Miércoles, 25 Septiembre 2019 17:37

Colombia y el acuerdo de la ¿tregua?

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“La rebelion no es una bandera derrotada ni vencida, por eso, continuamos con el legado de Manuel y de Bolivar, trabajando desde abajo y con los de abajo por el cambio politico y social”. Con estas palabras, Iván Márquez, el ex jefe negociador de las FARC, anunciaba dias atrás una “nueva etapa de lucha”.

Desde el Río Inírida (según aseguraron), región amazónica cercana a las fronteras con Venezuela y Brasil, líderes disidentes de las ex FARC dieron a conocer este último 29 de agosto un video en el que anunciaron al mundo el inicio de “la segunda marquetalia”, con “la continuacion de la lucha guerrillera en respuesta a la traición del Estado al Acuerdo de Paz de la Habana”, sorprendiendo tal vez al mundo, aunque no a los colombianos que ya venian siendo testigos del accionar de las disidencias al acuerdo de paz ,del recrudecimiento de la violencia y del asesinato de desmovilizados.

Días después, este nuevo pero no sorprendente escenario, nos deja algunos interrogantes;  ¿Es este el inicio del fin del Acuerdo de paz tal como lo acogieron las partes y como fue recibido en la comunidad internacional, o solo un ciclo de crisis dentro de él? ¿Representó hasta este momento el acuerdo un avance hacia la paz o constituyó sólo una tregua en el conflicto? ¿Qué se puede esperar del posicionamiento regional respecto el involucramiento de otros actores por fuera de Colombia?

El rearme de la disidencia

Acompañado de otras figuras importantes  como Jesús Santrich, Romaña y el Paisa, Iván Marquez, el número 2 de la ex guerrilla y principal negociador del Acuerdo de Paz, anunció la vuelta a las armas a través de un documento que tituló “manifiesto”, como respuesta a los incumplientos por parte del Estado de los compromisos alcanzados, precisamente a punto de cumplirse 3 años de la firma del Acuerdo en La Habana entre el ex presidente Juan Manuel Santos y el desmovilizado grupo.

Con las imágenes de Simón Bolívar, y de Manuel Marulanda de fondo, Márquez dio a conocer además, una voluntad de coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN y de implementar una modalidad distinta de accionar, renunciando a la práctica de los secuestros como medio de financiación. Otro tema fundamental es la intención de dejar de ser una organización que opera desde las profundidades de la selva remota y la declaración de mantenimiento del alto al fuego ya que solo responderán a la ofensiva, evitando la muerte y matanza “entre hermanos de clase”, priorizando el diálogo con empresarios, ganaderos y la gente pudiente del país. 

El Acuerdo de Paz en el gobierno de Ivan Duque

La noticia llega para confirmar los peores temores. Si bien desde la firma del acuerdo alrededor de 13.000 combatientes se desmovilizaron, entregaron sus armas y se integraron en un partido político, se estima que en la actualidad existen cerca de 23 grupos disidentes, operando en 85 municipios del país. Esta disidencia armada no es la única, existe además la disidencia política al interior de un grupo de ex jefes de las FARC que considera que el gobierno de Duque incumple el acuerdo. Tal como lo entienden expertos como el politólogo Ariel Ávila, el peligro es que estas dos disidencias se unan. Pero, ¿Qué ha pasado con el acuerdo en lo que va de la administración de Duque?

El actual presidente, fue siempre crítico de lo pactado con las FARC. Se han producido retrasos en la aplicación de lo acordado, y se cuestiona de manera constante su voluntad de cumplimiento. Durante el primer año de gobierno, tal como lo dio a conocer un informe de la Fundación Paz y Reconciliación, se han fortalecido múltiples grupos armados, formados en parte por ex miembros de las FARC. Según Human Rights Watch, la violencia asociada con los grupos armados aumentó en 2018. La población civil ha sufrido graves abusos a manos de miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN), disidentes de las FARC y grupos herederos del paramilitarismo. El país sufre el asesinato de líderes sociales y defensores de los derechos humanos y muchos territorios rurales aún siguen bajo la violencia sistemática.

Las divisiones al interior del partido de la antigua guerrilla ya se habían materializado hacia abril de este año, cuando Márquez, en paradero desconocido desde 2018 en señal de protesta por la detención de Jesús Santrich, declaraba que había sido un grave error entregar las armas. Al mismo tiempo el líder de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, marcaba una ruptura con el ex número dos (ruptura que aún sostiene). 

El rol de Venezuela

Luego de conocerse la noticia, el presidente Duque anunció una ofensiva contra el grupo encabezado por el ex negociador de las FARC, asegurando que los miembros de la extinta guerrilla, son en realidad, “una banda de narcoterroristas” que cuentan con apoyo de Nicolás Maduro. Desde el gobierno colombiano, se aseguró que el video fue filmado en territorio venezolano, y no en el colombiano como los protagonistas declararon.

La palabra del canciller venezolano no se hizo esperar, y a través de un comunicado Jorge Arreaza manifestó su preocupación por la posible activación del conflicto, pero responsabilizó directamente al Gobierno de Duque por el incumplimento del acuerdo.

Ahora bien, más allá de los discursos y las acusaciones oficiales ¿Qué rol cumple Venezuela en este escenario? Actualmente, la frontera entre Venezuela y Colombia es escenario de accionar del ELN, el cual controla territorios de un lado y del otro del límite geográfico. Sumado a ello, el Ejército de Liberación se ha pronunciado a favor del gobierno de Maduro, asegurando que defenderán la “revolución bolivariana”.  Además de estas fuerzas, existen en la frontera, grupos paramilitares, y grupos armados organizados como es el caso del “Clan del Golfo”, principal cártel del país, a los que se suman a las disidencias de las FARC. En los últimos años se han incrementado las denuncias de que grupos criminales colombianos extienden sus tareas por Venezuela con la aquiescencia o la aprobación del gobierno de Maduro. En sintonía con ello, días atrás, una investigación de una revista colombiana, reveló documentos de inteligencia venezolana que confirman el vínculo entre Maduro, el ELN y las disidencias de las FARC.

 La respuesta de EEUU

Todos sabemos que lo que EEUU declare sobre este hecho, no es menor en absoluto. La vinculación entre Venezuela y el accionar de grupos guerrilleros, constituye para los EEUU, una gran preocupación, no solo por su importante papel en el proceso de paz, si no también por su estrecha relación con el Gobierno colombiano. A esto se suma el interés del gobierno norteamericano por la evolución de los sucesos en relación a la seguridad en Venezuela, dada su crítica situación política y económica.

Peligros y debates

Pese al rechazo del jefe del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko” al rearme de las disidencias, y pese a sus garantías de que la mayoría de las FARC está en el camino de la paz, el riesgo de la unión de las disidencias en una nueva guerrilla armada, es evidente. El acuerdo de paz está en peligro. Sin embargo será crucial la posición que el gobierno colombiano tome frente a los hechos, y al trabajo real -y no demagógico- sobre los principales temas pendientes del acuerdo, como la reforma rural y la reforma política. 

De cara a las elecciones regionales del mes de Octubre, el rearme de las disidencias, fortalece el discurso uribista a favor de la derogación o la modificación de la Jurisdicción Especial para la Paz, y de la mano firme contra los sectores disidentes. Restará evaluar de qué influye este nuevo escenario en los próximos comicios, con la convicción de que sucesos ya cambiaron el tablero político nacional.

 

(*) Investigadora del Centro de Estudios Políticos e Internacionales

FUENTE: Síntesis Mundial

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