Lunes, 23 Enero 2012 16:33

Se Recalientan las Primarias en Estados Unidos

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gingrichNewt Gingrich se impone sobre Mitt Romney en las primarias republicanas en Carolina del Sur y pone nuevamente sobre la mesa la posibilidad de una larga disputa por la candidatura presidencial

 

Newt Gingrich se impone sobre Mitt Romney en las primarias republicanas en Carolina del Sur y pone nuevamente sobre la mesa la posibilidad de una larga disputa por la candidatura presidencial

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gingrichTodo le hacía indicar a Mitt Romney que el camino hacia la obtención de la candidatura presidencial republicana sería de un andar tranquilo. Se había adjudicado el primer lugar en Iowa, logrado la victoria sin problemas en New Hampshire y los sondeos previos le otorgaban una ventaja apreciable en Carolina del Sur. Además, la dirigencia del partido claramente lo prefiere. Sin embargo, algunos nubarrones comenzaron a aglutinarse en el horizonte.

Primero fue su propia incontinencia verbal cuando afirmó que en ocasiones "lo divertía despedir empleados en su empresa". Después fue su reconocimiento de que pagaba muy pocos impuestos más allá de ser el precandidato de mayor fortuna personal de la historia del país. En tercer lugar, las deserciones de otros aspirantes a la nominación como el gobernador de Texas, Rick Perry y de John Huntsman, ex gobernador de Utah y ex embajador de Estados Unidos en China. Y, finalmente, más allá del favoritismo por Romney en los sondeos, más de la mitad de los votantes aún estaban indecisos sobre su voto. La gran pregunta era ¿cómo se comportaría el electorado ante estos acontecimientos?

¿Voto Pragmático?

La respuesta fue contundente: Newt Gingrich, el ex presidente de la Cámara de Representantes y ahora exponente del ala más dura del conservadurismo dentro del partido, se impuso claramente con un 40% de los votos contra un 27% de Romney. No fueron pocos los que abrieron grandes los ojos apenas se conoció el resultado: ¿Newt Gingrich? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿De dónde sacó los votos?

No son preguntas menores. Carolina del Sur es un estado con fuerte presencia de electorado evangelista y Newt Gingrich no es precisamente un dechado de virtudes y de respeto por los valores tradicionales que impulsan los grupos religiosos. Gingrich, en cambio, estuvo casado tres veces, admitió cometer adulterio y a su segunda esposa le planteó la posibilidad de tener un "matrimonio abierto". Cualquiera podría pensar que sólo estos antecedentes harían huir al electorado evangelista.

Sin embargo este sector, que representó el 63% del total de los votantes, se volcó decididamente por él aportándole un 43% del total de sus votos. Mitt Romney, que ha estado casado durante 40 años con su primera esposa sólo alcanzó el 23% de los votos del electorado evangelista. También sorprendió el pobrísimo resultado logrado por Rick Santorum en este sector del electorado, apenas un 19%, siendo que se trata de un público militante de la agenda y los intereses evangelistas.

¿Cómo explicar esto? En principio, da la sensación de que se trata de un voto pragmático. Los votantes evangelistas no manifestaron que las falencias personales de Gingrich sean un impedimento. Tampoco parecen haberlo percibido de esta forma las mujeres, quienes también lo prefirieron por sobre Romney.

El 53% del electorado se manifestaba indeciso la jornada previa a la elección. Al momento de votar, el 44% lo hizo por Gingrich. Varios fueron los motivos manifestados por los votantes respecto de su inclinación por Gingrich. Globalmente se las podría resumir en que perciben al ex presidente de la Cámara como el que tiene las cualidades retóricas necesarias como para presentarle batalla a Barack Obama cuando la campaña se nacionalice.

De hecho, ninguno de los eslóganes de campaña, ninguna de las estrategias para posicionar a los candidatos como el mejor para lidiar con determinada cuestión como la economía o la seguridad nacional fue el factor determinante a la hora de decidir el voto. El elemento que más peso tuvo en este campo fue quién de todos los aspirantes tenía la mayor capacidad de derrotar a Obama en las elecciones generales. E incluso entre quienes afirmaban que el atributo más importante del candidato debía ser cómo lidiar con la situación económica, Gingrich se impuso sobre Romney 39 a 33, desechando la supuesta experiencia de Ronmey para los negocios.

