Sábado, 10 Diciembre 2011 21:27

CELAC: ¿avance en la integración regional?

Valora este artículo
(0 votos)

celac2La creación de la CELAC se inscribe en el intento de generar mayores espacios de autonomía y fortalecer la integración regional, excluyendo a EEUU y Canadá. No obstante, las incógnitas en torno a este nuevo espacio están dadas por la multiplicidad de espacios similares en la región y la potencial utilidad práctica de este nuevo espacio.


 

La creación de la CELAC se inscribe en el intento de generar mayores espacios de autonomía y fortalecer la integración regional, excluyendo a EEUU y Canadá. No obstante, las incógnitas en torno a este nuevo espacio están dadas por la multiplicidad de espacios similares en la región y la potencial utilidad práctica de este nuevo espacio.

_________________________________

celac2El pasado 2 y 3 de diciembre se celebró en la ciudad venezolana de Caracas la cumbre fundacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con la presencia de 33 jefes de Estado y de Gobierno de la región. Este foro fue concebido para ampliar y profundizar al Grupo Río, implicando un espacio de concertación y discusión política que viene a sumarse a los ya existentes en el espacio regional y generando al mismo tiempo debates en torno a su verdadera utilidad.

La importancia de la creación de la CELAC ya había sido manifestada en el encuentro realizado durante el 2010 en México, ámbito en el cual los líderes de la región expresaron la necesidad de contar con un organismo de concertación política genuinamente latinoamericano y caribeño, alejándose de la influencia de Washington. En esta oportunidad, los presentes buscaron aunar criterios sobre el funcionamiento y organización del espacio, y aunque quedaron cuestiones sin definir, adoptaron la Declaración y el Plan de Acción de Caracas.

Asimismo, la Cumbre dejó el saldo de 22 acuerdos firmados sobre diferentes temas de interés común, como lo fue la defensa de la democracia y orden institucional en relación a lo que se adoptó la “clausula antigolpe” para responder a situaciones de quebrantamiento de la institucionalidad o crisis, como lo fue el caso de Honduras en 2009. También hubo apoyo generalizado en cuanto a las exigencias argentinas respecto a las Islas Malvinas, los derechos de los migrantes, la solidaridad con Haití y el desarrollo sostenible, la lucha contra el terrorismo y la eliminación de las armas nucleares,el desarrollo sostenible de la Comunidad de Estados Caribeños (CARICOM), el rechazo a la especulación financiera y excesiva volatilidad de los precios de los alimentos, el reconocimiento de Paraguay como país en desarrollo sin litoral marítimo, el carácter de la planta de coca como cultivo originario y ancestral -patrimonio nacional de Bolivia y Perú- entre otros.

La Declaración de Caracas manifiesta, además, el rechazo al bloqueo económico y comercial que desde 1962 los Estados Unidos mantienen contra Cuba, dado que este viola el derecho internacional y afecta no sólo la soberanía de la isla sino a la región toda, “causando daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano y afectando la paz y la convivencia entre las naciones americanas”.

En lo que respecta al Plan de Acción, se acordó desarrollar acciones estratégicas sobre nueve puntos consensuados entre los mandatarios presentes. Uno de ellos está relacionado con la complementariedad y cooperación entre los mecanismos regionales y subregionales de integración, en donde se tratará de evitar duplicaciones innecesarias entre los mecanismos regionales y subregionales existentes.

La crisis financiera internacional ocupó otro espacio destacado en el que se acordó generar herramientas para mejorar las capacidades de financiamiento del comercio intrarregional, el diseño de una nueva arquitectura financiera regional y la implementación de medidas de prevención, mitigación y control de crisis financiera a partir del intercambio de información y de experiencias en la región. Otro de los ejes es el de la infraestructura para la integración física del transporte, las telecomunicaciones y la integración fronteriza, buscando soluciones a los principales obstáculos a la interconexión regional y al tráfico transfronterizo.

Los restantes ejes del Plan de Acción se vinculan con el desarrollo social y erradicación del hambre y la pobreza, ambiente, asistencia humanitaria, protección al migrante, cultura y tecnologías de la información y comunicación.Además, para hacer un seguimiento de los compromisos adoptados, se fijó una reunión ministerial a desarrollarse en el transcurso de 2012, previo a la II Cumbre de la CELAC en Chile.

