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Lunes, 28 Junio 2021 15:09

LGBTQ+: cómo se enseña diversidad de género desde el jardín hasta el secundario

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Por ley, los y las docentes deben trabajar el tema en el aula y las escuelas tienen que garantizar que eso se cumpla. ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? ¿Qué apoyo dan las organizaciones de la sociedad civil especializadas? La disposición de los baños, las clases de educación física y formar estudiantes en filas de varones y mujeres son cuestiones pensadas desde lo binario y que deben reverse.

“Me llamo Gonzalo y quiero que me llamen así”, sostiene el estudiante desde su cuadradito en la videollamada de la clase de Matemáticas. Lo aclara porque en su documento nacional de identidad y en las listas de la escuela secundaria a la que asiste figura con el nombre femenino que le dieron al nacer, pero con el que él ya no se siente cómodo.

“La virtualidad les facilitó a muches jóvenes, sobre todo que cursan el secundario, poder decirle a sus docentes con qué nombre querían aparecer en las videollamadas. De hechos son muchas las familias y docentes de primaria y secundaria que en el último año y medio nos han pedido talleres e información para acompañar a niñes y adolescentes en sus transiciones”, cuenta Lautaro Lucas Cruz, cofundador de Trans Argentinxs, organización que desde 2017 acompaña a las niñeces, adolescencias y juventudes trans y a sus entornos familiares y escolares.

Sin embargo, que chicos y chicas se animen a pedir algo que tienen por derecho, como ser nombrados y tratados por cómo se autoperciben y no por el género dado al nacer, no es garantía de que ese derecho se cumpla. Según estadísticas de la Red Latinoamérica y del Caribe de Personas Trans, en Latinoamérica el 63,46% de las personas trans abandonan sus estudios antes de completar el secundario debido a la discriminación.

En ese sentido, “hay que pensar que la escuela, como institución, no solo es responsable de no vulnerar derechos, sino también cuando no interviene en cualquier vulneración que sufren sus estudiantes, como puede ser el derecho a estudiar. Y ahí la educación sexual integral (ESI) es fundamental”, explica Daniela Giacomazzo, psicóloga, docente y coordinadora del área de expansión de Casa FUSA, asociación civil que trabaja que trabajo por los derechos a la salud de adolescentes y jóvenes.

La ESI y la diversidad LGBTQ+

La ley 26.150 de Educación Sexual Integral fue sancionada en el año 2006 y es la norma que establece el derecho de los y las estudiantes a recibir ESI en todas las instituciones educativas del país de nivel inicial, primaria y secundaria, sean de gestión estatal o privada, de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o municipal. También establece que la ESI debe articular aspectos sociales, psicológicos, biológicos, afectivos y éticos, de forma transversal a todas las materias y espacios educativos.

Vale aclarar que la sigla LGBTQ+ significa: lebianas, gays, bisexuales, trans y queer, más todos los demás colectivos no contemplados en esta sigla. 

Habiendo explicitado a qué nos referimos con diversidad de género es importante resaltar que a la ESI se le critica precisamente que tiene una mirada hegemónica y una perspectiva de géneros binaria. “Tanto es así que cuando tengo un niñe trans la ley lo encasilla como varón o mujer, sin reconocer lo trans o lo no binario. Es algo que también se le critica a la ley 26.743 que establece el derecho a la identidad de género de las personas (sancionada en 2012)”, explica Cecilia Valeriano, directora de Programas de la Fundación Huésped y coautora del libro “Educación sexual integral: Guía básica para trabajar en la escuela y en la familia”.

A esta mirada hegemónica sobre géneros que prevalece en el texto de la ESI no solo la critican desde los colectivos de familias de infancias trans o que específicamente trabajan estos temas. “También les docentes que se encuentran sin herramientas para trabajar las transexualidad en las escuelas, sin saber cómo abordar y acompañar a las niñeces y adolescencias trans que son cada vez más comunes. Es decir, para los entornos culturales cada vez más permisivos las herramientas legislativas son aún deficientes”, puntualiza Valeriano.

Para subsanar de algún modo esta falencia es que en 2018, el Consejo Federal de Educación (CFE) publicó la Resolución 340/18, que incorpora a la ESI leyes que fueron sancionadas con posterioridad y que tienen que ver con la diversidad y el colectivo LGBTQ+, como la ley de matrimonio igualitario y la de identidades de género. La resolución también determina los núcleos prioritarios a trabajar desde el jardín de infantes hasta la secundaria.

Por ejemplo, en nivel Inicial dos de los núcleos son “Igualdad de oportunidades para niñas y niños en juegos y trabajos evitando estereotipos de género” y “No guardar secretos que los hacen sentir incómodos, mal o confundidos”. Mientras que entre los ejes a trabajar en primaria están “Los caracteres sexuales”, “Los cambios que se ven y se sienten en la pubertad”, “La diversidad en las personas: apariencia física, orientación sexual e identidad de género”, “La superación de los prejuicios y las actitudes discriminatorias”, “Nuevas formas de masculinidad y femineidad en el marco de la equidad de género”.

