Sábado, 16 Julio 2011 13:59

Culpas Propias, Posibilidades Reales

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Macri_FestejandoEl contundente triunfo de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires ha disparado las reacciones más dispares. Sin embargo, es necesario un análisis de mayor profundidad si se pretende construir una alternativa clara y viable que permita sostener todos los progresos construidos a lo largo de los últimos años

 

El contundente triunfo de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires ha disparado las reacciones más dispares. Sin embargo, es necesario un análisis de mayor profundidad si se pretende construir una alternativa clara y viable que permita sostener todos los progresos construidos a lo largo de los últimos años

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Macri_FestejandoMucho se ha escrito, dicho y analizado sobre el contundente triunfo de Mauricio Macri del domingo 10 de julio en la ciudad de Buenos Aires, comentarios que no se acallarán, por lo menos, en las próximas tres semanas.

Muchos análisis, al tratar de comprender el proceso político atravesado, tratan de poner el eje sobre los evidentes defectos del triunfador y sus funcionarios, los casos de corrupción que los salpican, su vacía retórica sobre la felicidad y el amor, su escasa formación para el desarrollo de la función pública, su condición de procesado o el perfil de estudiantina barilochense a la hora de las celebraciones, todos ellos, elementos que configuran una forma analítica que, nos parece, quedan en la superficie de las cosas. Si bien todas esas afirmaciones resultan compartidas no es menos real que los números de la victoria macrista merecen ser puestos en real perspectiva.

En primer lugar es justo reconocer que existe un dato sobresaliente: si comparamos los resultados de las elecciones del domingo pasado con los resultados de la primera vuelta de 2007, resulta que el PRO obtuvo una mejor performance que hace cuatro años y teniendo, además, el peso y el desgaste de la gestión sobre sus espaldas. Es evidente, mal que nos pese a quienes nos encontramos en las antípodas ideológicas del ex presidente de Boca, que el macrismo ha sabido interpelar a una buena parte del electorado porteño al punto de haber podido sobrellevar con mucha holgura todos y cada uno de los cuestionamientos a los que se le suele reprochar en términos políticos.

Algunas preguntas. ¿Ese 47% de los votos de la primera vuelta, es un voto ideológico, en el marco de una disputa por las elecciones de octubre? En parte, si tomamos como validas las encuestas de opinión de estos días, en la ciudad de Buenos Aires quien lleva la delantera es la mismísima Cristina Fernández.

¿Ese 47% de los votos de la primera vuelta, es un voto que refleja la conformidad del ciudadano con la gestión local? En parte, aunque cuesta creer que lo "público" vaciado (escuelas, áreas de cultura, hospitales, etc.) pueda leerse como un atributo de gestión. Tal vez podamos pensar que en la ciudad de Buenos Aires, como en ningún otra ciudad de la Argentina, importe, para algunos sectores sociales tan poco lo que es público, porque lo "privado" está sobradamente garantizado.

¿Ese 47% de los votos de la primera vuelta, es un voto que puede adjudicarse a una coyuntura electoral (proyectada a todo el territorio nacional) donde los oficialismos cuentan con buenas chances de ser reelegidos? En parte, pero no parece que esto sea tan definitivo y terminante para semejantes números electorales.

Tal vez debamos pensar que cada uno de estos motivos (seguro hay más) no sean excluyentes e interactúen entre sí contribuyendo con su porcentaje de votos a explicar lo que tanto cuesta entender. Y es allí donde me gustaría detenerme: ¿Cómo poder hacer un análisis que sirva para la construcción política real, más allá de la derrota que podría darse el día 31 de julio? ¿Cómo transformarnos en sujetos pensantes que, más allá de los deseos personales, podamos poner los hechos en la perspectiva justa y adecuada?

Las formas pueden ser variadas y los caminos diversos pero lo que es seguro es que los análisis a lo "Fito Paez" afirmando que le da asco la mitad de los porteños" no parecen de lo más adecuados para recuperar un protagonismo perdido en una elección de ballotage que pinta calva. Semejante mirada resulta eminentemente pre política ya que la política supone la presencia del otro en el espacio público aunque no piense como yo. Las afirmaciones del cantautor rosarino más famoso, responden más a la descalificación del "otro" antes que al natural contrapunto en una sociedad sanamente democrática.

Antes que nada deberíamos conjugar esa acción política de la opinión con una mirada interna, retrospectiva, con el distinguir qué aportó cada quien para evitar ese resultado. Además, también podríamos preguntarnos si el candidato fue el indicado, si la estrategia de campaña fue la correcta, si gastar energías y fuerzas en discutir en qué lugar era adecuado para un debate tuvo sentido antes que haber aceptado la masividad que tienen los medios de comunicación dominantes y contra los que se libra una batalla cultural histórica.

Y también, cómo no, podríamos conjugar un análisis que pusiera en verdadera dimensión en qué medida, real y no utópica, se podía esperar un triunfo en un distrito tan marcadamente antiperonista como la ciudad de Buenos Aires. Desde el fondo de los tiempos la metrópoli fue refractaria a cuanta idea popular se intentara consolidar en esta Argentina que vivimos cada día. Dos datos que ejemplifican. El 17 de octubre, fecha popular emblemática si las hay, tuvo como epicentro a la ciudad de Buenos Aires pero ella no fue parte de su construcción. De hecho, la gran movilización espontánea nació en el conurbano pobre y atrasado. Y por otro lado, si miramos el resultado de las elecciones porteñas de los últimos casi 30 años, se refleja que de 16 oportunidades, en una sola, con el menemismo como eje central de la política nacional, lo que se llamaba oficialmente Partido Justicialista pudo asomar como triunfante. Y eso es todo un decir.

Tal vez la suma de cada uno de estos elementos (y varios más) nos sirva para entender los números del 10 de julio, ya que para comprender la complejidad de la actividad política de nuestro tiempo, no nos alcanza con respuestas monocausales y simplistas del mundo que nos rodea, debiendo evitar, como partes y defensores de un modelo nacional y popular caer en un doble standard de análisis en el que, cuando nuestros candidatos triunfan el pueblo ha sido inteligente y cuando perdemos la culpa es de los otros. Si no, no se entiende por qué, en el mismo distrito electoral, con los mismos elementos generales que presenta la coyuntura, aparezca la presencia arrolladora de Cristina Fernández, como figura sobresaliente y triunfante de las elecciones de agosto y octubre. Toda una pregunta a resolver.

 

(*) Licenciado en Ciencia Política. Analista Político de la Fundación para la Integración Federal

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