Miércoles, 04 Abril 2012 14:46

Síntomas de Crisis

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bonfatti3Están apareciendo los primeros síntomas de crisis en el socialismo santafesino. Los viejos y nuevos problemas. Los límites de la gestión y la gran duda de cómo posicionarse ante el gobierno nacional y la fugura de Cristina Fernández de Kirchner

 

Están apareciendo los primeros síntomas de crisis en el socialismo santafesino. Los viejos y nuevos problemas. Los límites de la gestión y la gran duda de cómo posicionarse ante el gobierno nacional y la fugura de Cristina Fernández de Kirchner

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bonfatti3"Por primera vez desde que asumimos el gobierno en Rosario en 1995 hay una sensación generalizada de que la gestión socialista está en crisis", dijo con aire de resignación un legislador nacional de la fuerza política que lidera Hermes Binner y tiene en Antonio Bonfatti su referencia institucional más importante. El dirigente llegaba a esta conclusión luego de recordar los problemas que tuvo la EPE para garantizar el servicio de energía eléctrica en el mes de enero, la necesidad de que se provea con cubas de agua a vastos barrios de Rosario, la paralización de obras simbólicas y los recurrentes homicidios y robos que ya no discriminan zonas ni horarios en las dos principales ciudades santafesinas.

A esto hay que agregarle los tarifazos en agua y luz a nivel provincial y los dos aumentos de tarifas de transporte de pasajeros en Rosario. Si se suma la crítica situación financiera provincial, el combo luce explosivo. "Hace rato que ni el gobernador ni la intendenta de Rosario dan buenas noticias a sus votantes", remataba el experimentado referente del partido.

Ciertamente, el socialismo ha tenido desde su llegada al poder municipal de Rosario una enorme capacidad para generar escenarios políticos en los cuales la gestión nunca estuviese claramente cuestionada por la ciudadanía. No es casual que gobierne la principal ciudad de la provincia desde hace 16 años y que desde hace 4, gobernadores socialistas dirijan los destinos provinciales.

Para lograrlo, Hermes Binner, Miguel Lifschitz, Antonio Bonfatti y los suyos combinaron casi a la perfección 3 elementos: cierta innovación en la gestión de gobierno (principalmente en el primer gobierno municipal de Binner y el primero de Lifschitz); una enorme capacidad de generar y proyectar consignas que distan de la realidad cotidiana de los rosarinos (expresada en la idea de que Rosario es "la Barcelona de Argentina"); y una creciente actitud de victimización (profundizada desde 2008 a esta parte) respecto al poder central.

Estos tres elementos (innovación en la gestión, generación de imaginarios y victimización) fueron eficaces canales de generación de empatía entre la población y sus gobernantes. A esto se le suma que, además, tuvieron la capacidad suficiente para instalar la idea de que desde 1995 al 2002 Rosario empeoró por consecuencia del modelo económico nacional y que desde 2003 al 2011 la ciudad creció por obra y gracia de sus gobiernos locales.

Pero algo no está funcionando bien desde diciembre a esta parte. Varios temas que se venían gestando en la gestión provincial desde mediados del gobierno de Binner empezaron a hacerse cada vez más evidentes con la llegada de Bonfatti a la Casa Gris. Y lo mismo podría decirse en la gestión municipal de Rosario donde Fein todavía no logra hacer pie sobre el fango dejado por Lifschitz.

El ineficiente servicio de la EPE y Aguas Santafesinas, el estrangulamiento de las finanzas públicas y el desmadre de la situación de la inseguridad no son el mero resultado del actuar ineficiente del actual gobernador: estos problemas se ven hoy acrecentados por varios años de errores en la gestión de las políticas públicas llevadas adelante por Binner en la gobernación y el mismísimo Bonfatti en el ministerio de gobierno.

Agotada la innovación, menos creíbles las operaciones comunicacionales y hastiada la población de una victimización permanente que no le resuelve ningún problema, la gestión provincial (y local) comenzaron a ser miradas de reojo por la ciudadanía.

¿Por qué hubo cortes de luz en muchos lugares pero en ninguna parte fueron tan intensos como en Rosario? ¿Por qué en "la Barcelona de Argentina" hay que llevar agua en cubas para el consumo humano en los barrios más postergados? ¿Por qué los robos, los atracos, los enfrentamientos entre narcos y los crímenes son más recurrentes en Rosario que en cualquier otro lugar del país, incluso el siempre denostado conurbano bonaerense?

Las preguntas obvias empiezan a hacerse en voz alta, los comunicadores sociales ligados al gobierno provincial ya no pueden defender la incapacidad de gestión y los velos empiezan a correrse uno por uno.

Donde supuestamente había discriminación de la Nación por el reparto de fondos hoy hay una clara conciencia ciudadana respecto al ineficiente perfil del gasto público provincial. Donde antes había soluciones creativas para nuevos problemas hoy hay una chatura de cuadros y de políticas que sorprende a los propios militantes socialistas. Donde había un "feeling" con la sociedad capaz de tapar las dificultades de gestión con la "Caravana de los Deseos", el "Puerto de la Música" y otras tantas iniciativas, hoy hay un creciente distanciamiento del gobierno con su misma base electoral.

¿Estamos hablando de una crisis de final de ciclo o una mera crisis de crecimiento? El tiempo lo dirá y serán los gobiernos de Bonfatti y Fein artífices de su propio destino. Pero nada hace imaginar por el momento que las respuestas que la sociedad reclama estén a la vuelta de la esquina.

Conscientes de la complejidad de dichas soluciones, los funcionarios socialistas ensayan por estas horas una estrategia de "honestidad brutal" expresada crudamente en dos ocasiones: primero, por el ministro de seguridad Leandro Corti y su denuncia de complicidad policial en delitos de narcotráfico; y segundo, por el ministro Angel Sciara quién sin tapujos dijo que de no aprobarse en el Congreso santafesino la emisión de letras, el gobierno provincial tendría problemas para pagar sueldos a comienzos de mayo.

La sinceridad de ambos ministros robustece la sensación de que la gestión está en crisis y sus consecuencias mediáticas no hacen más que incrementar el disgusto ciudadano con gobiernos que lucen faltos de reflejos de cara a la sociedad. A esto hay que sumarle los roces entre Binner y Bonfatti provocados por el mayor acercamiento del actual gobernador a Cristina Fernández de Kirchner. Y cierto achatamiento en el crecimiento nacional de la figura de Binner que dista de ser el "líder de la oposición", escenario soñado el 24 de octubre pasado.

Hasta tal punto es complicada la vida interna del FAP a nivel nacional que han sido varias las oportunidades en que el interbloque de diputados nacionales no puede sostener una postura unificada sobre temas sensibles como la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central o el traspaso de subtes y colectivos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Desdibujado el rol de Binner, en crisis la gestión de Bonfatti y sin innovación el gobierno de Fein, el socialismo santafesino se enfrenta al dilema entre profundizar su perfil nacional confrontando abiertamente con Cristina (y disputando ese lugar con Mauricio Macri) o atrincherarse en las fronteras provinciales buscando que la gestión del gobernador y la intendenta recobren dinamismo a partir de unificar puentes con la Casa Rosada. Demasiadas preguntas abiertas para un espacio político que nunca se caracterizó por encarar varios desafíos al mismo tiempo.

 

(*) Licenciado en Ciencia Política. Analista Político de la Fundación para la Integración Federal

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