Y en secundaria, entre otros aspectos, se debe promover “La construcción de identidad y de proyecto de vida”, “El derecho de las personas a vivir su sexualidad de acuerdo a sus convicciones y preferencias en el marco del respeto por los/as otros/as”.

La Dirección de Educación para los Derechos Humanos, Género y Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación de Nación preparó especialmente para esta nota esta guía con recursos para los distintos niveles.

Según datos de las pruebas Aprender (2019), el 92% de los y las estudiantes afirma que en su escuela se trató al menos uno de los temas de ESI, y el 55% afirma que se hizo en clases especiales.

A su vez, #EsConESI –un proyecto de Impacto Digital y Casa FUSA, impulsado por la Iniciativa Spotlight en Argentina, una alianza entre la Unión Europea y Naciones Unidas para eliminar la violencia contra las mujeres y niñas– acaba de presentar los resultados de un relevamiento que hizo entre 397 adolescentes y jóvenes de 5 provincias argentinas. En el informe, la sexualidad, el género y la identificación de situaciones de violencia son los temas que los encuestados (85 %) más demandan que sean trabajados en las escuelas.

Además, el informe revela que el 87 % de las personas encuestadas esperaba recibir contenidos sobre prevención de la violencia de género, pero solo el 39 % percibió haberlos recibido. Mientras que el 79 % esperaba contenidos sobre mandatos sociales en torno a los roles y estereotipos de género y el 87%, sobre diversidad sexual, sin embargo solo el 26 % y el 19 %, respectivamente, reconocen haber accedido a algún contenido.

Más allá de la ley, las fuentes consultadas para esta nota coinciden en que los baños, las clases de educación física, las filas que suelen hacer formar varones y mujeres también son cuestiones pensadas desde lo binario y que deben reverse.

Cómo se trabaja en jardines de infantes y escuelas

Cuando empecé a trabajar esta nota pregunté en el grupo privado de Facebook ESI en la Escuela (cuenta con más de 52.700 miembros) cómo enseñan diversidad LGBTQ+ en los distintos niveles educativos.

Desde Mar del Plata, Marisa Islas cuenta: “En el nivel inicial se trabaja la identidad desde todo punto de vista. Con actividades sobre emociones, nombre propio, preferencias de juegos y disfraces. Se desestructuran los juegos para que la elección sea libre y no por género. También vemos la diversidad de familias y fomentamos el respeto por esa diversidad”.

María Julieta, desde Villa María, Córdoba, agrega que “el abordaje de tales contenidos debe ser transversal”. Y explica: “Eso quiere decir que debe atender las situaciones cotidianas que suceden en el contexto institucional o áulico, como así también desde lo lúdico”.

Sobre este aspecto, Valeriano puntualiza: “El Monstruo de los Colores es un libro que se usa mucho en los jardines y que permite trabajar las emociones, el derecho a pasar por las distintas emociones y la diversidad”.

A la conversación que se dio en el grupo de Facebook se sumó Sebatián Fonseca, sociólogo, docente de Ciudadanía en dos secundarias de la ciudad de Bariloche, escritor y fundador del Centro de Estudios de Masculinidades de la Universidad Nacional del Comahue. Fonseca resalta las dificultades a la hora de trabajar ESI en general: “El mayor obstáculo son les docentes que se desentienden, no colaboran, no quieren involucrarse muchas veces por temor a madres y padres. Y otras veces porque no les interesa. Sobre todo profes varones a los que luego uno ve haciéndose chistes por el color de la camisa, cuando les docentes son formadores de opinión a los ojos de les estudiantes”.

Sigue Fonseca: “Se ha instalado mucho en los últimos años el mote de ‘ideología de género’ para hablar de educación sexual. Padres y madres muchas veces dicen eso sin saber que se trata de una ley de 2006. También hay resistencia de los equipos directivos, que desestiman propuestas ‘porque las familias se van a enojar’. Quienes pretendemos hacer efectiva la ley, debemos hacerlo como un trabajo esforzado de convencimiento, persuasión y militancia hacia directivos, docentes y familias”.

En coincidencia con Fonseca, en el informe de #EsConESI se afirma que la falta de formación docente es vista como la principal barrera para la implementación efectiva de la ESI. Cuestión que también destacan los y las especialistas consultados para esta nota. Por ejemplo, lo detalla en esta entrevista Celeste Mac Dougall, especialista en ESI y formadora de docentes en ESI en el Instituto Joaquín V. González y en la Escuela de Maestros de CABA.