Dos cuestiones no fueron acordadas en el transcurso del encuentro. La primera, vinculada con la estructura orgánica de la CELAC y la fórmula para la adopción de decisiones, que se hará por consenso hasta que los miembros de la Comunidad adopten un acuerdo al respecto. La segunda, vinculada a la propuesta del presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, para la creación de una secretaría permanente del bloque. Ambas cuestiones seguirán siendo tratadas por los miembros de la “Troika”, actualmente conformada por Venezuela en tanto país saliente, Chile a cargo de la presidencia pro témpore y Cuba, próxima sede.

Tampoco hubo acuerdo en erigir al nuevo espacio regional como alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA), tal como lo pregonaban, entre otros, los presidentes Correa, Ortega y Chávez, quienes identifican al organismo regional como a un espacio manipulado y dominado por los Estados Unidos. Antes del encuentro Chávez había anunciado que el nuevo organismo se proponía “dejar atrás esa página terrible de las imposiciones del Gobierno de Estados Unidos y de la Organización de Estados Americanos”; no obstante, el criterio que prevaleció fue el de los países más pragmáticos.Lo cierto es que por el momento, la CELAC se perfila como un bloque de concertación política para promover la integración y la cooperación regional, pero no es equiparable a la OEA y tampoco a la UNASUR.

A esto se suma la crítica que los analistas internacionales le hacen al bloque. En líneas generales, lejos de atribuirle un carácter “histórico” tal como lo hicieron los mandatarios reunidos en Caracas, le dan un carácter coyuntural considerando que su creación trata de responder a la necesidad de México de romper con el aislamiento del resto del continente americano por tener su política exterior estrechamente vinculada a la estadounidense y de limitar la influencia venezolana en América Central y el Caribe.

Este es el panorama general de las cuestiones abordadas en el marco de la I Cumbre de la CELAC, pero el interrogante principal radica en el hecho del verdadero rol que cumplirá el foro, en un espacio regional que en la última década se ha visto inundado de iniciativas similares y con una conjunción de países ideológicamente tan disímiles.

Está claro que la CELAC constituye un foco sumamente relevante de poder para sus miembros en lo que respecta al manejo de las relaciones internacionales de la región, ya que nuclea a los 33 países del área, excluyendo a Estados Unidos y Canadá, alcanzando una extensión de más de 20 millones de kilómetros y con una población cercana a los 550 millones de habitantes. No obstante su alcance dependerá de la manera en la que se apliquen los compromisos asumidos, que parecen sumamente ambiciosos, y que se superen las diferencias ideológicas entre los integrantes.

En este sentido cabe destacar que los foros y organismos intergubernamentales que han surgido hasta el momento se caracterizan por carecer de una estructura institucional sólida, en la que los Estados partes cedan algunas de sus atribuciones en pos del fortalecimiento del bloque. En todos los casos que conocemos hasta el momento en América Latina y el Caribe (Mercosur, CAN, CARICOM, OEA, UNASUR, ALBA, SICA, PARLASUR, PARLACEM, etc.) los mandatarios se muestran celosos de su soberanía nacional sin atribuir a estos organismos ni las competencias políticas ni los recursos económicos para que puedan movilizar la acción colectiva.

La CELAC es una consecuencia más de la predisposición de los gobiernos de aportar por el fortalecimiento de un bloque regional que sirva erigir esta imagen de una América Latina y el Caribe unidos, con políticas comunes e intercambios crecientes entre los países.No obstante, sufre las carencias del resto de los organismos establecidos en los últimos años: falta de competencias propias, falta de recursos financieros, estructuras orgánicas flexibles, heterogeneidad de objetivos, entre otras.

Si bien es cierto que en los últimos años se ha avanzado en la búsqueda de consensos y políticas comunes, lo cual dan muestras claras de un continente más comprometido y cohesionado, se considera necesario apostar por el fortalecimiento de las instancias regionales y subregionales existentes; para que,sin desmerecer la importancia de este tipo de encuentros y de iniciativas regionales, se puedaavanzar en una integración regional más sólida que evite la proliferación de iniciativas endebles y sin atribuciones ni organización clara.

 

(*) Licenciada en Relaciones Internacionales y Analista Internacional de la Fundación para la Integración Federal

Para ponerse en contacto con el autor, haga click aquí

Inicia sesión para enviar comentarios