dirigentes? Esta podría ser una línea de abordaje para entender por qué hoy el Frente de Todos devino en la suma de “diversos con un sello común”, y no mucho más que eso.

La gran pregunta que subyace cuando se amplía la mirada es si este es un problema forjado en la propia génesis del Frente de Todos o es, en realidad, una característica sobresaliente del sistema político argentino en los años 20’ de este siglo XXI. Realmente resulta difícil de definir en este espacio, pero lo real y concreto es que nadie la tiene sencilla en este juego de distintos. Ni oficialistas, ni opositores. Estos últimos aparecen enfrascados en una virulencia interna que sólo es ralentizada cuando se trata de bloquear en forma sistemática al oficialismo, con crítica a la Asamblea de la CELAC incluida, ofreciendo el triste espectáculo político de pretender limitar la presencia en el país, de mandatarios que no son del gusto amarillo.

https://twitter.com/juntoscambioar/status/1612883168872304642

¿Las PASO podrían superar esta encerrona donde cada cual atiende su juego? Es una posibilidad. Lo planteamos hace tres meses atrás, cuando sosteníamos desde este grupo de trabajo que ese formato de internas creadas en la gestión kirchnerista había llegado para quedarse. Una de las virtudes de esa forma de ordenar la vida interna de los partidos es que, la disputa (y el consiguiente resultado) puede servir para fortalecer la vida de cada uno de ellos. Si bien esto no es un cálculo matemático de una exactitud definitiva, la alternativa de un proceso interno tal vez pueda reordenar y dar nueva significancia a algunos liderazgos.

Queda saber si el peronismo se decide por este método o si, por el contrario, prevalece la unidad de un nombre común. Cualquier método será posible, pero lo que queda cada vez más claro, para lo que el futuro depare, es que deberá reconsiderarse la idea conceptual del Antón Pirulero.

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sun, 22 Jan 2023 11:13:22 -0300
Lula vs Bolsonaro: entre la polarización y las expectativas https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6740-lula-vs-bolsonaro-entre-la-polarizacion-y-las-expectativas https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6740-lula-vs-bolsonaro-entre-la-polarizacion-y-las-expectativas Lula vs Bolsonaro: entre la polarización y las expectativas

La victoria obtenida por Luiz Inácio Lula da Silva en el ballotage de las elecciones presidenciales brasileñas, será recordada como un hito en muchos más sentidos que el meramente político. Su centralidad a nivel internacional dio cuenta de las expectativas por el cambio de color político y las consecuencias a nivel interno y externo en un país de relevancia. Pero también sirvió para evocar, tal como un plot twist digno de una buena serie, la llegada al poder de un personaje que hace tan solo dos años estaba preso en una cárcel de Curitiba.

Y, para hacerlo más místico, tras mil y una tribulaciones, gana la elección por poco más de un punto y medio porcentual. No obstante, y aunque hayan pasado más de diez años, el recuerdo de sus éxitos tras dos períodos de gobierno ha jugado un papel fundamental a la hora de explicar este triunfo, por lo que uno de los desafíos inmediatos será moverse en otro tiempo político muy distinto. Sin embargo, la victoria de Lula no se explica solamente por los viejos éxitos de su gestión, sino también por factores que dieron cuerpo a la elección más polarizada de la historia brasileña.

Un primer factor resalta a la vista con solo mirar un mapa con la composición de votos por estados, con un Sur completamente dominado por el bolsonarismo y un Noreste en donde Lula no tuvo competidor. En este escenario, donde las diferencias de voto entre uno y otro candidato se anulan entre sí, entra en juego un segundo factor: las diferencias en estados claves. Así, Minas Gerais, que en estas elecciones fue prácticamente un swing state, volvió a constituirse en el estado testigo de la segunda vuelta, con resultados favorables a Lula —que reflejaron como un calco la diferencia de votos a nivel nacional—.

Por otro lado, el hecho de que la victoria de Bolsonaro en el estado de Sao Paulo fuera por una diferencia menor a la esperada, permitió que los estados con mayor predominio petista le otorgaran la exigua diferencia de dos millones de votos (1.7 puntos) que implicó, a la postre, la victoria de Lula.

Esto último nos lleva al tema de las encuestas. Si los resultados de la primera vuelta fueron los de un acierto a medias, en la medida en que los guarismos fueron mucho más precisos con Lula pero no captaron la capilaridad del bolsonarismo a nivel del electorado, en la segunda vuelta ocurrió exactamente lo mismo. Mientras Lula creció poco más de un punto entre la primera vuelta y la segunda, Bolsonaro creció casi seis puntos, por poco llegando a descontar la diferencia entre ambos a principios de octubre.

