Domingo, 05 Mayo 2024 12:05

¿33 de mano? Destacado

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“Vamos medio derrotados,
pero no le temo al cuco;
pues cantan los colorados,
falta envido y truco”

Dicho popular

El juego de Truco, de alguna forma, representa mucho de la idiosincrasia de nuestro pueblo: picardía, sobreactuación yendo para adelante aunque vengamos mal “entrazaos” y aparentar lo que generalmente no se tiene, es lo que lo hace definitivamente atractivo. Tener 33 puntos para el envido y de mano supone que, si el rival entra en tu estrategia, la partida ya puede estar ganada, casi sin jugarse. Esos modos representan en sí, una forma de entender la vida y también, por qué no (aunque a algunos los incomode), cómo se construye parte de cierta cotidianidad política.

En el Senado de la Nación, el bloque de Unión por la Patria cuenta con 33 legisladores propios que lo dejan muy cerquita de la posibilidad de sancionar leyes o, como en el caso del DNU 70/23, derogarlos en los tiempos y las razones que crea convenientes. La media sanción de la Ley Bases en la Cámara de Diputados corrió la mirada sobre los 72 representantes de las provincias y en esa importancia de los números con los que cuenta la principal fuerza de la oposición, radican buena parte de los movimientos políticos de estas horas, debiendo tener presente que las matemáticas y la política no siempre van de la mano. Mientras el gobierno protagoniza papelones varios a nivel de las relaciones internacionales, pases y vean. Aproximación espasmódica de lo que pueda venir en los días que vienen. Sean todes bienvenides.

El tratamiento de la remozada Ley Bases, otrora Ómnibus, dejó el primer éxito legislativo para el mundo libertario. A contramano de lo que dicen detestar y muy en línea con las recomendaciones de la oposición frendly, la media sanción llegó con números holgados, tanto en el tratamiento en general como en particular. Mucha discusión política y mucha rosca consustanciada fuera de los pasillos del Congreso, lejos del trabajo de comisiones y muy presentes en las oficinas de la Casa Rosada; el tratamiento en el recinto reforzó la idea de la ambigüedad de la que hablábamos hace siete días en estas columnas, donde diputadas y diputadas que argumentaban sólidamente contra el proyecto, terminaron votando a favor del mismo para darle las “herramientas necesarias” al gobierno. Esperemos que al oficialismo no se le ocurra emitir ninguna normativa que elimine de cuajo los dobles discursos, porque varios estarían en verdaderos problemas.

Va de suyo que desde su conformación conceptual y fáctica, ambas cámaras representan cosas en sí mismas distintas, pero además, la lógica de funcionamiento de cada una de ellas se estructura de manera diversa. Por ello los números no pueden llamarnos a engaño. Mientras en la Cámara Baja aparece una enorme heterogeneidad a partir de un sistema partidario gravosamente atomizado, y eso exige multiplicidad de diálogos, en la Alta, como representación de las provincias y a partir de la relevancia de los gobernadores en la elección de candidatos que luego se transforman en legisladores, en muchas ocasiones, las discusiones resultan más acotadas.

Lo que también demostró el resultado de diputados es que Unión por la Patria pudo mostrarse como un bloque consolidado. Más allá de las operaciones posteriores que trataron de reflejar una supuesta división a partir de la votación del impuesto al tabaco y mientras se sustancia una investigación interna sobre el conteo de votos en plena sesión (¿reversión de la votación apócrifa de la privatización de Gas del Estado en la Argentina menemista?), la gran pregunta para lo que viene es cuál será el escenario con los senadores.

Vale la pregunta entonces sobre si en este contexto, el número de 33 es una fortaleza o una debilidad para el peronismo, básicamente porque no son pocas las dudas de la “orden” que baje determinado gobernador de cara a algún tipo de acuerdo con el oficialismo. Si se tenían dudas sobre el hecho de que la necesidad tiene cara de hereje, los comportamientos de los gobernadores de Catamarca, Raúl Jalil y de Tucumán Osvaldo Jaldo, demostraron que en muchas ocasiones, a la hora de la gestión, lo ideológico queda en un segundo plano. Algo de eso pareció reconocer la senadora Lucía Corpacci, antecesora de Jalil, aunque se ocupó de señalar que ella no está dispuesta a avalar el proyecto en discusión.

En esta multiplicidad de actores de relevancia que influyen sobre el Senado, también la ausencia de un liderazgo partidario conspira contra la contundencia de los números, ubicándolo más cerca de una relativización sustanciada en dos aspectos:

1. El peronismo viene de una derrota a lo largo y ancho del país, donde más allá de lo que determinó la elección del 22 de octubre para el plano legislativo, la conformación de un mapa definitivamente violeta para todo el territorio nacional en el balotaje, no dejó región sin cuestionar. No desconoce éste analista que son elecciones distintas, pero ciertos resultados no quedan circunscriptos a temporalidades ni tipologías.