De Dos de Tres, a Una de Tres

La otra muy mala noticia política para Romney provino de Iowa un día antes de la celebración de las elecciones en Carolina del Sur. El resultado provisorio de las primarias en ese estado le había otorgado el primer lugar por ocho votos de diferencia sobre Rick Santorum. Sin embargo, el recuento final cambió ese dato y le dio la victoria a Santorum por un margen de 200 votos sobre Romney.

Esto cambia diametralmente el mapa político de las primarias, ya que Romney pasó de haber ganado dos de las tres elecciones primarias a sólo una de las tres. Nuevamente, el tranquilo viaje del ex gobernador de Massachusetts hacia la candidatura se vio conmocionado. Las dudas y la incertidumbre rodean al precandidato y ha encendido las pasiones al interior del partido.

Supuestamente Mitt Romney es el preferido por la cúpula del partido, pero en Carolina del Sur el Tea Party ha vuelto de sus frustraciones y ha logrado torcer la voluntad de la cúpula partidaria al convocar a votar por Gingrich. En él, el Tea Party parece haber encontrado al hombre que conjuga el auténtico conservadurismo con el don de la elegibilidad.

Ahora la contienda se muda a Florida, donde el factor más importante para la campaña es la disponibilidad de fondos, ya que los medios de comunicación parecen ser allí más decisivos sobre la voluntad del electorado que los discursos y la retórica.

Además, es un estado grande y diverso que se parece más al promedio del país. En Florida se estima que es necesario alrededor de un millón de dólares diarios para pagar anuncios televisivos que lleguen a la totalidad de la población. Romney, que siempre calculó cerrar su nominación en Florida, dispone de esa cantidad y de la organización que se requiere para ganar. Actualmente está 20 puntos por delante de Gingrich en las encuestas y es de nuevo el claro favorito. El problema es que está absolutamente obligado a ganar, y ese peso puede actuar en su contra ante un adversario tan imprevisible y heterodoxo como Gingrich. Éste cuenta hoy con el viento a su favor.

El Tea Party también es muy poderoso en Florida —Marco Rubio, el último senador electo y el actual gobernador, Rick Scott pertenecen a esta facción— y existe igualmente un considerable sector de voto religioso con el que el ex presidente de la Cámara de Representantes, un reciente convertido al catolicismo, está demostrando una buena conexión.

El problema para Gingrich es, como todo lo que tiene que ver con él, el propio Gingrich. Aguanta mal la presión de las cámaras. Toda su vida política es una sucesión de sorprendentes triunfos y estrepitosos fracasos. Cuando a principios de diciembre pasado se situó al frente de las encuestas, apenas aguantó un par de semanas el escrutinio de la prensa antes de hundirse de nuevo.

Ahora se lo ve más sólido. Ha construido una clase de discurso extraño en el que desde el conservadurismo recurre a argumentos progresistas para defender a los trabajadores, afirmando que los grandes empresarios se han olvidado del trabajador promedio en aras de su avaricia personal. Este tipo de discurso, sin embargo, ha calado bien entre los votantes conservadores: el discurso del gran cambio. "Yo no estoy conduciendo una campaña republicana más, yo estoy conduciendo una campaña para la transformación de Washington", repite por estos días.

El conservadurismo que hoy domina las bases del Partido Republicano es ambicioso y revolucionario. No se conforma con una victoria y un cambio cosmético. No se conforma con las prudentes reformas que anuncia Romney. Quiere tomar Washington por asalto y para ello busca a un líder al que no le tiemble el pulso para derribar los muros de la política tradicional. Gingrich intentó hacerlo con Clinton hace casi 20 años, pero los tiempos eran diferentes. Estados Unidos estaba en la cresta de la ola. Hoy esa ola se está estrellando en la costa y la capacidad de tolerancia de la sociedad hacia el gobierno pende de un hilo. Y Gingrich siempre ha tenido un par de tijeras afiladas en el bolsillo.

 

(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

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