Esto debería servir para confirmar algunas nociones a futuro. La primera es que el bolsonarismo está definitivamente arraigado como fuerza en Brasil, y llegó para quedarse. Pareciera que las encuestas no captaron con precisión el nivel del apoyo con el que contaba (y sigue contando) Bolsonaro. Un segundo punto es que los candidatos que quedaron afuera del ballotage no son dueños de sus propios votos.

En una elección donde el electorado estaba fuertemente consolidado a favor de uno u otro candidato, el electorado que optó por terceras opciones (Simone Tebet o Ciro Gomes) decididamente fue a contramano de la bajada de línea de sus dirigentes. Esto no sólo prueba el punto anterior, sino que da cuenta de que el antipetismo es un sentimiento fuerte dentro del voto bolsonarista, que tiene cómo canalizarse electoralmente y que será un punto a considerar en el turbulento contexto social que se le avecina a Lula.

Un tercer punto nos lleva a la relación de fuerzas en el Congreso. La alianza de amplio espectro urdida por Lula ha servido para ganar por la mínima en la segunda vuelta, pero deberá probar su eficacia en un Congreso donde el bolsonarismo duro tendrá un papel relevante como primera fuerza en la cámara baja. Este elemento constituye una variación significativa en el contexto de una correlación de fuerzas similar a la legislatura surgida en las elecciones de 2018.

En este sentido, una incógnita será el papel que cumplirán las mayorías informales (las triple B) que fungieron como apoyos parlamentarios para Bolsonaro. En este punto, las formas políticas propias del presidencialismo de coalición serán fundamentales para sustentar el programa de gobierno llevado adelante por Lula, con el Centrão y el PDMB como actores fundamentales en una trama vital para cualquier proyecto político que se proyecte a futuro.

Más allá de los armados políticos, esta elección, y el tiempo mediato después de ella, estará signada por las narrativas electorales imperantes en la campaña electoral. Así, el binomio democracia vs autoritarismo sostenido por el PT se enfrenta, en una especie de tercer tiempo de largo espectro, con su opuesto entre libertad vs comunismo.

Si bien el primero de ellos se impuso en virtud del resultado electoral, las movilizaciones por parte de militantes bolsonaristas que no aceptan el resultado de las urnas sugieren que la díada sostenida por Bolsonaro continúan vigentes y propone un desafío inédito para el gobierno entrante: cómo enfrentar a los sectores más radicalizados, atravesados por otras narrativas —las de la posverdad— y que a estas horas se manifiestan en los cuarteles buscando la intervención del ejército. En este sentido, y tal como quedó plasmado en Estados Unidos con el asalto al Capitolio, lo que parece haberse roto es el pacto social por el cual los que pierden reconocen el resultado y no cuestionan el sistema electoral.

Siguiendo esta línea argumental, Bolsonaro no ha reconocido ni una ni otra. Su silencio por largas 48 horas y su declaración posterior ante la prensa —que abrió la puerta al proceso de transición—, estuvieron plagadas de mensajes contrapuestos. Mientras validó los cortes de ruta (cuya desobstrucción pidió recién el miércoles a la noche), esperaba apoyos institucionales que no se dieron, como los del sector empresario, el del agronegocio y, sobre todo, el de personalidades afines a su núcleo político, quienes reconocieron —con distintos tonos— la victoria de Lula, haciendo más pronunciado el aislamiento relativo de Bolsonaro tras la derrota.

Esto último hizo pensar en una división entre el bolsonarismo electoral y el institucional, e incluso se especula en una división dentro del propio Partido Liberal entre un sector afín a colaborar con el gobierno entrante y otro refractario a ello. En cierto sentido, Bolsonaro quedó prisionero de sus propios movimientos políticos. Reconocer la victoria de Lula implicaba alienarse de sus votantes, sobre todo de su núcleo duro. Incluso el llamado a desobstruir las rutas fue tomado por su militancia como otra fake news.

Como sea, todo esto no invalida el carácter de Bolsonaro como líder de la oposición futura, y los desafíos orbitarán en el orden de cómo articular tanto con los sectores radicales que apoyan su narrativa, como con el bolsonarismo institucional que acata las reglas del juego político.