2. Inexorablemente, el partido fundado por Juan Domingo Perón, se ordena a partir de la tenencia del Poder Ejecutivo en sus manos o a partir de los escenarios de cercanías electorales.

A diferencia de lo que suele ocurrir en diputados y a partir de cierta activación de comandos a distancias, uno puede arriesgarse a afirmar que lo que pueda suceder en las calles de las grandes ciudades, no siempre resulta un factor que imponga límites a los senadores. En este sentido, la marcha del 1º de Mayo de las centrales obreras, importante en su número y conformación, no parece haber alterado el sentido de ciertas discusiones que han funcionado en paralelo. Y está por verse, de acuerdo a la contundencia que aporte, si el paro previsto para el jueves 9, conmueve (y en qué medida) a quienes hoy están mejor predispuestos a una negociación con el gobierno.

La reimplantación del impuesto a las ganancias a los trabajadores de la cuarta categoría, llamado desde ahora Impuesto a los Ingresos Personales, resulta una zanahoria difícil de evitar para el conjunto de gobernadores, que en líneas generales desde las declamaciones, nada comparten con el oficialismo a la hora de poner la mirada sobre el rol de la obra pública o del empleo estatal.

La limitación de partidas presupuestarias, la reducción de la coparticipación vía ingresos de IVA que marcan un descenso pronunciado de las ventas en un 45% interanual para el mes de marzo, la inexorable retracción de impuestos de sellos e ingresos brutos por la caída de la actividad productiva y la eliminación del pago del FONID de parte del Estado nacional que algunas pocas provincias han absorbido, obligan a repensar ciertas estrategias que puedan construirse desde el marco ideológico.

Las líneas anteriores no deben ser pensadas como justificadoras de un genuflexismo intrínseco de no pocos dirigentes, sino como un intento racional de comprensión de ciertos comportamientos y que, como es obvio, no refieren sólo al peronismo de los 33 y de sus jefaturas políticas que en algunos casos anidan en las gobernaciones.

Lo anterior alcanza también a referentes como Maximiliano Pullaro, que mientras avala la Ley Bases, justifica la escasa oferta salarial a trabajadores estatales dado que todos “debemos achicarnos producto de la crisis económica” (generada por un gobierno con el que tiene un excelente diálogo); o al gobernador de la provincia de Córdoba, Martín Llaryora, que, en una muestra de cordobesismo explícito fue y vino con las críticas para terminar avalando el paquete normativo, a la par que se reiniciaba el gasoducto Néstor Kirchner en el tramo La Carlota - Tío Pujio, o al mismísimo Ignacio Torres, gobernador de Chubut, que hace tres meses amenazaba con el show “standapero” de cerrar los grifos energéticos a todo el país, y en la semana que pasó, la diputada a la que conduce políticamente (Ana Clara Romero), votó a favor de la remozada ley Bases.

Pero efectivamente, de acuerdo a los trascendidos de las últimas horas, todo parece indicar que la discusión sobre Ganancias y el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), podrían producir modificaciones al proyecto aprobado en diputados, con lo cual no se cumpliría con los deseos libertarios de tener la ley sancionada para el sábado 25, cuando el gobierno celebre la fecha patria con el remanido Pacto de Mayo.

Si bien el deseo inicial imponía el apuro, las modificaciones que parece ocurrirán de todas formas, ubicaron al gobierno sobre el eje de relativizar la importancia de contar con la ley aprobada para el último sábado del mes, para terminar actuando como la fábula de la zorra que, como no llegaba al parral decía “no importa, están verdes…”.

Por todo ello, como a cuenta gotas, y como una forma de construcción de sentido, la prensa libertaria, comenzará a inundarnos con los detalles más insignificantes del intento de acto fundante de mayo. Ya nos hemos enterado de las medallas con las que serán condecorados los participantes (¿terminarán sobrando?) y de las bondades del edificio cordobés que cobijará el evento. Habrá que ver con qué tema nos intentan entretener en los días que vienen.

“Medio derrotados, pero sin temerle al cuco”, la estrategia de referenciar en los números determinadas certezas políticas pueden dejarnos confundidos ante escenarios que, mal previstos, van en un sentido contrario a nuestros intereses y suposiciones. Por estos días, los 33 senadores de Unión por la Patria, no representan un absoluto que se traduzca en cierta previsibilidad política. Pero tampoco la conjunción de oficialismo y oposición amigable asoma como un bloque consolidado de cara al futuro. A seguir, mano a mano. Tal vez el “punta y hacha” permita recuperar terreno. 

 (*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez

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