Cómo acompañar a estudiantes trans o no binarios

Ante la necesidad en aumento de acompañar a estudiantes que están haciendo su transición de género o no se autoperciben como varones o mujeres, cada vez más docentes se acercan a organizaciones como Fundación Huésped, Trans Argentinxs, o la Asociación para el Desarrollo Integral Trans (APDIT).

“Vienen porque necesitan información. Pero también porque cuando acompañan tienen mucho miedo sobre qué decir y cómo decirlo”, cuenta Lautaro Lucas Cruz. Para apoyar a docentes y familias, Trans Argentinxs tienen un equipo de docentes, psicólogos/as y sexologos/as que se especializaron en ESI.

Otro tema importante es cuando los y las docentes, desconociendo el proceso porque el que atraviesa una persona que hace transición de género, “ven que une estudiante está comenzando a hacer una transición, entonces buscan información y cuando hablan con él o ella mencionan o proponen pasos en la transición para los que la persona trans aún no está preparada”, alerta Cruz.

Mauro es un joven trans de 28 años y uno de los fundadores de la APDIT, asociación desde la que asesoran a chicos y chicas trans y no binarias sobre dónde hacerse tratamientos hormonales, trámites, cuáles son los derechos involucrados, etcétera.

“Cuando hice el secundario no se hablaba de géneros, había profesores que no querían hablar porque era ‘tema de discusión’. En ese sentido, creo que se ha avanzado mucho, aunque aún es un tema tabú”, sostiene Mauro. Hoy a él lo llaman de escuelas y universidades para dar charlas o conversar con estudiantes que están haciendo transiciones. “Pero todavía hay muchos profes que no quieren hablar del tema porque creen que ser gay o lesbiana es una enfermedad, que te vas a ir al infierno”.

Mauro explica: “Los profes no pueden seguir hablando desde la ignorancia. No pueden seguir diciendo que es una enfermedad, hay mucha gente que entra en depresión por eso y hasta se mata. Es más, diría que en el secundario decir que no es una enfermedad salva a personas”. 

El planteo de Mauro es más que atendible. La OMS removió ya en 1990 a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, aceptándola oficialmente como una variación de la sexualidad humana. Y la ley de identidad de género contempla que las personas puedan expresar su identidad autopercibida sin importar la edad y que esta debe ser respetada.

Recomendaciones de los y las estudiantes

Desde el proyecto #EsConESI desarrollaron este informe en el que listan una serie de sugerencias con el objetivo de que se respeten las diversas identidades en las escuelas:

  • No asumir el género de las personas en base a su apariencia. Preguntar sus nombres y qué pronombres usan, anotarlos en la lista y respetarlos.
  • Impulsar actividades en clase que no estén separadas por género y si se requiere separar en grupos, pueden usarse otros parámetros. A veces se separan para hablar de temas muchas veces considerados tabú, como los anticonceptivos o sobre la menstruación, pero separarlo por género es excluyente para las personas trans y para todos los estudiantes esa información es igual de importante.
  • Promover el uso indistinto de las prendas de vestir. Bajo ninguna circunstancia castigar la elección de la ropa. Por ejemplo, que una mujer pueda usar pantalón en vez de pollera como uniforme.
  • Si un/a estudiante trans pide que su identidad sea respetada, consensuar con él o ella en qué espacios quiere que se use el nombre escogido. Puede ser que su familia no lo sepa y se deben respetar los tiempos de cada estudiante para decirle a su círculo de crianza.
  • No presionar a estudiantes trans en ninguna circunstancias a que expresen su identidad sino lo desean, respetar siempre los tiempos de cada persona.
  • Intervenir ante casos de violencia y acoso escolar.

Y ante casos de acoso escolar, vale tener en cuenta:

  • Cuando niños, niñas y adolescentes replican discursos sexistas y transodiantes, debemos comprender que no es por maldad: las normativas de género se enseñan y se reproducen en el día a día sin contemplar las consecuencias que genera la discriminación.
  • Es importante que los y las docentes den el ejemplo a sus estudiantes, que intervengan ante situaciones de acoso escolar, ya sea de parte de otro estudiante o del personal educativo, y generen espacios de diálogo y crítica a las construcciones estereotípicas del género. Observar que cuando la institución calla ante la discriminación se vuelve cómplice.
  • Impulsar valores de respeto a la dignidad de todas todas las personas, visibilizando la diversidad sexual.
  • Educar en derechos para prevenir todo tipo de acoso por razones de género y evitar que estudiantes abandonen su escuela por padecer discriminación.

(*) Stella Bin es editora en RED/ACCIÓN. Trabajó en Clarín donde formó parte del primer equipo de infografía del país y del equipo de datos, entre 2014 y 2016.

FUENTE: RED/ACCIÓN

RELEVAMIENTO Y EDICIÓN: Camila Elizabeth Hernández

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