Los discursos de Lula da Silva, al certificarse su victoria, orbitaron sobre aquella narrativa vencedora, pero además sirvieron para reinaugurar un tono mesurado y programático opuesto al predominante bajo la administración Bolsonaro. Al desafío social que supone (volver a) sacar a Brasil del mapa del hambre y poner el medioambiente en el centro, se le suma el retorno al mundo y la voluntad de jugar fuerte en espacios como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los BRICS.

Si bien es cierto que el armado electoral amplio que le resultó indispensable para ganar la segunda vuelta puede condicionar algunas de sus propuestas de base, no menos cierto es que la propia figura de Lula funge como capital a la hora de reestablecer relaciones con actores de relieve en temas centrales como los mencionados, en un esperado retorno de aquella política activa y altiva que caracterizó su período anterior. La pregunta es si el conflicto interno se superpondrá a su papel como actor internacional global, en un mundo que no es el de 20 años atrás cuando asumió su primera presidencia.

Tal vez el condicionante más importante a superar sean las percepciones del mundo. En una arena internacional agitada por la guerra en Ucrania, la disputa entre Estados Unidos y China y variados conflictos regionales, el margen de maniobra con el que cuenta Lula será mucho menos permisivo y mucho más coactivo en función de las expectativas de los principales poderes respecto a cómo el nuevo gobierno se posicionará en torno a este escenario. De cualquier forma, si a nivel interno regresa la política, en lo externo el Norte mundial espera a Lula. Y no sólo las grandes potencias.

Nuestra región cuenta por primera vez un contexto de coincidencia ideológica por parte de los tres países rectores de la región, a los cuales se suma Chile y Colombia. En un retorno de una marea rosa —claramente distinta a la primera— el potencial de interlocución política es prometedor en un mundo que tiende a regionalizarse y cerrarse sobre sí mismo. De esta forma, a la mayor densidad institucional (reformateo de UNASUR, mayor perfil de CELAC, redefiniciones del papel de MERCOSUR) se le suma el desarrollo en nuevas tecnologías, la interconexión logística regional, el papel central en cuestiones medioambientales y un rol más activo de la industria.

Finalmente, y por fuera de los desafíos y los imperativos políticos que enfrentará el viejo líder, es interesante tratar de interpretar qué expresa realmente el retorno de Lula. Tal vez, parte de la respuesta esté en las diadas a las que nos referíamos anteriormente. Hace 20 años el debate se centraba en la discusión entre Estado y Mercado, y la victoria de Lula en 2002 se daba en el marco de la retirada del neoliberalismo regional. El escenario presente es muy distinto y mucho más desafiante, con una extrema derecha definitivamente enraizada en Brasil, con representantes en varios de sus vecinos.

Quienes abogaron por el fin de la historia ven refrendado su error: las ideologías importan, y esta dimensión es la que sustenta la díada democracia vs autoritarismo, la cual vuelve a tener vigencia luego de 40 años en otro contexto. En este marco, Lula y Bolsonaro prometen ser los protagonistas de una disputa política tensada al máximo, pero eso será materia para los meses que vendrán. Lula ha vuelto, y la región —y el mundo— respiran aliviados.

(*) Gisela Pereyra Doval es Doctora en Relaciones Internacionales (UNR). Investigadora del CONICET y Profesora de Problemática de las Relaciones Internacionales (UNR) Argentina. Sígala en @DovalGisela

(**) Emilio Ordoñez es Investigador, analista internacional en el portal Fundamentar.com y columnista radial en diversas emisoras de Argentina y el extranjero. Sígalo en @eordon73 

FUENTE: El Sol de Cuernavaca

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hola@fundamentar.com ( Gisela Pereyra Doval (*) y Emilio Ordoñez (*)) Opinión Sat, 12 Nov 2022 10:49:44 -0300
A rodar https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6737-a-rodar https://www.fundamentar.com/articulos/opinion/item/6737-a-rodar A rodar

"Y a rodar mi amor,
yo no sé dónde va,
yo no sé dónde va mi vida
Yo no sé dónde va, pero tampoco creo que sepas vos.
Quiero salir, sí­, yo quiero vivir,
y quiero dejar, una suerte de señal…"

A rodar mi vida - Fito Páez

“A río revuelto, ganancia de pescadores” afirma el dicho popular. Y, lentamente, la política argentina parece entrar en clave 2023 con el dato significativo de que, a exactamente un año de lo que será la elección general, no queda del todo claro cuáles serán los nombres propios que protagonizarán la compulsa que, irremediablemente, modificará el actual escenario post pandemia.

La última semana de octubre tuvo de todo, “como en botica”: presentación de libro, centralidad del Congreso de la Nación, la discusión a la distancia sobre la supresión de las PASO y un acuerdo económico internacional nada desdeñable. Pasen y vean.

