El gobierno libertario acaba de sufrir una derrota política de proporciones y el 12 a 0 del último miércoles debe ser leído como un evidente cachetazo político. En las horas siguientes a lo sucedido en el Congreso, podía decirse que el oficialismo se enfrentaba a dos opciones: revisar cierto accionar institucional o profundizar una grieta que, si bien le sirvió para ganar las elecciones de 2023 y para usufructuar en los primeros meses de la gestión, hoy, desde su situación de extrema debilidad, le queda cada vez más ancha.
La paliza legislativa recibida en la Cámara de Diputados no puede ser explicada de manera unicausal, sino que la configuran varias razones:
- La situación social. Agredidos los más débiles de la cadena social (jubilados, personas con discapacidad, enfermos oncológicos, etc.), con la movilización a su territorio y la interpelación de los representantes de la sociedad civil, el Congreso parece convertirse en la caja de resonancia de ciertas demandas.
- Comportamiento obsesivo. La sistemática referencia al superávit fiscal como único elemento transformador de la política, a la vez que gasea y apalea a los principales afectados (contando con cierta indiferencia social exhibida hasta aquí), comienza a imponerle un techo cada vez más bajo a la hora de proyectar cierto desarrollo de la gestión.
- El libertarismo como mal pagador político. Además de la coincidencia con lo más granado del poder económico, si el oficialismo pudo llegar hasta aquí fue porque buena parte de la institucionalidad argenta que encarnan un conjunto de gobernadores y de legisladores, le dieron una especie de cheque en blanco a la hora de “dejar pasar” el DNU 70/23 y apoyar la Ley Bases, todo ello marinado en el acuerdo de mayo que se firmó en julio de 2024. La discrecionalidad del uso de los Aportes del Tesoro de la Nación, se convirtió en una especie de piedra en el zapato que hizo levantar la guardia a los jefes comarcales.
- Contexto electoral. Nadie puede desconocer que, naturalmente, las elecciones del mes de octubre condicionan las formas de relacionamiento institucional. Y la novedad del intento de armado violeta a lo largo y ancho del país, para disputar diputaciones y senadurías, amplifica ciertas tensiones.
12 A 0 EN DIPUTADOS.
— GERMAN MARTINEZ (@gerpmartinez) August 7, 2025
✅️ Financiamiento presupuesto universitario.
✅️ Emergencia pediátrica y residencias - Hospital Garrahan.
✅️ Emplazamiento para tratar proyecto ATN.
✅️ Emplazamiento proyecto impuesto a los combustibles.
✅️ Emplazamiento anti bloqueo de la… pic.twitter.com/wZ1SEglaQ1
Con todo, el cúmulo de proyectos con media sanción y el intento de bloqueo a decretos que ponen en riesgo instituciones prestigiosas como el Hospital Garrahan, el INTA o el INTI, con la consiguiente respuesta oficialista de que todo será vetado, nos plantea la duda de confirmar si no estamos ante un inédito escenario de un Poder Legislativo que se encarga de blindar derechos, frente a un Poder Ejecutivo que se ocupa de conculcarlos.
No es pretensión de este analista, presentar un modelo idílico de renovada vinculación política entre representantes y representados, ni mucho menos. Pero sí deseo advertir que, si algo ha caracterizado al hiperpresidencialismo que supimos conseguir en esta joven democracia de cuatro décadas, es que el Congreso actuaba como ladero de las propuestas ejecutivas. Basta tomar los extremos que suponen las administraciones menemistas, con su ola privatizadora y neo conservadora por un lado, y las kirchneristas, a cargo de recuperar empresas del Estado y promover “gastos” que resultan una afrenta para el libertarismo de este tiempo por otro, para notar que siempre las disputas anidaban en el nivel de apoyo que las cámaras brindaban a los proyectos presidenciales.