La semana comenzó bien arriba. Mauricio Macri presentó su libro “Para qué” acompañado del provocador Pablo Avelutto en un contexto donde volvió a demostrar su referencia y, de alguna manera, su condición de jefe político al lograr que lo más granado de Propuesta Republicana se hiciera presente allí en la Sociedad Rural, con Horacio Rodríguez Larreta incluido.

Emulando a la actual vicepresidenta, quien supo ganar centralidad política recorriendo el país con la presentación de “Sinceramente”, Macri va por su segundo libro. Si en el anterior la apuesta se sintetizaba en una hipotética candidatura, en este el escenario ya no está tan claro en cuanto a las intenciones.

De sus últimos movimientos, todo parece indicar que el hijo de Franco intentará mostrarse como el gran referente de Juntos por el Cambio, una especie de parteaguas que tenga poder real antes que formal y que sirva como condicionante de un hipotético gobierno amarillo a partir de diciembre del año próximo. La figura de “El padrino” del dúo Puzo – Coppola, al que todos acudían para buscar su bendición, no deja de tener cierta justeza.

Para una hipotética candidatura, Macri necesitaría de un fenómeno de amnesia colectiva que haga olvidar los enormes desaciertos de su gobierno. No se trata sólo de cuestionar aquello que la administración del Frente de Todos no esté haciendo bien o, decididamente, esté haciendo mal, sino que el alto porcentaje de imagen negativa que ha sabido cosechar, no permite ni el más mínimo despegue de su figura. Una cosa es propalar ciertas ideas que puedan parecernos “modernas” (pre modernas para el interpretar del suscripto), que vengan acompañadas con un buen packaging, y una buena dosis de impunidad mediática, y otra muy distinta es que el vocero y representante de una clase social que siempre se las ha ingeniado para servirse de un Estado al que denostan, sea además el responsable de varios récords de una pésima gestión económica para el conjunto de los argentinos, pretendiendo ser candidato en una elección general.

Sí se le debe conceder a Macri la capacidad para instalar ciertos discursos. No tanto por su sagacidad política que, a no equivocarse, vaya si la tiene; sino por la enorme capacidad de crear agenda que en el país tiene buena parte de la derecha.

Tanto es así, que sus diatribas contra Aerolíneas Argentinas, empresa a la que quiere desguazar en nombre de una supuesta revolución de los aviones con las que intentó favorecer a sus amigos en el período 2015 – 2019, tuvo eco en cierta prensa “progre” que empezó a hacer el ejercicio comparativo, con el único rigor que suponen los tiempos mediáticos, de la existencia de diversas empresas del Estado de diferentes países del mundo que, aparentemente, serían más eficientes que las nuestras. Como al pasar, también el Inadi fue blanco de críticas por la cantidad de empleados con los que cuenta en su plantilla.

Algo se le debe reconocer al neoliberalismo profundamente “derechoso” de este tiempo: cierta inteligencia que hace que, si en finales de los ’80 y comienzos de los ’90, los discursos que deslegitimaban el rol del Estado venían de parte de sus propios voceros (el dúo Neustad – Grondona fue el más famoso), no dejó de llamar la atención que por estos días, algunos de los que supuestamente están de este lado, el nuestro, pusieran bajo la lupa el sentido y funcionamiento de unos cuantos organismos estatales y la supuesta rigidez de no pocos convenios colectivos de trabajo. La vida te da sorpresas, cantaba el borracho que se tropezó con Pedro Navaja. La política (y los medios) no está exceptuada de ello.

En el oficialismo, por su parte, juntaron en los últimos siete días, noticias de las buenas y de las otras, esas que se sustentan en un cúmulo de diferencias cada vez más expuestas. En este sentido parecen sobresalir dos grandes discusiones; la suspensión de las PASO y la entrega o no de un bono o de una suma fija al conjunto de los trabajadores que sirva para mejorar sus bolsillos.

De la primera de esas diferencias nos referimos en esta misma columna hace apenas un par de semanas atrás. El escenario no ha variado demasiado, sólo que, ahora sí, una vez terminado el tratamiento del proyecto de ley del Presupuesto 2023, el diputado rionegrino Luis Di Giácomo, presentó el proyecto de suspensión y con ello, el conjunto del sistema político comenzó a discutir su viabilidad.

Al interior del oficialismo hay dos posturas claramente expuestas: la del conjunto de gobernadores peronistas que, en acuerdo con el cristinismo, plantean la suspensión a los fines de, por un lado, elegir las candidaturas de acuerdo al interés de cierta dirigencia y por otro, para complicar la interna de Juntos por el Cambio, que necesita a las PASO como el agua para ordenar su sobrevida política para lo que viene.

La otra postura es la del presidente y de buena parte del Frente de Todos que se representa en la Cámara de Diputados que no tienen ningún interés en terminar propiciando una medida que contradice los planteos de un oficialismo que supo sancionar la ley en 2009. En la semana que pasó la presión por la suspensión fue in crescendo, al punto que el propio ministro del Interior, Eduardo Wado De Pedro, actuando como una especie de vocero del conjunto de gobernadores, declaró que al presidente lo querían convencer de la no derogación.

El juego parece estar abierto. A tal punto, que otra de las novedades que trajo la semana en el contexto de PASO sí o no, vino de la mano de una serie de off the record que indican que el presidente cada vez aparece como más convencido de ir por su reelección, con el agregado de declaraciones de Máximo Kirchner que terminaron enfriando cierto incipiente operativo clamor que pedía por una candidatura de la ex presidenta, al afirmar que “creía que Cristina no sería candidata”.

Con respecto a la idea de un bono o una suma fija las diferencias también parecen estar a la orden del día, con dos referencias insoslayables: por un lado el cristinismo, algunos dirigentes sindicales que tributan en la CGT y los de la CTA; por el otro, la conducción cegetista que hasta el momento había dejado supeditada cualquier mejora a lo que pudiera definirse en las paritarias, ya que una suma fija suele no tener componentes remunerativos y ello atenta contra el interés gremial. Nada está definido aunque todo parece indicar que el presidente ha dado algunas nuevas instrucciones. Tal vez noviembre traiga alguna novedad.

De alguna manera paradojal, las mejores noticias para el oficialismo, esas que refieren a poder contar con algunas certezas en el mediano plazo, vinieron de la mano de la dimensión económica, esa que hasta hace algunas semanas atrás se asomaba al abismo.

En la tarde del viernes el ministro Sergio Massa informó sobre un acuerdo con el Club de París para refinanciar una deuda de U$s2000 millones. Esto se suma a la media sanción que en la madrugada del miércoles obtuvo el Presupuesto 2023 en la Cámara de Diputados.

Massa, Martínez y Moreau durante la sesión en la que se aprobó el presupuesto 2023
Massa, Martínez y Moreau durante la sesión en la que se aprobó el presupuesto

Como ya habíamos señalado algunas semanas atrás, existían señales muy claras para su aprobación. La oposición no podía darse el lujo de votar un rechazo que le serviría al gobierno de un argumento muy potente de las trabas que se ponían en la gestión, a la vez que se le daba al funcionario de turno una discrecionalidad enorme ya que, por segundo año consecutivo, se debían repartir recursos con el diseño presupuestario del 2021.

Junto con ello, teniendo en cuenta que el 2023 es un año electoral, período en el que abundan el anuncio y la realización de obras, resultaría muy dificultoso para cualquier legislador que quiera ser reelegido, volver a su territorio y explicar que aquella obra que se financia con fondos nacionales (razón de ser de muchas gobernaciones e intendencias a la hora de poder contar con obras estructurales), no podría realizarse por diferencias de tono político – partidario.

A todo ello se complementa el estilo que en este año supo imponer la actual jefatura de bloque del oficialismo en tándem con la presidenta del cuerpo, Cecilia Moreau, mujer que reporta directamente a Sergio Massa. Imperó el diálogo con el resto de los bloques, se articularon un conjunto de partidas que modificaron el proyecto inicial y que, más allá de la derrota oficialista en el tema ganancias del Poder Judicial (algo previsible), algunos quisieron mostrar la sensación de que todos ganaron. La contundencia de los números de su aprobación (180 a favor, 22 en contra y 49 abstenciones) refleja un nivel de consenso que no se lograba desde hace unos diez años.

El rosarino Páez nos contaba allá lejos y hace tiempo que él no sabía dónde iba su vida (ni la nuestra). Algo parecido puede exponer el sistema político argentino que, a un año de la elección general, no tiene claramente definido quienes serán sus protagonistas. Esa incertidumbre, también se refleja en cierta cotidianeidad. En la coincidencias y en las desavenencias. De oficialistas y opositores. Como el futuro, todo un palo…

(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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hola@fundamentar.com (Miguel Gómez (*)) Opinión Sat, 29 Oct 2022 18:31:32 -0300