En el contexto que antes describíamos, nos encontramos frente a un posible escenario de un conflicto de poderes desconocido en la historia reciente y que, según supone el mundillo violeta y sus representantes mediáticos, será zanjado con el resultado que muestre la apertura de las urnas en el último domingo de octubre, cuestión de dudosa aplicabilidad ya que, como demostró el politólogo Pablo Salinas algunos meses atrás vía la cadena social X, con la proyección de tres hipotéticos resultados, el escenario legislativo no le daría al oficialismo una prevalencia determinante en el edificio de calle Entre Ríos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A la cara que supone lo sucedido en el día miércoles le surgió la contracara de la cadena nacional en un día viernes, a la noche y con buena parte de la ciudadanía pensando en el disfrute del fin de semana. Apagada la medición del rating, el presidente Javier Milei apareció flanqueado por el equipo económico y habló de que "el Congreso quería quebrar la economía y volver al pasado”. Semejante afirmación la sostiene contando como espadas principales de su administración a personajes de la talla de Luis Caputo, Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, todos jóvenes prometedores en esta cosa de la gestión de lo público.
En su discurso, el jefe libertario no dejó de plantear algunas cuestiones inconexas, con alguna frase perteneciente al mundo del cine y con la novedad de que se presentará un proyecto de ley donde los legisladores no podrán legislar alterando el equilibrio fiscal, so pena de quedar alcanzado por una forma delictual si así lo hicieran.
El delirante proyecto, que probablemente no pase de la recepción en la mesa de entradas del Congreso, impone la auto limitación a otro poder del Estado, rompiendo el sabio equilibrio que deviene del republicanismo constitucional. Fue anunciado con una estética similar de 2001 (revisar discurso de Fernando De la Rúa en ocasión de presentar el proyecto de Déficit Cero) y estuvo plagado de una serie de tecnicismos que ahuyenta al gran público de tv y radio, dejando la sensación que el primer mandatario interpela a economistas, comunicadores, funcionarios y dirigentes. Pero no mucho más.
Che Milei… Acabo de escuchar tu cadena nacional de anoche, y disculpame… pero MÁS QUE CON LOS PIES PARA ADELANTE, A VOS TE VAN A SACAR CON UN CHALECO DE FUERZA DE LA ROSADA.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) August 9, 2025
Porque la verdad… tenés que estar loco o ser un GRAN MENTIROSO para decirle a los argentinos, por…
La respuesta a la goleada del 12 a 0 tuvo una primera aproximación con la provocadora foto que supone el acuerdo entre un desvencijado PRO y La Libertad Avanza. Vestidos de violeta, habiendo elegido territorio matancero, pero sin establecer contacto con los vecinos del lugar y con un Milei en puntitas de pie, la bandera “Kirchnerismo Nunca Más”, anticipa los ejes desde donde se construirá la campaña libertaria, primero de cara al 7 de setiembre en la provincia de Buenos Aires y luego a nivel nacional.
La tipografía utilizada para el “Nunca más” deviene en una especie de discusión de la construcción de sentido a la que se suma el término “genocidio” para referirse a la existencia del déficit fiscal como una especie de trauma social de proporciones. En sí mismo, el sobregiro de cierta terminología que resulta propia de la temática de los derechos humanos, redunda en una banalización de la que ya diera cuenta hace algunas décadas atrás una tal Hannah Arendt.
Pero el reciente triunfo opositor legislativo no supone un escenario definitivo ni mucho menos. Esto es así básicamente por dos circunstancias. La primera es que, con números tan ajustados en tiempos de lealtades tan lábiles, hacer política también podría redundar en cierto beneficio violeta. Y la segunda es que, los números que se necesitan para dar vuelta los vetos presentes y futuros, dependen de los legisladores presentes, lo cual “flexibiliza” algunas certezas previas. Todo esto se confirma si tenemos en cuenta que, hasta 24 horas antes de la última sesión en diputados, nadie podía afirmar que se alcanzara el quorum para dar inicio a la misma. Nada más precario que un hipotético número de 129 diputados con la colita en la silla en tiempos de atomización política.
A veinte meses de haber comenzado su mandato, el Gobierno nacional se enfrenta a un derrotero donde la apuesta por la baja de la inflación, a costa de un deterioro general de la economía, se empieza a transformar en una especie de blasón que lo debería proteger de sus enemigos. El problema, según el dato estadístico porteño de 2,5% de inflación para el mes de julio, es que el escudo parece haber comenzado a agrietarse. Algo de eso parecen haber olfateado, también, los que hasta ayer eran sus aliados. Cara y seca de jugar a la política con una sola variable en la mano.
(*) Analista político de Fundamentar - @miguelhergomez